La iluminación espiritual

El foso de las ranas

Cuento Zen (192)

Dice que había un gran grupo de ranas que siempre iba a divertirse al bosque. Todas cantaban y saltaban hasta que caía la noche. Permanecían muertas de la risa y nada las separaba.

Un día, en su salida acostumbrada, fueron a conocer un bosque nuevo. Estaban en sus juegos cuando tres de ellas cayeron en un profundo foso del que ninguna se había percatado. Las restantes se conmocionaron. Miraron hacia el fondo del foso y vieron que era demasiado profundo.

Las perdimos, dijeron...

Las tres ranas caídas intentaron subir por las paredes del foso, pero era muy difícil. Apenas avanzaban un metro y volvían a caer. Las demás comenzaron a comentar que sus esfuerzos eran inútiles.

¿Cómo iban a lograr escalar una pared tan alta?

Era mejor que se resignaran. No había nada que hacer.

Dos de las ranas escucharon esos comentarios y comenzaron a rendirse. Pensaron que las demás tenían razón. La tercera rana, en cambio, siguió subiendo y cayendo, pero tras un par de horas, consiguió salir a la superficie.

Las demás estaban asombradas y una de ellas preguntó:

¿Cómo lo lograste?

... Pero la rana no contestó. Era sorda.

MORALEJA

La rana sorda al estar ajena a la opinión de las demás pudo seguir creyendo en su poder interior y persistió hasta lograr su meta.

Las moralejas de la historia es no actuar para que te aprueben los demás. El verdadero tú está aquí para descubrir el poder que hay en ti, no para satisfacer la opinión de los demás.

La opinión es un distractor de la verdad que te aleja de tu poder interior. Quien ha superado toda opinión, tendrá ese poder.

Recuerda, la necesidad de aprobación de los demás equivale a decir: Lo que tú piensas de mí es más importante que la opinión que tengo de mí mismo. Por eso, tu opinión de ti mismo es tu punto de vista más importante. Eres infinitamente más poderoso de lo que crees que eres.