EL COMPORTAMIENTO (CUENTO)

CUENTO ZEN (189)

Preguntaba el sabio sufí una samaritana: ¿No le gusta el té?

¡Me gusta mucho! repuso azorada. Está delicioso.

Entonces no le gusta el oasis. Tal vez sea un lugar demasiado pequeño para una señora de ciudad.

Al contrario, me parece una maravilla.

¿Por qué frunce el ceño, entonces?

Convencida de que se hallaba ante el sabio sufí, la samaritana le confesó las inquietudes que la habían tenido desvelada desde que había empezado a viajar por esas tierra. El anciano escuchó atentamente. Luego habló:

Le voy a contar lo que Nasrudín, un verdadero sabio, explicaba a sus discípulos cuando estos le preguntaban cómo debían comportarse con los demás.

¿Qué les decía?

Tres cosas, empezó el anciano: Bueno es aquel que trata a los otros como le gustaría ser tratado. Generoso es quien trata a los demás mejor de lo que espera ser tratado. Y sabio es quien sabe cómo él y los otros deben ser tratados, de qué modo y hasta qué punto.

Entonces murmuró la samaritana confusa, ¿Qué es mejor: ser bueno, generoso o sabio?

Sin duda, lo último. Si eres sabio, no tienes que estar obsesionado con ser bueno o generoso, pues te limitarás a hacer en cada momento y con cada persona lo que sea necesario, sin olvidarte de ti mismo.

MORALEJA

Tú no te vuelves bueno tratando de ser bueno, sino por la búsqueda de la bondad que ya está dentro de ti, y permitiendo que la bondad emerja y cuando esto suceda sabrás comportarte contigo mismo y con los demás.

Las enseñanzas del Zen te llevan a no pretender nada, ni ser bueno, fuerte, dócil, ni rebelde, tampoco contradictorio ni coherente. Simplemente, ser. Porque aquel que se ocupa demasiado en hacer el bien, no tiene tiempo de ser bueno. Tal vez será bueno, pero no un bueno autentico.

Por naturaleza, todos estamos interesados en nosotros mismos. Si utilizamos ese interés para ir al fondo de nosotros mismos, encontraremos el lugar donde reside nuestro ser auténtico, y entonces se nos revelará el secreto de la felicidad y estarás en el camino del verdadero comportamiento con los demás.


DEFINICIONES DEL ZEN


El zen es una tradición ancestral que nació en la India y se expandió por China y Japón. Su propósito es lograr la iluminación, el estado de completa sintonía con la realidad tal cual es.

El zen no se basa en escrituras sagradas, rituales o ceremonias, sino en la meditación, el silencio y la conciencia plena.

El zen no busca dar soluciones, sino generar preguntas, cuestionar las creencias y los prejuicios, liberar la mente de las ataduras del ego y las ilusiones.

El zen utiliza las historias como un recurso para transmitir su esencia, pero no son historias ordinarias, sino historias que violan las reglas, que desafían la lógica, que asombran y desconciertan. Son historias que apuntan a lo esencial, lo que no se puede expresar ni pensar.

Las historias zen no son para entenderlas, sino para vivirlas, para dejarse impresionar por ellas, para despertar con ellas. Las historias zen son como dedos que indican la luna, pero no son la luna.

El maestro zen cuenta las historias con elegancia y humor, sin querer imponer nada, sino solo compartir su visión. El discípulo zen escucha las historias con interés y apertura, sin intentar analizarlas o juzgarlas, sino solo dejarse llevar por ellas.

Las historias zen son como semillas que se plantan en el corazón del oyente, y que pueden germinar en cualquier momento, dando frutos de sabiduría y compasión.

Las historias zen son un obsequio, una invitación a la aventura, una puerta abierta a lo desconocido.

En este blog te presentamos algunas de las historias zen más famosas y fascinantes, acompañadas de comentarios y reflexiones que te ayudarán a profundizar en su significado. Te invitamos a leerlas con calma y curiosidad, sin prisas ni expectativas, solo con la disposición a sorprenderte y aprender.

Esperamos que estas historias te inspiren y te acompañen en tu camino hacia la iluminación.