La iluminación espiritual

El sol y la oscuridad

Cuento Zen (207)

Un día la oscuridad se acercó a Dios y le dijo:

Nunca le he hecho daño al sol, pero sigue torturándome. Donde voy, me alcanza y tengo que huir de ahí. Ni siquiera puedo descansar. No es que me esté quejando, pero ya es suficiente. ¿Hasta cuando deberé soportarlo? Y soy absolutamente inocente, nada he hecho en contra del sol y nunca he dicho nada en contra del sol y que coste que es la primera vez que hablo de esto.

Dios inmediatamente llamó al sol.

El sol estaba callado y Él le preguntó:

¿Por qué torturas y molestas a la oscuridad?

El sol dijo:

¿De qué me hablas?

Nunca me he encontrado con nadie que se llame oscuridad.

Y Dios miró alrededor y no vio a nadie...

¿Dónde se había ido la oscuridad? La oscuridad había desaparecido.

Entonces el sol dijo: Cuando quieras, trae a la oscuridad frente a mí y me disculparé o como Tú digas. Pero no lo sé, tal vez sin darme cuenta, inconscientemente la he herido, por lo menos déjame ver quien se queja de mí.

MORALEJA

La historia dice que el archivo de este caso en contra del sol todavía está pendiente pues Dios no ha podido traer a las dos partes frente a El. Algunas veces la oscuridad viene, otras el sol llega, pero no ha podido juntarlos a ambos y a menos que las dos partes estén presentes este caso no puede ser resuelto.

¿Cómo puede la oscuridad enfrentar al sol?

La oscuridad no existe, es solo ausencia de luz. De esta forma, dondequiera que se presente la luz, su ausencia no puede existir, no puede permanecer. Y eso es lo que la religión ha estado haciendo: creando ficciones, explotando a la gente... su imaginación, su miedo, su avaricia, su miseria, sufrimiento, pobreza, todo. Pero al momento que la ciencia comienza a descubrir cosas, las religiones se ponen muy alertas para detener a la ciencia en cada posible forma, porque si la verdad es revelada... la mentira muere sola, sin necesidad de matarla. Simplemente desaparece al igual que la oscuridad desaparece con la luz.