Osho y jesús de Nazaret
Cuento zen con moraleja
Osho narra este instructivo cuento sobre el aferramiento a los pensamientos. Donde Jesús de Nazaret no invita a dejarlo todo para alcanzar la vida eterna.
Cuento zen sobre el aferramiento a los pensamientos
Jesús le decía a su discípulo recién llegado: ¡Pareces hombre valiente! Veo que tienes la capacidad para llegar a muchas partes. ¡Ven conmigo!
Cuando se acercaron a las afueras del pueblo, llegó ante ellos un hombre que corría. Este detuvo al discípulo y le dijo:
¿Dónde vas? Tu padre, que estaba enfermo ha muerto. ¿Dónde estabas? Fuimos a buscarte al lago y allí encontramos tu red. ¿Dónde vas?
El discípulo dijo a Jesús:
Te ruego que me concedas algunos días para enterrar a mi padre y celebrar su funeral. Después volveré a tu lado.
Las palabras que respondió Jesús al discípulo son enormemente maravillosas. Le dijo:
¡Necio, deja que los muertos entierren a los muertos! ¿Qué necesidad hay de que vayas? Ven. Sígueme. El que ha muerto ya está muerto. No son más que trucos para mantenerlo vivo. El que ya ha muerto, ha muerto para siempre. Y hay muchos muertos en el pueblo. Ellos enterrarán al muerto. Tú ven conmigo.
El discípulo dudó un momento. Observándolo, Jesús le dijo:
Quizás te he juzgado mal cuando creí que eras capaz de dejar tu pasado.
El discípulo se detuvo un momento y, después, siguió a Jesús. Jesús dijo:
Eres hombre valiente. Si eres capaz de dejar atrás a los muertos, puedes alcanzar verdaderamente la vida eterna.
MORALEJA
Osho explica que en realidad, debe soltarse todo lo que ha muerto en el pasado.
Te sientas en meditación, pero siempre piensas que nunca da resultado, que te siguen llegando pensamientos. Los pensamientos no llegan así; la cuestión es: ¿habéis llegado a dejarlos? Siempre seguís aferrados a ellos, ¿cómo echarles la culpa a ellos?
Los alimentas con tu propia sangre. Los tienes atados a en tu ser. Debes decir a tus pensamientos: ¡Fuera de aquí! ¡Largo! Pero el pensamiento no se va a ir así como así. Alimentamos a los pensamientos. Alimentamos los pensamientos del pasado, los atamos a nosotros mismos. Pero un día, de pronto, pretendes que se vayan. Así, nunca te dejarán ni un solo día. Tienes que dejar de darles de comer, tienes que dejar de cuidarlos.
Recuerda: si quieres dejar los pensamientos, deja de estar diciendo: Mis pensamientos. ¿Cómo puedes dejar algo que consideras tuyo? Si quieres quitarte de encima los pensamientos, deja de estar interesaros por ellos.
¿Cómo van a marcharse a no ser que dejes de interesarte por ellos? De otro modo, ¿cómo, los pensamientos, van a saber que tú los dejaste, que ya no te interesan?
Todos nuestros recuerdos del pasado son pensamientos. Nos estamos aferrando a toda una red de ellos. No les permitimos morir.
Deja morir tus pensamientos. Deja muerto lo que está muerto: no intentes ni por un instante mantenerlo vivo. Pero lo estamos manteniendo vivo.
Siempre ten en cuenta: El pasado terminó, ahora ya no existe; evita que todo pensamiento nos mantenga como su presa.