La iluminación espiritual

El judío

Cuento Zen (280)

Por lo general, la realidad no es lo que es, sino lo que nosotros hemos decidido que sea:

Una viejecita judía ocupa su asiento en un avión, junto a un enorme sueco al que se queda mirando fijamente. Luego, dirigiéndose a él, le dice:

Usted perdone...

¿Es usted judío?

No, le responde el sueco.

Pocos minutos más tarde, ella vuelve a insistir:

¿Podría usted decirme, y, perdone la molestia, si es usted judío?

Le aseguro a usted que no, responde él.

Ella se queda escudriñándole durante unos minutos y vuelve a la carga:

Habría jurado que era usted judío...

Para acabar con tan enojosa situación, el hombre le dice a la anciana:

¡Está bien; sí, soy judío!

Ella vuelve a mirarle, sacude su cabeza y dice:

Pues la verdad es que no lo parece.

MORALEJA

Primero sacamos nuestras conclusiones... y luego hallamos la forma de llegar a ellas.

Un proceso mental significa saltar a otro conjunto de conclusiones. Si haces una conclusión, has detenido tu crecimiento espiritual; has parado y destruido las posibilidades de la vida.

Si mantienes a raya las conclusiones, la verdad surgirá.

No te pierdas en tus conclusiones que la vida no ofrece conclusión alguna. La vida no tiene estúpidas ideas sobre propósitos. Sigue y sigue sin final, es siempre, eternamente, un acontecimiento hacia adelante. ¿Cómo puedes concluir algo sobre ella? En el momento en que sacas una conclusión ya te has salido de ella. La vida sigue y tú te has salido del camino. Puede que te cuelgues de tus conclusiones, pero la vida no te esperara.

Primero debes de vaciarte de modo de que todo tipo de conclusiones se desvanezca, de modo que puedas mirar sin ideas obnubilando tus ojos, de modo que puedas observar sin conclusiones. Y siempre que puedas observar sin conclusiones, tu perspectiva es vasta, no está confinada.

Desafortunadamente, todo el mundo está repleto de conclusiones. Alguien es cristiano, algún otro es hindú, otro protestante, otro un budista. ¡Por eso es por lo que la verdad se pierde! Una persona espiritual no puede ser cristiana, hindú, o budista; una persona espiritual puede ser únicamente un sincero buscador. Busca y permanece abierto a cualquier conclusión. Su bote está vacío.