La iluminación espiritual

Alma razón ciencia y Dios

POR: PATROCINIO NAVARRO

Imagen; Alma razón ciencia y Dios; Patrocinio Navarro

La existencia del alma

Muchos piensan que solo lo material es real, por lo tanto, lo que no es material carece de realidad, y debe excluirse de la propia vida por innecesario. Así sucede con la idea de Dios o la existencia del alma. Naturalmente, nadie puede demostrar a un ciego que existe la luz, tan solo se le puede hablar de ella, pero si él mismo no la experimenta, ¿cómo puede saber si existe? ¿No será una fantasía inventada por otros?

El ciego, a su vez, desarrolla más otros sentidos –por ejemplo, el olfato, o el tacto- y se encuentra en condiciones de superioridad en ese terreno con respecto a la mayoría de videntes. Para estos, lo sutil de lo percibido por el ciego no está a su alcance, y les puede parecer igualmente fantasioso. A lo más, uno y otros alcanzan a tener un concepto, algo teórico e intelectual, pero no una evidencia, por no haberlo experimentado, de aquello que se le dice que existe.

Lo mismo sucede cuando hablamos de Dios, o del alma.

Una persona espiritual que experimente a Dios afirmará que existe, pero un incrédulo racionalista fiel al materialismo tendrá que decir que él no lo ha experimentado. Esta sería una conclusión lógica para él o un agnóstico pero no lo es para negar a Dios, aunque es preciso señalar que Dios no tiene nada que ver con la lógica, que al fin y al cabo no es más que una función intelectual, función siempre inferior, por cierto, a la intuición. Es un hecho que ni la teología sirve para demostrar o conocer a Dios, ni tampoco ciencia alguna puede demostrar que no existe.

Una persona espiritualmente evolucionada, como un místico, se encuentra dotada de una sensibilidad y una intuición que le permitirá experimentar realidades que un individuo sumido en el mundo materialista no puede alcanzar mientras no alcance el nivel evolutivo y la energía precisos a través de un modo de pensar, sentir, hablar y actuar de acuerdo con las leyes espirituales y las leyes de la naturaleza. El místico afirmará que experimenta a Dios a través del alma, concepto igualmente extraño para todos los que niegan la existencia del alma, negación que es otra forma de ceguera, pues ¿ acaso el cerebro puede tener sensibilidad emocional o estados de conciencia de alta vibración energética?

Pero Dios o el alma, componentes energéticos de nuestro ser, ¿pueden existir independientemente de nuestra fe en ello, como en el ejemplo del ciego y del vidente respecto a las sensaciones físicas? Debemos suponer, por la misma razón, que sí, que pueden existir. En cambio, ahora se trata de sensaciones que no provienen de los sentidos físicos. No provienen, pero ¿determinan su orientación y su calidad de contenido seamos o no conscientes de ello?

La Ciencia aún no alcanza a contestar estas preguntas, lo que no impide a muchos científicos- aún mayoría para su desgracia y la de quienes les prestan crédito- afirmar la mayor: que Dios es un invento de la mente, y que no existe más energía que la energía que proviene de la propia materia. No han llegado a vislumbrar que la materia no es más que energía espiritual sutil degradada; energía de baja vibración que por eso se ha condensado en formas materiales.

A quienes siguen a los científicos como si fuesen oráculos de la verdad y la razón no les gustará saber que muchos de ellos niegan a Dios porque ellos mismos se postulan para ser dioses, y actúan como si lo fueran pretendiendo crear vida, alterando a su capricho la formas de vida existentes, queriendo hallar la fórmula para la inmortalidad física y cosas de esa índole que no expresan más que la arrogancia típica de los ignorante fatuos que pretenden estar por encima de todos nosotros y al mismo nivel de ese Dios de los creyentes al que ellos niegan mientras intentan imitarle.

Este sueño de la ciencia materialista sigue siendo el mismo sueño de la Caída: la de querer ser cómo Dios, pero no con Dios ni en Dios, sino conformados con el ego como Su sucedáneo. Y así le va a la Ciencia oficial. La Oveja Dolly que fue el primer experimento de clonación murió prematuramente y con serios problemas en el sistema nervioso. Los alimentos transgénicos son peligrosos para la salud, los trasplantes de órganos producen en el receptor alteraciones en su karma, en su sistema nervioso y en el sistema inmunitario, y por eso tiene que estar medicándose de por vida para contrarrestar su efecto.

Entre tanto las guerras incesantes con armas de nuevas generaciones, diseñadas por la ciencia mercenaria, y la energía nuclear contaminan la Tierra y los mares, donde se vacían en secreto residuos radioactivos, y muchas cosas más. Y empresas como Monsanto y otras de esa índole hacen su agosto con la ayuda de los gobiernos a los que compran para que autoricen cultivos transgénicos, venenos para los campos o experimentos como el Fracking, que extrae energía destrozando la tierra y contaminando sus acuíferos. La lista de los desastres es larga, tan larga que pone en cuestión no solo a la ciencia actual en su mayor parte, sino la salud mental de muchos científicos ante las consecuencias negativas de sus inventos. Y con esas mentes tan alejadas del sentido de la realidad pretenden hacernos creer que son los nuevos dioses los que hay que creer cuando niegan al Único, al sabio y paciente Dios que los aguanta.


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