Disolver el Yo

Cuento zen con moraleja

Para disolver el “yo” evalúa sin prejuicios. Ve hacia tu interior. Descubre que existes como parte de la infinita Existencia, no como una isla separada.

Imagen del cuento: Disolver el Yo

Cuento zen para disolver el Yo

Al gran maestro que vivía en un pueblo se le acerca un visitante y le pregunta, ¡Ayúdame! ¡Enséñame! ¡Iníciame! ¡Quiero ser libre!

¡Quiero alcanzar la liberación espiritual!

El gran maestro tranquilo y pausado le dice: No puedo liberarte. Puedo disolver tú “yo”, pero no puedo liberarte.

MORALEJA

¿Qué es lo que puedes hacer para disolver el “yo”?

Puedes evaluar sin prejuicios. Siempre que dispongas de tiempo cierra tus ojos, ve hacia adentro y descubre dónde estás. Y pronto descubrirás que existes como parte de la infinita Existencia, no como una isla separada. Ningún hombre es una isla. Somos parte de un continente infinito. Este “yo” te da la falsa idea de ser una isla y de ahí surgen todos los problemas. El “yo” es el origen de los problemas. Toda violencia, crimen, guerra, locura, es creada por este “yo”. Nos colgamos de él y así seguimos. Debemos dejar esta dependencia.

Has de ser desarraigado de tu propio “yo”. Nadie aparte de ti puede lograrlo, ni existe práctica religiosa que sirva de ayuda porque si sigues practicando sin buscar este “yo”, cualquiera que sea la práctica, solamente servirá para reforzarlo. Si meditas, este “yo” dirá, “Estoy meditando”. Si renuncias al mundo, este “yo” dirá, “He renunciado al mundo”. Si te conviertes en un maestro, este “yo” dirá, “Me he convertido en un maestro; “yo” he logrado esto; “yo” he logrado esto otro”. En “este” mundo o en “ese” mundo, esos esfuerzos seguirán reforzando ese “yo”.

La mente es así, el ego es tal que trata de envanecerse por todos los medios. Sus sistemas son sutiles; tontos, pero sutiles. Si tratas de ir en pos de la espiritualidad, el ego puede envenenarlo. Antes de entrar en esa dimensión, recuerda que no eres un ego. Si descubres que el ego no está presente, entonces todo se vuelve espiritual y todo camino se convierte en un camino espiritual. Entonces vayas donde vayas, irás hacia lo Divino. Entonces todos los caminos conducirán a lo Divino. Con el ego, no hay camino que conduzca a lo Divino. Con el ego, aunque te vayas a la Meca o a Jerusalén, te estarás yendo al infierno.

No puedes ir a ninguna parte porque el ego es el infierno. Sin el ego, ve a adonde quieras, incluso al infierno y descubrirás allí al cielo, porque en ausencia del ego, el cielo está en todas partes. El ego es la raíz de todas las miserias.

Recuerda estas tres dimensiones de la quietud: El silencio como ausencia de sonido, el silencio como ausencia de movimiento de la mente, el silencio como ausencia de ego. Empieza con cualquiera de ellas y las demás le seguirán poco a poco. O, también, puedes empezar trabajando sobre las tres simultáneamente. Así todo resultará más rápido. Pero no sigas pensando, porque el pensar es moverse, el pensar es ruido y el pensar es un proceso del ego.

Detén el pensar y empieza a hacer. Solamente el hacer te va a servir, solamente el hacer te va a volver existencia. Solamente con el hacer, llega el salto y la explosión.