LA ILUMINACIÓN ESPIRITUAL
El temor es un dardo envenenado por el pasado, que se localiza en el corazón, paralizándolo. El temor es el verdadero núcleo central de lo que llamamos «yo». El yo, ego, mí, es la única causa de todo lo indeseable.
Él yo es el único al que yo debo aprender a preguntar. Cuando el yo pregunta a sí mismo, no hay respuesta verbal. El darse cuenta y el preguntarse; el preguntarse y el darse cuenta de la pregunta, recibiéndola, es en sí la respuesta.