La iluminación espiritual

Despertar e independencia

Cuento zen # 475

Cuento zen sobre el despertar y la independencia.

Un maestro cuenta acerca de sí mismo la siguiente historia:

Desde que era niño se me ha considerado un inadaptado. Nadie parecía entenderme. Mi propio padre me dijo en cierta ocasión: No estás lo suficientemente loco como para encerrarte en un manicomio ni eres lo bastante introvertido como para meterte en un monasterio. No sé qué hacer contigo.

Yo le respondí: Una vez pusieron un huevo de pata a que lo incubara una gallina. Cuando rompió el cascarón, el patito se puso a caminar junto a la gallina madre, hasta que llegaron a un estanque. El patito se fue derecho al agua, mientras la gallina se quedaba en la orilla cloqueando angustiadamente. Pues bien, querido padre, soy independiente, yo me he metido en el océano, he despertado y he encontrado en él mi hogar. Pero tú no puedes echarme la culpa de haberte quedado en la orilla.

MORALEJA

La independencia entra sólo por la puerta del no; por la puerta del sí sólo entra la dependencia. Por eso cuando estamos dormidos hay dependencia, impotencia. El otro es más importante que tu propio ser: El padre es más importante, y también la madre, la sociedad, el sacerdote, el político. Excepto tú, todo el mundo es importante; el otro es importante, tú todavía no estás ahí. Es un estado muy inconsciente. La mayoría de la gente se queda enganchada ahí; siguen estando dormidos. Casi el noventa y nueve por ciento de la gente sigue estando dormida.

Es una situación muy triste que el noventa y nueve por ciento de los seres humanos se queden ahí. Por eso hay tanta desgracia y no hay alegría. Y puedes seguir buscando la alegría, pero no la encontrarás, porque la alegría no es algo que se dé ahí fuera. A menos que tú te conviertas en un niño, serás incapaz de conocer la alegría. Esta no es algo que se da fuera, es una visión que crece dentro de ti. Es sólo posible cuando despertamos.

Cuando las personas están dormidas son loros. Son sólo memorias y nada más. Toda la vida consiste en creencias que te han dado otros. Ahí encontrarás a los cristianos, los musulmanes, los hindúes y los budistas. Ve a las iglesias, a los templos, a las mezquitas y encontrarás grandes reuniones de dormidos. No hallarás ni a un solo ser humano. Están repitiendo, como loros.

El dormido vive en la magia de la creencia. Funciona. Puede hacer milagros. Pero el dormido sigue siendo el dormido; le falta despertar.

La gente que reza en los templos y en las iglesias está bajo la influencia de la creencia. No saben qué es Dios, nunca han sentido nada parecido; sólo creen. La magia de su creencia sigue haciendo algunas cosas, pero eso es todo un pretexto, una especie de mundo onírico. No han despertado de la inconsciencia, del sueño. Y recuerda, no estoy diciendo que esta etapa no sea necesaria; es necesaria, pero una vez que la has completado tienes que salir, tienes que lanzarte al océano. No estás aquí para estar estático y dormido.