LA ILUMINACIÓN ESPIRITUAL
PARA LLEGAR AL ALMA
Correteando por la calle, un niño rapaz, al dar la vuelta a una esquina, chocó inesperadamente con un hombre. ¡Santo cielo!, dijo el hombre, ¿adónde vas con tanta prisa pequeño?
A casa, respondió el niño. Llevo prisa, porque mi madre me va a sacudir.
¿Y tantas ganas tienes de que te sacudan que vas corriendo de esa manera?, le preguntó asombrado.
No. Pero, si mi padre llega a casa antes que yo, será él quien me atice.
Solo la inocencia se atreve a cometer ciertos actos de audacia. La virtud, cuando es tutora, es tan calculadora como el vicio.