La iluminación espiritual

Las puertas del cielo

Cuento Zen (224)

Un samurái fue a ver al Maestro Zen Hakuin y le preguntó:

¿Existe el cielo?

¿Existe el infierno?

¿Por dónde puedo entrar?

¿Dónde están las puertas que llevan a ellos?

Era un guerrero sencillo. Los guerreros siempre son sencillos, sin astucia en sus mentes, sin matemáticas. Solo conocen dos cosas: La vida y la muerte. Él no había venido a aprender ninguna doctrina; solo quería saber dónde estaban las puertas, para poder evitar el infierno y entrar en el cielo.

Hakuin le respondió de una manera que solo un guerrero podía haber entendido.

¿Quién eres?, le preguntó Hakuin.

Soy un samurái, le respondió el guerrero. Hasta el emperador me respeta.

Hakuin se río y contestó: ¿Un Samurái, tú?, ¡Pareces un mendigo!

El orgullo del samurái se sintió herido y olvidó para qué había venido. Sacó su espada y estaba a punto de matar a Hakuin, cuando este dijo: Esa es la puerta del infierno. Esa espada, esa ira, ese ego te abren la puerta. Esas son las cosas que un guerrero puede comprender. Inmediatamente el samurái entendió. Puso de nuevo la espada en su cinto y Hakuin dijo: Así se abren las puertas del cielo.

MORALEJA

Puede que aparentes felicidad, pero es solo una fachada, una representación, una máscara. ¿Cómo puedes vivir en el cielo? ¿Cómo puedes mantenerte tranquilo, silencioso, si no tienes control de tu ego y de tu ira? La vida en sí es una celebración, millones de felicidades en todo el universo, pero si eres egoísta, sufrirás, estarás en un constante infierno. Y estarás en un infierno, precisamente porque en todas partes existe el cielo. Crearás un infierno para ti, un infierno privado, porque la existencia misma es una celebración, un paraíso.

Cuando el sol sale por las mañanas puedes sentirte feliz y el sol no puede hacer nada por evitarlo. No puede impedir que seas feliz. Si alguien es feliz, tú puedes sentir simpatía hacia él. Es tu propia actitud y él no puede impedir que lo hagas. Inmediatamente, abres la puerta y su felicidad fluye también hacia ti.

Este es el secreto para crear un cielo a tu alrededor, y solamente en el cielo estás tranquilo. ¿Cómo vas a estar tranquilo en el fuego del infierno? Y nadie más lo está creando: tú lo estás creando, tú eres su causa.

Nunca cargues la responsabilidad sobre otro porque no asumir la responsabilidad es escapar de la verdad fundamental.