La iluminación espiritual

¿Insurrección o resurrección?

PATROCINIO NAVARRO

Imagen; ¿Insurrección o resurrección?; Patrocinio Navarro

DERECHOS Y LIBERTADES

¡Insurrección contra la globalización!

Estaba escrito en el muro de una estación de tren con un spray del color más rojo de todos los rojos. Era un grito que clamaba: ¡Insurrección contra la globalización! Y pensé: Sí, algo hay que hacer contra la globalización de la injusticia, de la miseria y del recorte progresivo de derechos y libertades. Algo hay que hacer, sí, pero ¿qué?.. ¿Cómo?.. ¿Con quién se cuenta? Y sobre todo: ¿con qué principios para que nos den su energía?

Hasta ahora ha habido diversos intentos paliativos y otros agresivos para toda la enfermedad mundial. Los paliativos consideran que una casa, por ejemplo, necesita reformas. Los otros, que esa casa no sirve y hay que derribarla. Y dentro de cada una de esas corrientes de opinión han surgido siempre grupos, siglas, personajes, pero la casa –siguiendo con el símil- poco se ha adecentado nunca y menos nunca se ha derribado, así que sigue necesitando cambios serios, pero no en su fachada, porque no se trata de colores ni de banderas, sino de cambio en sus estructuras y hasta en la misma filosofía del proyecto arquitectónico.

Si nos referimos a la casa Europa, por ejemplo, nos encontramos con un conglomerado de naciones gobernadas por la banca y las multinacionales de todo tipo, y donde los pueblos no tienen más que una apariencia de participar, tanto a nivel local como a nivel continental. Las decisiones las toman otros, aunque haya elecciones puntuales y previstas para tapar la boca a los que desean una Europa social, justa y participativa. La cuestión es ¿cuánto de cada eso y cómo alcanzarlo? Todo está diseñado en cualquier continente y país para que quienes aspiran al menos a una vida de clase media nunca tengan una mayoría capaz de cambiar la estructura de la casa y menos aún su filosofía. En todo caso se les permitirá decorar la fachada para que esté presentable en los telediarios y la gente crea en la democracia que le venden desde Bruselas o desde Nueva York. Por tanto, la gente normal, la que trabaja demasiado, se jubila cada vez más tarde, anda sumida en el paro, en la pobreza o en la exclusión social por culpa del diseño ultra liberal no tiene nada que hacer por el camino de votar en esas condiciones. No se trata de ir del lado de los fascistas, antieuropeístas, xenófobos, racistas, salvapatrias y demás lindezas, sino que el diseño de Europa y del resto del Planeta ha de converger hacia una verdadera democracia plural, participativa y dirigida desde abajo por los pueblos no desde arriba por banqueros y lobys, y que saque de sus sillones a los que actualmente los ocupan convocando las elecciones que les convienen para que todo el mundo siga su juego. Pero su juego no es nuestro juego, el juego de los trabajadores, de los jubilados, de los estudiantes, de los enfermos, de los niños y niñas, de los trabajadores y trabajadoras en paro, o de las familias que acuden a los comedores sociales. Tampoco se juega a favor de la Naturaleza y el reino animal. A cada uno de damnificados, estos señores que usurpan el poder de los pueblos no cesan de hostigarles con reformas laborales y recortes salariales y de derechos sociales que conducen a la situación en que se encuentran, incluyendo de paso a la propia Naturaleza. Y aún no han parado de inventar con su FMI, su BCE, su OMC, sus agencias de calificación, sus industrias contaminantes y demás plagas el modo de seguir adelante con sus políticas de destrucción social y medioambiental. Así que no se trata simplemente de no votar, sino de no votar a esa idea de Europa o esas otras propuestas emanadas del poder en todos los continentes, donde se nos ha metido con el señuelo del euro, el señuelo de la paz, el señuelo de los derechos humanos o cualquier otra excusa para iniciar la pobreza en Europa y en todas partes donde llega la larga trompa del vampiro neoliberal, y ya símbolo sangrante del principio de la pobreza insoportable de los países del mundo entero.

