La iluminación espiritual

La avaricia mezquina

Cuento Zen (126)

Existía un hombre muy rico que a pesar de tener mucho dinero tenía una naturaleza mezquina. No soportaba el hecho de gastar ni siquiera un centavo de su dinero.

Un hermoso día, el Maestro Chán Mo Hsin fue a visitarlo.

El monje dijo: Suponga que mi puño estuviera cerrado así para siempre, desde el nacimiento hasta la muerte, sin cambio; ¿cómo llamaría a esto?

Una anormalidad.

Suponga que esta mano estuviera abierta así para siempre, desde el nacimiento hasta la muerte, sin cambio; ¿cómo llamaría a esto?

Eso también sería una anormalidad.

Solo es preciso que usted comprenda lo que acabamos de conversar, para que se convierta en una persona rica y feliz.

MORALEJA

Basta con entender la naturaleza de la avaricia. No tienes que hacer nada más para librarte de ella; la comprensión misma aclarará todo el lío.

La avaricia intenta colmarte de felicidad: con dinero, con casas, con muebles, con amigos, con amantes, con cualquier cosa, porque uno no puede vivir como vacío. Es horrible, es una vida fantasmal. Si estás vacío y no tienes nada dentro de ti, te será imposible vivir.

Para sentir que tienes mucho dentro de ti, solo hay dos caminos: o te pones en armonía con todo el Universo... Entonces te llenas de la totalidad, de todas las flores y estrellas. Están tanto dentro de ti como fuera. Esa es una plenitud real. Pero si no haces eso, y hay millones de personas que no lo hacen, entonces lo más fácil es llenar el vacío con cualquier trasto del mundo exterior.

La avaricia simplemente significa que estás sintiendo un profundo vacío y quieres llenarlo con cualquier cosa que puedas, sea lo que sea. Una vez que la entiendes, no te queda nada que hacer con la avaricia. Tienes que hacer algo para entrar en comunicación con la totalidad de manera que desaparezca el vacío interno. Y cuando desaparece, también desaparece toda avaricia. Eso no significa que empieces a vivir desnudo; simplemente significa que no dedicas la vida a coleccionar cosas. Cuando necesitas algo, puedes obtenerlo.

Ese día, por primera vez, no sentirás ninguna avaricia: de dinero, de alimento, de objetos, de nada. Vivirás naturalmente y encontrarás todo lo que necesites. Y vivirás, vivirás totalmente feliz, no estarás siempre con una avaricia constante e imposible de satisfacer, con una herida que no se puede curar.