La chiquilla tiene miedo

Cuento zen con moraleja

No es sólo una cuestión que atañe a los niños. Estos niños formarán la sociedad del mañana: el niño sin miedo es el padre sin miedo del mañana.

Imagen del cuento: La chiquilla tiene miedo

Cuento zen sobre los miedos

Una maestra de niños, observó que una chiquilla de su clase se hallaba extrañamente triste y pensativa.

– ¿Qué es lo que te preocupa? – la preguntó.

Ella respondió:

– ¡Mis padres!

Papá se pasa el día trabajando para que yo pueda vestirme, alimentarme y venir a la mejor escuela de la ciudad. Además, hace horas extras para poderme enviar algún día a la universidad. Y mi mamá pasa el día cocinando, limpiando, planchando y haciendo compras para que yo no tenga de qué preocuparme.

– Entonces, ¿cuál es el problema? – dijo la profesora.

– Tengo miedo de que traten de escaparse – dijo la niña.

MORALEJA

Los niños no tienen miedo; los niños nacen sin miedo. Si la sociedad puede ayudarles y apoyarles para que permanezcan sin miedo, y si la sociedad puede provocar una búsqueda en vez de darles creencias muertas entonces, los niños se volverán grandes amantes, amantes de la vida. Esta es la verdadera espiritualidad. No hay mayor espiritualidad que el amor.

Así que si eres padre necesitarás mucha valentía para no interferir. Abre las puertas a direcciones desconocidas para que el niño pueda explorar. No sabe lo que lleva en sí, nadie lo sabe. Tiene que buscar a tientas en la oscuridad. No permitas que tenga miedo de la oscuridad, que tenga miedo a equivocarse, que tenga miedo a lo desconocido. Apóyalo. Cuando se dirija a un viaje a lo desconocido, deja que se vaya y dale todo tu apoyo, todo tu amor, tus bendiciones. No dejes que le afecten tus miedos. Puede que tengas miedo, pero guárdatelo para ti. No transmitas esos miedos al niño porque estarás interfiriendo.

Por eso el trabajo de los padres es muy delicado, y es precioso, porque toda la vida del niño depende de él. No le des ningún programa positivo; ayúdale de cualquier manera que él desee.

La función de un padre o de una madre es genial porque trae un nuevo invitado al mundo, que no sabe nada, pero trae consigo un potencial. Y a menos que el potencial se desarrolle, no será feliz.

Esta es una sociedad autoritaria.

Lo que digo es que si creamos niños que tengan libertad, que hayan oído muchos «síes» y pocos «noes», la sociedad autoritaria desaparecerá. Tendremos una sociedad más humana.

Por tanto, no es sólo una cuestión que atañe a los niños. Estos niños formarán la sociedad del mañana: el niño sin miedo es el padre sin miedo del mañana.