El Amor perfecto y divino llega cuando hayas aprendido a querer aquello que es felicidad, sabiduría y amor para todos los seres que te rodean.
La Felicidad encerrada en el Amor, sólo la sentirás en toda su plenitud, cuando hayas muerto al egoísmo y hayas purificado todos tus malos hábitos.
¡Todo fue consumado! ¡Ábreme el camino de la inmolación en favor de tus hijos más pequeños! Y de nuevo saldrás de entre sus brazos, vigorizado y confortado. Saldrás ungido para la inmolación, como guía de humanidades primitivas.
LLegarás a verte en los comienzos de tu evolución y al final de ella, cuando seas un rayo de la Luz increada, una vibración de la Eterna Armonía.
A través de tu Ego recibirás el pensamiento conjunto de los Guías de la Evolución humana que te harán sentir la grandeza de Dios y su Amor Eterno.
Reconócete débil y cargado de miserias y de enfermedades.
El Altísimo deja en oscuridad a los soberbios y derrama su luz sobre los humildes.
Las palabras tuyo y mío no existen en el vocabulario del Kopto consciente de que lo es. Si eres artista del pincel, tus obras son de todos y para todos. Si eres músico, tus melodías son de todos y para todos.
Si eres sensitivo, y recibes de lo alto las divinas vibraciones del Amor Eterno y las plasmas en la palabra o en la escritura, o en el grabado, nada es tuyo solamente, es trabajo de todos y para todos.
Lo que has obtenido o realizado tú, debe ser para todos los que lo desean y se colocan en condiciones de comprenderlo y practicarlo.
La generosidad espiritual es lo más elevado del desprendimiento.
Mira más a tu alma que a las cosas.
El alma es emanación del Eterno y eternamente perdura.
Las cosas son creación nuestra que muere y se aniquila.
Si la respuesta de tu conciencia es afirmativa, nada debe inquietarse. Y si es negativa, eres tú quien debe aplicar el remedio.
En los caminos espirituales, colectivos o en común, es peligroso el deseo febril de palpar el éxito si este deseo produce inquietud y perturbación de la paz y serenidad interior.
No debes irritarte contra los demás cuando en un orden o en otro no responden a lo que tú esperas de ellos, y tranquilamente debes pensar que su evolución es escasa todavía.
No debes irritarte contra ti mismo, cuando te ves vencido por tus pasiones y debilidades o caes en descuidos o faltas que quieres evitar, sino humillarte ante Dios y continuar de nuevo tu camino.
El pesimismo es el vacío del alma.
Si el pesimismo anida en ti es señal ciertísima, jamás fallida, de que no buscas solamente a Dios en tu vida espiritual.
¿Acaso su infinita perfección y excelsa grandeza puede dejar vacío ningún rincón del alma más anhelante?
¿Dónde podrá arraigar el pesimismo si buscas sólo a Dios, que es infinito?
Si has conseguido dominar a la perfección tus pasiones y en tu vida de relación estás justamente encuadrado en la armonía y la fraternidad, ¿qué más puedes desear?
Si cumples con tu deber, ¿qué más deseas?.
La Ley Eterna no te obliga a hacer más de lo que puedes para tu progreso y el de tus hermanos, cuando has conseguido el tuyo.
Si tienes conciencia de lo que es de verdad la vida interior, jamás podrá invadirte el pesimismo.
En la vida espiritual, el pesimismo es como la oruga venenosa que lentamente destruye los jardines en flor.
Lejos de ti, el mezquino deseo de hacer prevalecer tu opinión y tu voluntad.
Vale más un largo esperar en la sombra, que las llamas de fuego que emanan del choque de dos voluntades o pensamientos contrarios.
Procura educar tus pensamientos, tus deseos y tu voluntad en forma que no discrepes jamás con el armónico conjunto de tus hermanos.