La iluminación espiritual

Buda y la imperturbabilidad

Cuento Zen (171)

A Buda parecían dejarle impávido los insultos que le lanzaba aquel visitante Cuando, más tarde sus discípulos quisieron saber cuál era el secreto de su imperturbabilidad, él dijo:

Imaginad lo que ocurriría si alguien os ofreciera algo y no lo tomarais: o si alguien os enviara una carta y os negarais a abrirla su contenido no os afectaría en lo más mínimo, ¿no es así? Pues haced lo mismo cuando os injurien, y no perderéis la calma.

MORALEJA

La única clase de auténtica dignidad es la que no sufre menoscabo con la falta de respeto de los demás. Por mucho que escupas a las cataratas del Niágara, no lograrás reducir su grandeza.

No trates de ser imperturbable, porque el esfuerzo es parte de la actividad. Nadie puede tratar de ser imperturbable. ¿Entonces qué hacer? Sé totalmente activo permaneciendo en el medio, así es como llega la imperturbabilidad.

Permanece en el medio. Este es el oficio, el arte más elevado: estar justo en el medio, sin elegir, sin irse a la izquierda ni a la derecha. No seas ni de derechas ni de izquierdas; quédate justo en el medio. Si estás exactamente en el medio transciendes el mundo. Entonces ya no eres ni un hombre ni una mujer, eso es lo que Jesús dice. Entonces ya ni eres un ser materialista ni un ser espiritual. Entonces ya ni estás vivo ni estarás muerto. Ni esto ni aquello; el puente ha sido cruzado. Has alcanzado la meta. Y la meta no está en algún lugar en el futuro, está aquí entre los dos extremos.

Recuerda, siempre que te encuentres con dos extremos, no elijas. Trata de encontrar un equilibrio entre ambos. Al principio, debido al hábito, será difícil.

Es difícil no elegir, pero inténtalo; en todo... Cuando sientas odio, trata de irte al medio. Cuando sientas amor, trata de irte al medio. Lo que sea que sientas intenta irte al medio. Y te sorprenderás de que hay un punto entre cada dos extremos donde ambos dejan de ser; donde no sientes odio ni sientes amor. Esto es lo que Buda llama upeksha, que quiere decir: un punto tan en el medio que no eres ni esto ni aquello. No puedes decir «amo», ni «odio». Sencillamente, no puedes decir nada, estás simplemente en el medio. No te identificas. Ocurre una transcendencia, y esa transcendencia es el florecimiento. Esa es la madurez que hay que alcanzar, la meta.

«Cuando tratas de parar la actividad
para alcanzar la imperturbabilidad,
el propio esfuerzo te llena de actividad.
Mientras estés en un extremo o en el otro,
nunca conocerás la Unidad».