La iluminación espiritual

La oración correcta

Cuento Zen (197)

Un sacerdote se encontró una vez con un hombre que rezaba, pero decía tales cosas, una plegaria tan absurda, que el sacerdote se detuvo. Y no solo absurda, sino que era un insulto para DIOS.

El hombre decía: «Déjame acercarme a ti, DIOS, y te prometo que te limpiaré el cuerpo cuando esté sucio. Si tienes piojos te los quitaré. Soy un buen zapatero, te haré unos zapatos perfectos. Nadie te cuida, Señor, yo te cuidaré. Cuando estés enfermo, velaré por ti y te daré los remedios. Soy también un buen cocinero».

El sacerdote gritó:

¡Basta! ¡Basta de tonterías! ¿Qué estás diciendo? ¿Qué Dios se enferma? ¿Qué DIOS tiene piojos? ¿Y qué su ropa está sucia y tú la lavarás? ¿Y qué tú serás su cocinero? ¿De quién aprendiste esa plegaria?

No la aprendí de nadie. Soy muy pobre y sin ninguna educación y reconozco que no sé cómo rezar. Yo la inventé... y estas son las cosas que sé. Tengo muchos problemas con los piojos, por esto creo que ellos también deben molestar a DIOS, digo yo. Y a veces la comida que consigo no es muy buena y me duele el estómago. DIOS debe sufrir también, a veces. Esto es solo mi propia experiencia que se ha convertido en mi oración, pero si conoces la oración correcta, por favor, enséñamela –dijo el hombre.

Entonces el sacerdote le enseño la oración correcta. El hombre se postró ante el sacerdote y le agradeció con lágrimas de profunda gratitud. Se fue, y el sacerdote se quedó muy feliz pensando que había hecho una buena acción. Miró al cielo para ver qué pensaba DIOS de esto. Y en el acto, DIOS que estaba furioso le dijo:

Te he enviado para que acerques a la gente hacia mí, pero ahora has apartado de mí a uno de los que más me amaban. Ahora está «oración correcta» que le has enseñado no será en absoluto una oración, es una repetición de lo que tú crees que es correcto porque la oración programada no tiene nada que ver con el amor. El amor es una ley en sí mismo, no necesita ninguna otra ley.

MORALEJA

Con el amor, la gracia sucede. Y con el amor; la verdad. Si puedes entender la verdad, la verdad te libera. Y no hay otra liberación.

Cuando hagas oración, dirígete directamente a Dios o a la Existencia o como prefieras llamarlo desde tu interior, nunca lo hagas desde tu mente, porque tu mente solo sabe repetir y seguir determinadas programaciones.

La energía del amor es la oración. Las religiones y las iglesias organizadas la han destruido. Te han dado oraciones prefabricadas. La oración es un sentimiento espontáneo. Deja que tu oración sea un fenómeno espontáneo. Si ni siquiera tu oración es espontánea, entonces ¿qué más puede ser espontáneo? Si tienes que ser prefabricado incluso con Dios, ¿cuándo vas a ser auténtico, sincero y natural?

Di las cosas que te gustaría decir. Habla con Dios como si hablaras con un amigo muy sabio. No lo conviertas en algo formal. Una relación formal no es una relación en absoluto. ¿También te has vuelto formal con Dios? No tienes espontaneidad.

Incorpora el amor a tu oración. ¡Entonces podrás decir algo! Es hermoso, es un diálogo con el universo.