La iluminación espiritual

Podemos ser diferentes

Cuento Zen (81)

​Un samurái, conocido por todos por su nobleza y honestidad, fue a visitar a un monje zen en busca de consejos, no obstante, en cuanto entró en el templo donde el maestro rezaba, se sintió inferior, y concluyó que a pesar de haber pasado toda su vida luchando por la justicia y la paz, no se había ni tan siquiera acercado al estado de gracia del hombre que tenía frente a él.

¿Por qué me estoy sintiendo tan inferior? Le preguntó, (sin esperar que el monje terminara de orar). Ya me enfrenté muchas veces con la muerte, defendí a los más débiles, sé que no tengo nada de que avergonzarme. Sin embargo, al verlo meditando, he sentido que mi vida no tenía la menor importancia.

El monje en completa calma le dijo: Espera, en cuanto haya atendido a todos los que me han buscado hoy, te daré la respuesta.

Durante todo el día el samurái se quedó sentado en el jardín del templo, viendo como las personas entraban y salían en busca de consejos. Vio como el monje atendía a todos con la misma paciencia y la misma sonrisa luminosa en su rostro. Pero su estado de ánimo iba de mal en peor, pues había nacido para actuar, no para esperar. Por la noche, cuando ya todos habían partido, insistió:

¿Ahora podrá usted enseñarme?

El maestro lo invitó a entrar y lo llevó hasta su habitación. La luna llena brillaba en el cielo y todo el ambiente respiraba una profunda tranquilidad.

¿Ves esta luna, ¿qué bonita es? Ella cruzará todo el firmamento y mañana el sol volverá a brillar. Solo que la luz del sol es mucho más fuerte y consigue mostrar los detalles del paisaje que tenemos a nuestra frente; árboles, montañas, nubes. He contemplado a los dos durante años, y nunca escuché a la luna decir, ¿Por qué no tengo el mismo brillo que el sol? ¿Es que quizás soy inferior a él?

Claro que no, respondió el samurái, la luna y el sol son dos cosas diferentes, y cada uno tiene su propia belleza. No podemos comparar a los dos.

Entonces, ya sabes la respuesta. Somos dos personas diferentes, cada cual luchando a su manera por aquello que cree, y haciendo lo posible para tornar a este mundo mejor; el resto son solo apariencias.

MORALEJA

Quedando claro que la pura consciencia es universal, de la misma forma que la luz de todas las bombillas es una, pero puede expresarse de manera muy diferente. La bombilla puede ser azul, la bombilla puede ser verde, la bombilla puede ser roja; la forma de la bombilla también puede ser diferente. El cuerpo-mente sigue estando allí, y si el hombre que ha tenido la experiencia quiere expresarla, entonces tiene que usar el cuerpo-mente; no hay ninguna otra forma. Y su cuerpo-mente es único: solo él tiene esa estructura, nadie más.

Entonces ha experimentado lo universal, se ha convertido en lo universal, pero para el mundo, para los demás, él es un individuo único. Su expresión va a ser diferente de la de otros seres realizados. No es que él quiera ser diferente; tiene un mecanismo diferente y solo puede conectar contigo a través de ese mecanismo.

Somos diferentes individualmente. Y no hay contradicción. Uno puede experimentar lo universal, y, sin embargo, cuando le llega la hora de expresarse, tiene que ser un individuo.

Aprende de todas las fuentes, disfruta de cada ser único con el que te encuentres. Pero nunca sigas a nadie ni intentes ser exactamente como otra persona; la existencia no lo permite. Solo puedes ser tú mismo.

Sigue siendo tú mismo, porque los hombres como Jesús o Buda se encontraron por ser ellos mismos. Todos esos hermosos nombres: Lao Tse, Chuang Tzu, Lieh Tzu, Bodhidharma, Nagarjuna, Pitágoras, Sócrates, Heráclito, Epicuro, todos estos grandes nombres que han sido fuente de inspiración para tanta gente, eran ellos mismos y nunca se sentían inspirados por nadie. Así es como protegían su originalidad y seguían siendo ellos mismos.

Esto es la prueba definitiva: en dos mil años no ha habido otro Jesucristo; en tres mil años no ha habido otro Moisés.

La existencia nunca se repite.

La historia se repite porque pertenece a las masas inconscientes.

La existencia nunca se repite. Es muy creativa e inventiva. Y eso es bueno.

Es bueno que la existencia no se repita. Solo crea uno de cada clase y así ese ser siempre es especial, escaso.

Tú también eres el único de tu tipo. Solo tienes que florecer, abrir tus pétalos y derramar tu fragancia.