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El azúcar y el cáncer

POR: AKASHICOS

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EL VENENO DE LA AZÚCAR

El cáncer consiste en un conjunto de enfermedades en las que las células dañadas genéticamente proliferan de forma autónoma. En el caso de los tumores malignos, la inflamación causa que se formen nuevos vasos sanguíneos y la malignidad se esparce a través de estos vasos sanguíneos a otras áreas. Es decir, se producen metástasis.

En cánceres de próstata, se ha demostrado que las células inflamatorias del tumor reprimen la producción de Maspin, un gen, el cual tiene una actividad antimetastásica bien establecida en ciertos cánceres. En estadios tempranos, en los tumores no metastásicos hay un alto nivel de Maspin.

Las células malignas requieren combustible para crecer. Hace cerca de setenta años un científico que ganó el premio Nobel, el Dr. Otto Warburg (1883-1970), descubrió que las células cancerosas difieren fundamentalmente de las células normales en la forma en que generan energía en su metabolismo básico, o sea que poseen un metabolismo energético anómalo. Eso significa que los genes no determinan si uno va a sufrir de cáncer. Todos los humanos tienen la misma fisiología y bioquímica esenciales. Cada ser humano posee aproximadamente 30.000 genes y somos 99.9 por ciento idénticos unos a otros (Technology Review, March 2005 p. M11).

Ahora se cree que la glucólisis aeróbica, es decir la fermentación del azúcar, tal como lo observó Warburg, podría ser responsable de conferir resistencia a la apoptosis (muerte celular programada) en las células cancerosas. Al combatir a la glucólisis aeróbica, los científicos tal vez puedan restaurar las capacidades de las células anormales para responder a las señales del cuerpo para suicidarse. Se están estudiando nuevos agentes terapéuticos que hagan esto.

Recordemos que las células en nuestro organismo usan uno de los dos tipos de combustible: o queman glucosa (azúcar) o queman grasa. El Dr. Warburg demostró que las células malignas viven casi completamente de glucosa (efecto Warburg). No pueden convertir la grasa en forma eficiente. Este científico probó esto al mostrar que las células malignas crean una gran cantidad (cuatro veces más de lo normal) de un residuo llamado ácido láctico a una velocidad anormalmente elevada con independencia del suministro de oxígeno debido a alteraciones en la expresión genética y son estimuladas por la hipoxia crónica. Desde hace mucho tiempo se sabe que el ácido láctico no se produce cuando la célula quema grasa, solamente cuando la célula quema azúcar (glucólisis). Este es un método primitivo y menos eficiente.

En pocas palabras, la causa más básica del cáncer es que llega muy poco oxígeno a la célula. Glucólisis significa funcionar sin oxígeno. Respiración (celular) significa funcionar con oxígeno.

Las diferencias entre los tumores benignos y los malignos están en las diferencias en el grado y la duración en que está comprometida la respiración celular (o sea el déficit de oxígeno) más que el tipo de tumor. Con un déficit de 35 por ciento de oxígeno celular, el cáncer se desarrolla automáticamente, según los estudios del Dr. Warburg.

En la actualidad sabemos que un pH externo (extracelular) bajo estimula las metástasis y un pH interno (intracelular) elevado estimula los procesos implicados en el crecimiento y la división celular.

En los organismos anaeróbicos primitivos solo se generan dos moléculas de ATP de cada molécula de glucosa. En los organismos eucariotas (más desarrollados), la misma molécula de glucosa rendirá un total de 36 moléculas de ATP de la respiración mitocondrial en presencia de oxígeno. Así que la energía obtenida de la grasa buena, es todavía mayor. Una molécula de ácido graso con seis átomos de carbono rendirá 48 moléculas de ATP de la respiración aeróbica dentro de la mitocondria.

Una célula normal de mamífero tiene un mecanismo más elaborado y eficiente de producir energía, una célula normal humana puede derivar diecinueve veces más energía (ATP) de una simple molécula de azúcar de lo que una célula de levadura puede derivar.

Recientemente un científico, el Dr. Michael Ristow, realizó nuevas investigaciones que demostraron que el Dr. Warburg tenía razón. En la Universidad de Jena tomó células malignas de colon y las alteró para que mejor produjeran energía de la grasa. Les agregó frataxina (una proteína humana que ocurre en forma natural y que estimula a las mitocondrias), de esta manera forzó a las células cancerosas a utilizar un metabolismo mitocondrial. Al final, esto suprime eficientemente el crecimiento del cáncer (Curr Opin Clin Nutr Metab Care, 2006; 9: 339-45).

