Determinar la forma de gobierno más convincente para un país, es encontrar el medio de hacer concurrir en un punto todas las fuerzas sociales, es hallar el centro de gravedad de una gran masa para ponerla en equilibrio.
No es muy difícil atacar las opiniones ajenas, pero sí el sustentar las propias: porque la razón humana es tan débil para edificar, como formidable ariete para destruir.
En la lectura deben cuidarse dos cosas: escoger bien los libros y leerlos bien. Nunca deben leerse libros que extravíen el entendimiento o corrompan el corazón.
Las pasiones son buenos instrumentos, pero malos consejeros. El hombre sin pasiones sería frío, pero en cambio el hombre dominado por las pasiones, es ciego.
Sin orden no hay obediencia a las leyes, y sin obediencia a las leyes no hay libertad, porque la verdadera libertad consiste en ser esclavo de la ley.
El trabajo es un título natural para la propiedad del fruto del mismo, y la legislación que no respete ese principio es intrínsecamente injusta.
La pereza, es decir, la pasión de la inacción, tiene, para triunfar, una ventaja sobre las demás pasiones, y es el que no exige nada.
El pensamiento bien consiste o en conocer la verdad o en dirigir al entendimiento por el camino que conduce a ella.
La lectura es como el alimento; el provecho no está en proporción de lo que se come, sino de lo que se digiere.
Hay en el espíritu humano muchas fuerzas que permanecen latentes hasta que la ocasión las despierta y aviva.
Los hombres que alaban siempre son o simples o bajos; los que no alaban nunca son o imbéciles o envidiosos.
Me convencí de que dudar de todo es carecer de lo más preciso de la razón humana, que es el sentido común.
Hasta los sentimientos buenos, si se exaltan en demasía, son capaces de conducirnos a errores deplorables.
El corazón necesita amar. Celestial o terreno, ha de amar algún objeto, y es vano luchar contra esta ley.
Entendemos más por intuición que por discurso: la intuición clara y viva es el carácter del genio.
El medio para deshacerse de un hombre amante de contradecir es callar y escuchar reposadamente.
El hombre emplea la hipocresía para engañarse a sí mismo, acaso más que para engañar a otros.
Conocemos más los libros que las cosas, y el ser sabio consiste en saber cosas y no libros.
Voluntad firme no es lo mismo que voluntad enérgica y mucho menos que voluntad impetuosa.
El pensar bien no interesa solamente a los filósofos, sino a las personas más sencillas.
¡Ay de los pueblos gobernados por un poder que ha de pensar en la conservación propia!
La razón es un monarca condenado a luchar de continuo con las pasiones sublevadas.
En la lectura debe cuidarse de dos cosas: escoger bien los libros y leerlos bien.
No es fácil opinar contra los propios intereses; éstos arrastran las opiniones.
El pueblo comprende más pronto el lenguaje de las pasiones que el de la razón.
Juzgamos a las cosas de la vida no por sí mismas, sino por lo que nos afectan.
El argumento o razón de analogía es la base en que descansa el sentido común.
Los hombres capaces de alzar y llevar adelante una bandera son muy pocos.
El pensar es un misterio; el hablar es un misterio; el hombre, un abismo.
Se ha de leer mucho, pero no muchos libros; ésta es una regla excelente.