Al eco de aquella llamada en el muro de la estación, recordé la Historia de las revoluciones, recordé cuánta sangre, cuántos sueños construidos y cuántos desengaños, prisiones, torturas, pelotones de ejecución, exilios y rupturas familiares forzosas; cuántas enfermedades, hambre y privaciones, cuánta manipulación y fanatismo, cuantos odios, cuánto sufrimiento de la madre Tierra y de todas sus especies, cuánta literatura, y, en fin, cuánta energía de todo tipo se derrochó a lo largo de todos los tiempos en las revoluciones violentas en busca de justicia y libertades que hoy se nos vuelven a negar, sin poder finalmente ver realizados esos deseos que originaron tanta catástrofe personal y colectiva. Así que este no es el camino.

Quienes quisieron cambiar violentamente el estado de cosas existente -por la llamada derecha o, por la llamada izquierda intentaron imponer -por medio de insurrecciones políticas y/o militares, con la complicidad de la parte del pueblo afín a sus ideas- supuestas fórmulas de salvación nacional y dieron en eliminar o silenciar a quienes no comulgaban con sus ruedas de molino fanáticas. Y Fracasó Hitler, fracasó la Unión Soviética, mutaron de Maoísmo a capitalismo en China, van camino del capitalismo en Cuba, o se convirtieron en una cárcel esperpéntica y sangrienta como Corea del Norte. Sin embargo, las cenizas de aquellos fracasos siguen conservando rescoldos. Este es el caso del nacionalismo y del neofascismo cuyo sucio rostro vuelve a mirar el mundo desde la oficialmente liberal y culta Europa, y hay que reconocer que sigue teniendo cabezas cuadradas que les apoyan. Las suficientes para seguir pisoteando derechos.

Para configurar el gobierno de esta Europa de los ricos, como sucede en todos los continentes, la mayoría de la gente que vota, vota conservador. Sigue sin abrir el paracaídas de su mente. Por tanto: ¿qué se puede esperar cuando ganan los vendedores de paracaídas que no se abren, sino un gran batacazo mundial ? Así que las preguntas iniciales siguen en pie.

Gobierna hoy este neototalitarismo con corteza parlamentaria en España y en Ucrania y gana votos en Francia, y en el norte de Europa. Parece que ha llegado un soplo de viento feo de la Historia a este mundo que agoniza en todos sus flancos, y viene a avivar esas cenizas para descubrir las brasas que escondían las ideologías de odio, orgullo, egocentrismo, individualismo, violencia, deseos de poder, codicia, racismo, xenofobia y otros compañeros de viaje que son la médula verdadera del poder en el mundo y en la eurozona – por más que se intente camuflar. Bajo el soplo de este viento sucio no cesamos de retroceder hacia el pasado, lo que constituye una expresión de vejez de esta Europa de los mercachifles y usureros que pretenden arrastrar a su demencia a las nuevas generaciones para conducirlas hacia la esclavitud, la pobreza y la desesperanza.

Así que: ¿quién puede creer en esta Europa? Salir del euro, no pagar deudas que no debemos los pueblos, y negarnos a participar en los juegos de votos que se proponen desde Bruselas suena particularmente bien para empezar, pero con ello ni pretendo inducir a que nadie piense lo mismo ni que se me atribuya pertenencia a partido o grupo político alguno. Es que eso me parece algo de sentido común, lo mismo que otras cosas como que cada voto valga igual, dejar de subvencionar a la Iglesia y obligarles a pagar impuestos, anular y reparar los recortes que impone el neoliberalismo, separar el poder ejecutivo del judicial, acabar con la corrupción, las sicavs, los impuestos a la baja a los empresarios, la necesidad de existencia de un banco estatal y un salario mínimo interprofesional que permita vivir cómodamente a los trabajadores, con una misma cuantía para pensiones porque en la vejez aumentan los gastos sanitarios y las necesidades de ayuda.

Por lo mismo, conseguir una federación de pueblos y naciones en j Europa y en todo el mundo con una verdadera democracia no tutelada, eliminar los paraísos fiscales, facilitar una pensión por lo menos igual al salario mínimo a los desempleados sin posibilidad de reingreso en el mercado laboral, des-privatizar lo público privatizado en sanidad y otros servicios…Impuestos progresivos…. Una larga lista, pero una lista imprescindible si queremos tener naciones dignas verdaderamente unidas y en paz, no este engendro que padecemos en todas partes, pero eso se precisa algo más que siglas: un solo corazón. ¿ lo tenemos dispuesto? Esta es la cuestión inmediata.


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