En el año 2002 unos científicos del laboratorio del Departamento de Biología Molecular de la Universidad de Madrid hicieron una investigación detallada de los procesos metabólicos involucrados en los cánceres de colon, hígado y riñón. Encontraron que existe una inhibición de las mitocondrias en las células normales (Cancer Res, 2002; 62: 6674-81).

La verdad es que la comunidad radiológica entera ha estado usando el efecto Warburg durante años en las máquinas que analizan el interior del cuerpo. Los escaners PET (positron emision tomography) de los hospitales usan rutinariamente mediciones de la glicólisis en los tumores para determinar su etapa de desarrollo: entre más glicólisis, más maligno el tumor (Nat Rev Cancer, 2004; 4: 891-9).

Un equipo de biólogos moleculares de la Universidad de Texas demostró que si se inhibe la glicólisis en las células cancerosas, eso efectivamente mata a las células cancerosas resultando en una muerte celular masiva (Cancer Res 2005; 65: 613-21). La conclusión es que mejorar el metabolismo de la grasa realmente inhibe el crecimiento de tumores malignos. Eso significa que debemos cambiar la forma en que nuestro cuerpo produce energía. Tenemos que sustituir el metabolismo de nuestro cuerpo para que vaya de quemar principalmente glucosa a quemar principalmente grasa.

Así que, de plano, no importa qué tan profundo respire uno o qué tanto ejercicio practique, si uno no tiene los suficientes ácidos grasos esenciales a nivel celular, nuestras células no absorberán suficiente oxígeno del torrente sanguíneo y uno será mucho más susceptible de sufrir cáncer. El ejercicio suministra oxígeno adicional a la sangre; sin embargo, esto no dirige transferencia de oxígeno a través de la membrana celular. Ésta es la razón por la cual los atletas de alto rendimiento todavía desarrollan cáncer.

Los ácidos grasos hacen que las membranas celulares sean más fluidas. Más fluidez significa oxígeno más fácil y otra transferencia bioquímica (Principles of Biomedical Chemistry, 1998, p. 226). Los ácidos grasos esenciales pueden ser original o derivado. Hay dos tipos de ácidos grasos esenciales originales; el omega 3 original (ácido alfalinolénico) y el omega 6 original (ácido linoleico). Nuestro cuerpo no los puede sintetizar, así que debemos ingerirlos diariamente por medio de una alimentación adecuada.

Existen también unas sustancias llamadas derivados de los ácidos grasos esenciales. Tal es el caso de los derivados del omega 3, el EPA y el DHA. Los derivados más conocidos del omega 6 original son el CLA y el GLA. Ahora bien, la verdad es que el cuerpo humano usa directamente mucha mayor cantidad de ácidos grasos esenciales originales que de derivados. Según se ha reportado en revistas médicas, hasta veinte veces más se utilizan los ácidos grasos originales. Esto significa que el 95 por ciento permanecen como ácidos grasos esenciales originales y solamente el cinco por ciento es convertido en derivados.

De hecho, la idea de que los ácidos grasos esenciales tienen un papel en el cáncer no es nada nueva, ya que en la actualidad la mayoría de los expertos médicos creen que muchas enfermedades, incluido el cáncer, pueden deberse a un desequilibrio entre los omega 3 y los omega 6 en nuestra dieta moderna (Biomed Pharmacother, 2006; 60, 502-7).

Curiosamente, el Dr. Tullio Simoncini, oncólogo italiano, piensa que la cándida puede ser la causante del cáncer. Pues bien, recordemos que la cándida es una levadura que vive de la fermentación del azúcar. Su propuesta es atacar a este hongo usando una solución alcalinizante como es el bicarbonato de sodio. Para prevenir el cáncer el Dr. Warburg recomendaba obtener cantidades óptimas de los grupos activos de las enzimas respiratorias, o sea micronutrientes. Hay cientos de estudios que confirman que ciertos micronutrientes previenen el cáncer, tal es el caso del selenio, el ácido fólico, la vitamina D y los carotenoides (Acta Biomed, 2006; 77: 118-23).

Algunas terapia no convencionales recurren al efecto Warburg. Entre ellas encontramos a la medicina bio-oxidativa y la terapia con ozono. En la medicina bio-oxidativa se utiliza agua oxigenada en forma intravenosa a dosis ínfimas y en la terapia con ozono se utiliza oxígeno con una molécula de oxígeno extra, el cual tiene diferentes vías de administración. Algunos reportes confirman que puede detener el crecimiento de células cancerosas (Integr Cancer Ther, 2005; 4: 156-67)


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