La iluminación espiritual

Almas vivas y almas muertas

ESCLAVITUD DEL ALMA

Jesús el Cristo, enseña la liberación de la esclavitud del alma.

Almas muertas es el título de una novela del ruso Nicolás Gogol. En su época- siglo 19- se llamaba así a los siervos o esclavos adscritos a la tierra, que se compraban y vendían con ella. Esa misma, aunque con el nombre de siervos de la gleba- era la condición de los campesinos europeos durante la Edad Media antes del triunfo de la burguesía. Sin embargo, Rusia mostró un considerable atraso en este punto. Solo gentes iluminadas como Tolstoi liberaron de esta condición a los trabajadores de sus tierras hasta que las revoluciones que sacudieron Rusia acabaron con esta ignominia que la propia iglesia siempre apoyó, no solo en Rusia, sino anteriormente en el resto de Europa. Las denuncias del fraile Las Casas sobre la esclavitud durante la colonización americana, pusieron en evidencia el genocidio indio y la esclavitud de sus gentes con la complicidad del obispado católico en ese continente (1).

Tener, comprar y vender esclavos no solo era un buen negocio, sino un símbolo de poder, un homenaje del ego a sus propias victorias. Y con esta afirmación abrimos la ventana a la perspectiva religiosa y a la espiritual, que vemos que no coinciden fácilmente.

Desde la perspectiva religiosa, la iglesia no solo apoyó sino que tuvo sus propios esclavos desde su fundación. Recordemos que Jesús no fundó Iglesia alguna. Para esta Iglesia apóstata, ser cristiano y tener esclavos no era una contradicción. Ahora tampoco, solo que ha sustituido el deseo de esclavizar cuerpos por el de esclavizar almas, que es mayor negocio y de mayor duración para la oscuridad, y para las arcas del Vaticano, porque los cuerpos perecen al fin y al cabo, pero las almas permanecen.

Alma muerta, por tanto, no quiere decir que el alma perezca, pues es inmortal, y tampoco se refiere a las almas de los difuntos, sino a las que no viven según las leyes de Dios que en su origen celestial respetaron, y han puesto su alma al servicio de su ego, con lo que han perdido su libertad de conciencia.

Ejercer la libertad del alma es algo que está al alcance de cualquiera que sea capaz de superar las miserias propias de lo que llamamos condición humana que no es otra que la condición del ego. Y como sucedía con los siervos de la gleba o las almas muertas en Rusia, las almas muertas de la condición humana son las almas de los esclavos del ego, pero no del ego de un semejante, sino del propio, con lo cual se hace más fácil ser dominados por el ego de otros, como vemos a diario en el mundo de los negocios, de la política y de las instituciones religiosas Iglesia. La lucha por la emancipación de la conciencia es la gran partida que tenemos que jugar en este mundo. Ganarla o perderla es decisivo para cada uno de nosotros.

¿Cómo emancipar la conciencia?

Las religiones institucionales tienen un amplio repertorio de recetas, con sus correspondientes ritos, rezos, sumisiones y supersticiones con las que pretenden controlar la condición humana, dirigidos por refinados intelectuales de la teología expertos en mentir con refinados argumentos. Con ello, las instituciones Iglesias tratan de controlar las conciencias como antes los terratenientes los cuerpos. Para conseguir su propósito, no dudan en aprovechar hasta los materiales de derribo de otras religiones paganas, como el culto a Mitra o a Baal; en mezclar sin complejos el culto a los muertos con el culto a la personalidad de sus dirigentes o a supuestos santos; la superstición más burda con la teología más sofisticada y enredadora.

Inventos como el mencionado de los santos (cuando Santo solo es Dios según enseña Cristo), dogmas como el de María madre de Dios (nada menos), virgen que fecunda sin varón (nada menos) y que sube a los cielos en cuerpo y alma (nada menos) o este otro dogma del perdón de los pecados por el cura para no ir a ese Infierno igualmente inventado, atrapan a millones aunque sea por el miedo.

En el delirio de su auto-importancia no dudan en afirmar la presencia del mismo Cristo en la hostia de la misa, el valor de dogmas como el de la Infalibilidad del Papa, los milagros de sus santos y sus huesos como reliquias en cada altar para poder ser consagrado, mezclado todo eso con procesiones, auto castigos, penitencias varias y peregrinaciones a lugares santos. No importa que todo eso sea un enorme batiburrillo; el caso es que millones comulguen con esas pesadas ruedas de mentiras y medias verdades para mantenerlos esclavizados como almas…muertas.

Para quien intenta seguir las enseñanzas de Jesús el Cristo, expuestas en Su Sermón de la Montaña, la liberación de la esclavitud del alma, atrapada por el ego o por las religiones institucionales, solo es posible si cada uno de nosotros toma conciencia de su origen divino, reconoce aquello que en su existencia le separa de su condición sagrada, lo purifica con Cristo pidiendo perdón y no volviendo a las andadas, perdona a quien le ofendió y pide perdón a quien ofendió él mismo, reparando en lo posible el daño que causó. Este es el camino de la liberación.

Intentar cumplir con los Mandamientos dados a Moisés y con la regla de oro de: trata a los demás como quieres que te traten a ti y no hagas a nadie lo que no quieres que te hagan, son indicadores del camino de salida de la caverna. Entre tanto solo podemos tener opciones tan pobres como vegetar, servir a un amo o a una institución, o recibir los golpes del destino que nos correspondan por la ley de causa y efecto o siembra y cosecha a causa de nuestro modo ser sentir, pensar y actuar.

Cada uno es libre de elegir, y esa libertad esencial que nos es regalada por nuestro Creador, no nos la puede quitar nadie, a no ser que se la regalemos o nos seduzca con mentiras. Hay demasiados lobos hambrientos que codician nuestras almas vestidos de inocentes ovejas. Por eso tenemos que estar despiertos, vivir críticamente en el aquí y ahora; vivir con la conciencia de lo que verdaderamente somos: príncipes del Cosmos, hijos amados del Rey del Universo.

Notas: (1) En 1518 las Casas planeó un proyecto para colonizar tierras de indios con labradores reclutados en España. Esto era un intento de crear una experiencia colonizadora pacífica en un territorio no hallado por conquistadores y encomenderos. Sin embargo, hubo de tener un arduo debate contra el fraile franciscano Juan de Quevedo, quien había sido nombrado obispo de Santa María la Antigua del Darién, y se pronunciaba a favor de la esclavitud de los indígenas. 29 Juan de Quevedo se apoyaba en Aristóteles para argumentar que las gentes rudas y bárbaras son esclavos por naturaleza. Las Casas argumentaba que los indios podían ser civilizados en paz y respetándose su libertad, porque Dios les había dado los mismos talentos que al hombre blanco. 30