La iluminación espiritual

El descanso

Cuento Zen (293)

Ananda era el más fiel de los discípulos de Buda. Años después de que Buda muriera, se proyectó celebrar un Gran Consejo de la Iluminación, y uno de los discípulos fue a decírselo a Ananda. Pero para entonces Ananda no había alcanzado aún la iluminación, aunque se había esforzado durante años. De modo que no tenía derecho a asistir.

El día anterior a la inauguración del Consejo, Ananda tomo la decisión de ejercitarse durante toda la noche y no cesar hasta haber alcanzado la iluminación. Pero lo único que consiguió fue quedar exhausto, sin haber hecho el más mínimo progreso a pesar de todos sus esfuerzos.

Por eso, al amanecer decidió renunciar y concederse un descanso. En aquel estado, perdida toda ansia. Incluida el ansia de la iluminación, recostó su cabeza sobre la almohada y de pronto alcanzo la iluminación.

MORALEJA

Le dijo el río al buscador perdido: ¿Crees realmente que hay que inquietarse por la iluminación? Por muchas vueltas que dé, yo siempre estoy rumbo a mi origen. Esa es la verdadera filosofía, es que no debes hacer ningún esfuerzo, que solo relajándote llega la iluminación. Viene cuando te encuentras realmente relajado, sin tensión, sin esfuerzo; e inmediatamente te inunda con miles de luces.

Millones de personas han estado buscando y no han encontrado nada, sin ser conscientes de que la propia búsqueda les está poniendo tensos; su propio esfuerzo está creando un estado en el cual la iluminación no puede suceder. La iluminación solo puede suceder cuando estás tan en silencio, tan relajado, que casi no estas. Tan solo un puro silencio, e inmediatamente la explosión, la explosión de tu alma luminosa.

La gente rigurosa simplemente destruye su inteligencia y su cuerpo, y yo no creo que alcancen la iluminación. Las pocas personas que han alcanzado la iluminación lo han hecho en un estado relajado. La relajación es donde empiezan los destellos de la iluminación.

Por eso tu verdad no es para ser pensada, tiene que ser observada. Ya está ahí, no tienes que ir a ningún sitio para encontrarla. No tienes que pensar acerca de ella, tienes que parar de pensar para que pueda emerger a la superficie de tu ser.

Y para eso, se necesita que haya espacio sin ocupar dentro de ti para que la luz que esta oculta pueda expandirse y llenar tu ser. Y no solo llena tu ser, empieza a irradiar desde él. Toda tu vida se vuelve belleza, una belleza que no es la del cuerpo, sino la que se irradia desde dentro, la belleza de tu consciencia.