La iluminación espiritual

El café y los amigos

Cuento Zen (65)

Un amigo tiene que ser escuchado simplemente con el corazón. Los amigos son grandes conversadores. Beben café, se sientan juntos en un lugar agradable, cálido. Comienza la conversación, y cualquiera de ellos puede tener la vocería.

La conversación de amigos que toman café solo da vislumbres, pistas, pero muy potentes, muy penetrantes. Todo lo que se requiere por parte del amigo es que escuche, no atentamente sino con interés, con un corazón abierto, sin ninguna tensión. Hay que disfrutar del café y la conversación.

Recuerda: Tienes que enfocar todas tus energías en la conversación y olvidarte de todo el mundo; solo existe ese momento, pequeño pero sagrado. Y sabes que solo es un destello, y aun así tienes que poner toda tu energía y vivirlo con intensidad.

Y mientras te tomas el café sabes que la esencia del ahora está presente, que quizá no te va a conducir a ningún lado, pero, sin embargo...

¡Reflexiona! ¡Concéntrate! ¡Presta atención! ¡Fíjate en lo sagrado del ahora!.

MORALEJA

Si tomas café y escuchas un amigo hablar de vivir con intensidad, totalmente..., momento a momento, en el ahora, en el aquí, y te dices a ti mismo: ¡Por supuesto, eso es! Voy a hacerlo. No es que después lo olvides, ya lo has olvidado. Diciendo: ¡Por supuesto, eso es!, decidiendo que lo vas a hacer, ya lo has pospuesto para mañana; decidiendo que vas a vivir así ya has dejado de entender.

Has dejado de entender el «ahora».

La verdad tiene una cualidad, una validez intrínseca. No tienes que probarla; su prueba consiste en experimentarla. No hace falta ninguna otra lógica. Por ejemplo: La reencarnación tiene una validez intrínseca que no necesita ser probada; su prueba consiste en ser experimentada. Lo mismo sucede con el ahora, el ahora no necesita ser probado, su prueba consiste en que sea experimentado.

Muchas veces escuchamos que vivamos intensamente aquí y ahora, pero la barrera presente nos traslada inmediatamente hacia el futuro. Sentimos que lo hemos entendido; en ese mismo momento lo estamos trasladando hacia el futuro y tenemos la sensación de haber entendido. Pero al momento siguiente lo habremos olvidado porque en primer lugar no lo comprendimos en absoluto. Pero una vez entendido, no se olvida nunca.

El problema de olvidar solo surge cuando no hemos entendido. Nos están diciendo: Comprendan, y no se preocupen de que puedan olvidarse. Cualquier cosa entendida no se olvida, y cualquier cosa que no se haya entendido se olvidará seguro.

Entonces, lo que ocurre es...; nos dicen: ¡Vive ahora!. Y decimos: ¡Eso es! Ya basta, vamos a empezar a vivir el momento. ¿Pero por qué tomar una decisión?

¡Simplemente empecemos! Hagamos lo que hagamos...; aquí estamos escuchando, pues únicamente escuchemos. No hay necesidad de verbalizar. La mente es un comentador, sigue comentando, pero si tratamos de oír con intensidad, la mente comentadora se detendrá porque es una cuestión de energía. Tenemos cierta energía. Si dedicamos toda la energía a escuchar, entonces el continuo comentario mental se detiene automáticamente. Dejamos a la mente sin energía; no lo estamos alimentando.

Bebamos café y conversemos, y si me estás escuchando, puedes simplemente escucharme; entonces no tendrás mente. Será una escucha sin mente. Pero si estás escuchando y tratando de entender al mismo tiempo, te habrás ido al futuro. Si estás pensando en lo que se te está diciendo, te has perdido lo que se te ha dicho; te has ido al futuro. Y el presente es algo tan sutil y delicado y tan pequeño y tan atómico que puedes perdértelo en un solo instante. Un simple gesto, y te lo has perdido.

Si estás escuchando, simplemente escucha. No pienses en lo que se te está diciendo, no trates de descubrir el significado, porque no puedes hacer dos cosas en el presente; escuchar es suficiente. Y si estás solamente escuchando, estás en el presente y la misma escucha se convierte en meditación.