La iluminación espiritual

Los chismes

Cuento Zen (88)

Los seres humanos le dan sentido a la existencia; de eso se trata el mito. El ser humano es un animal generador de cuentos: pequeños chismes, sobre el barrio y la esposa del vecino… y grandes chismes cósmicos, sobre Dios. Y la gente los disfruta. Hay un cuento que me encanta, y que debo haber contado muchas veces. Es un cuento judío:

En un pueblo, hace muchos siglos, vivía un rabino. Cuando surgía algún problema en el pueblo, el rabino se dirigía al bosque, donde oraba, hacía un sacrificio, practicaba un ritual y le encomendaba a Dios: Evita esta calamidad. Sálvanos. Y cada vez, el pueblo se salvaba.

El rabino murió y llegó otro rabino. El pueblo enfrentaba dificultades, y la gente se congregó. El nuevo rabino fue al bosque, pero no logró encontrar el lugar de los sacrificios, y se dirigió a Dios así: Dios, no sé dónde es el sitio exacto donde oraba el anterior rabino, pero eso no importa. Tú conoces el sitio, así que oraré desde aquí. El problema se evitó. La gente estaba feliz.

Pero entonces este rabino murió y vino otro rabino. Una vez más, el pueblo enfrentaba problemas, se presentaba una calamidad. El pueblo se congregó. El rabino fue al bosque, pero le dijo a Dios: No sé dónde es el sitio, tampoco sé el rito, solo sé la oración. Tú que lo sabes todo, no seas demasiado quisquilloso con los detalles. Escucha… Y le dijo lo que le tenía que decir. Y así evitó una calamidad.

Pero este rabino también murió y otro lo sucedió. Surgió una nueva dificultad, una epidemia se extendía, y el pueblo se congregó. La gente le dijo al rabino: Vaya al bosque. Siempre se ha hecho así. Los antiguos rabinos siempre se dirigían allá. Pero el nuevo rabino, sentado en su sillón, respondió: ¿Qué necesidad hay de ir allá? Él puede escuchar desde aquí. Además, no sé ni siquiera dónde se encuentra el lugar… Dirigió entonces la mirada al cielo y dijo: Escucha, yo no sé dónde queda el lugar, ni conozco el ritual… ni siquiera sé la oración. Estoy al tanto de que el primer rabino iba allá y el segundo y el tercero y el cuarto… Te voy a contar un cuento, pues yo sé que a ti te encantan los cuentos. Escucha por favor el cuento y ahórranos el problema.

Entonces el nuevo rabino contó toda la historia de los antiguos rabinos. Y se dice que a Dios le gustó tanto el cuento que salvó al pueblo. Dios debe apreciar mucho los cuentos, pues Él mismo es un creador de mitos. ¡Fue Él quien comenzó con los chismes!

MORALEJA

Así es: la vida es un chisme, un chisme momentáneo en medio del eterno silencio de la existencia, y el ser humano es un animal generador de chismes. A menos que te fusiones en dios, te encantarán los chismes. Te encantarán los cuentos de Rama y Sita, de Adán y Eva, de Mahabharata; te encantarán los cuentos griegos, romanos y chinos. Existen millones de ellos, y todos son preciosos.

Si no les metes lógica, te abrirán puertas interiores, te descubrirán misterios. Si les metes lógica, se te cerrarán las puertas de ese templo. Ama los cuentos, pues cuando amas los cuentos te revelan sus misterios. Mucho se esconde en ellos: todo lo que ha descubierto la humanidad se oculta en esas parábolas. Por eso, Jesús sigue hablando en parábolas y Buda sigue hablando en cuentos. A la gente siempre le han encantado los chismes.