LA ILUMINACIÓN ESPIRITUAL

EL VENENO DEL VIEJO MUNDO Y SU ANTÍDOTO 
POR: PLANETA

Imagen EL VENENO DEL VIEJO MUNDO Y SU ANTÍDOTO

EL VIEJO ORDEN

Aunque asentado y blindado, comienza a sentirse amenazado.

Asistimos en nuestra época a unos vientos de cambio en que el viejo orden del mundo, el viejo sistema explotador, excluyente y engendrador de pobreza y toda suerte de violencia, es contestado por diversos movimientos ciudadanos en todos los continentes. Y aunque el viejo orden está muy asentado y blindado, comienza a sentirse amenazado porque se sabe condenado a desaparecer con el tiempo ante el nacimiento de semillas del porvenir que llevan impreso en su código genético un mensaje casi unánime que traspasa fronteras: el derecho a decidir, el derecho a ser como se es, el derecho a la vida de todas las especies y del Planeta mismo. Entre tanto, los siervos del sistema decadente siguen empleando a fondo los tres principios satánicos, a cuyo orden pertenecen sus miembros en distinto grado: Ata, separa y domina.

El viejo mundo aún tiene mucho poder y no se resigna a morir, mientras aquellos que lo dirigen, no dudan en matar.”Ata, separa, domina” el principio del contrario a Dios, lo actualizan en cada época; y según las circunstancias del momento, lo disfrazan de política, de religión, de economía, de cultura y de tantos modos como les convenga. Esta y no otra es la directriz histórica de los poderosos de todas las épocas, sean estos capitalistas orientales u occidentales, o falsos comunistas de aquí o de allá; sean católicos, protestantes o talibanes, dirigentes tribales africanos o presidentes de consejos de administración, y hasta dirigentes de partidos políticos trasnochados, tan podridos como el mismo sistema en el que medran. Todos ellos viven de esos tres principios de, “ata, separa y domina”.

En la aplicación a sus respectivas esferas de actividad coinciden todos los enemigos de la vida, cada uno según sus circunstancias y posibilidades, y por lo mismo consideran enemigos mortales a quienes se les oponen con principios tan saludables para el desarrollo de la conciencia como libertad, unidad, justicia, respeto y semejantes. Los defensores de estos principios clavan la estaca de la verdad en el corazón del vampiro y por ello son calumniados, ninguneados, despreciados, multados, excluidos, encarcelados, torturados, y hasta asesinados pero ¿cuál es su delito? Alumbrar conciencias, hacer sonar el despertador de la vida, sacar del sueño a los dormidos. Mantienen estos portadores de la antorcha que no es posible cambiar el mundo desde un solo ángulo, sea este el político, el económico, el filosófico o el religioso externo, porque aunque un polígono tenga varios ángulos, no deja de ser un polígono, algo que ni siquiera cambia aumentando el número de ángulos. Así, el Sistema del ata, separa y domina, es el denominador común de quienes dirigen el mundo, por más aparentes divisiones y hasta enemistades que presente. ¿O es que alguien piensa que entre un furibundo talibán, un energúmeno fascista o un fanático de partido o de religión existen diferencias esenciales? En estas circunstancias deberíamos tener una visión global, integradora, cooperadora y sin personalismos. Esto nos conduce a cambios importantes, a un nuevo espacio de libertad.

Para afrontar los cambios, si es que los queremos, sería bueno que prescindiéramos de particularismos y de siglas y nos adentráramos en analizar qué necesidades reales tenemos y qué deseamos cambiar y de paso ver si tenemos algún grado de “contaminación”. Y los que están dispuestos a ver las cosas de este modo y arrojar fuera de sí aquello que no le corresponde, sino que corresponde a los enemigos de la vida, son en realidad los que pueden cambiar el mundo desde los cambios en sí mismos.

Sin duda habrá quiénes se pregunten bajo qué principios se puede analizar el interior de uno mismo para poder hacer frente a sus miserias personales, y para muchos esos principios deben tener validez universal, pertenecer a la médula espiritual del mundo, acercar a la totalidad, en lugar de servir a la fragmentación. El primero de todos es el amor altruista. Todos deseamos ser amados, aceptados, respetados, y quien no recibe y no da de esa medicina vital sufre de muchos modos. La sed de amor es como la sed física: todos tenemos esa necesidad vital. Así que podremos afirmar que no hay cambio positivo del mundo sin un cambio de la conciencia que supere el egocentrismo, pero esto no sólo lo sabe el que practica las leyes del amor desde cualquier perspectiva espiritual o credo filosófico, o las gentes de buena voluntad, sino que también lo saben los enemigos tradicionales del mayor representante del amor, Jesús, el hijo más puro de la Luz, asesinado precisamente por los que en todos los tiempos siempre son los mismos: los fariseos intelectuales, las castas sacerdotales, el poder de la espada y el poder del dinero.

Ahora bien: Mientras sigamos siendo los hijos pródigos individualistas y apegados a la materia que se niegan a dar la vuelta buscando su origen, esos son los gobernantes que tendremos, porque serán como nosotros, nuestra prolongación en el poder. Estarán necesariamente, y su existencia será siempre el barómetro de nuestro estado de evolución, pues ¿Quién puede dudar que un ser espiritualmente avanzado conocerá la verdad y actuará siempre con justicia consigo mismo y con sus semejantes, a quienes respetará como a hermanos? ¿Quién puede dudar que una persona libre de su egocentrismo estará en contra de la mentira, de la opresión, de la desigualdad social, de las jerarquías de poder, de la corrupción en todas sus formas? Esto es lo que proponía Cristo en Su Sermón de la Montaña en aplicación de los diez Mandamientos como código moral de la humanidad, un código universalmente aceptado. Quien sigue el mensaje de Cristo no necesitará ser orientado por ningún poder del mundo, por ningún intelectual, por ningún político, por ninguno de esos filósofos o literatos que la industria cultural ensalza, por ningún cura o gurú, pues las leyes divinas le bastarán para orientarse. Autogobernándose cada uno, se autogobernará el mundo


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