La iluminación espiritual

Religión y consumo de carne

JBN LIE

Imagen; Religión y consumo de carne; Jbn Lie

NOS VOLVEMOS AQUELLO QUE COMEMOS

Religión y consumo de carne: ¿Compatibles?

Hablar de amor y compasión y matar sin razón a los indefensos, son dos cosas que juntas son difíciles de tragar. Quizás por eso una de las preguntas más pertinentes a un practicante religioso es su relación con los animales. Está el dicho también de nada más feo que una monjita con un pedazo de pollo en la boca, y los ya bien conocidos documentos que aportan información sobre si Jesús comía o no comía animales. Así, la religión y el consumo de carne, nos abren varios interrogantes para empezar: ¿Son dos cosas compatibles?

Tratando de aportar en esta discusión presentamos en la revolución de la cuchara, un par de postales-reflexiones hechas por un swami. El, de nombre Padmanava Swami, es practicante del vaisnavismo, y siguiendo el llamado de su corazón y para acercarse a su ideal divino, no come carne. Los dejamos con el swami:

¿Que tu alimento sea tu medicina?

Nos volvemos aquello que comemos. Nos mimetizamos con las vibraciones contenidas en lo que nuestro cuerpo, vehículo inmaculado si los hay, ingiere a cada instante. Así que toca escoger de qué queremos estar hechos, en un sentido. Ser del flesh team nos volverá simple y gradualmente, un ente de consumo carente de compasión, y nuestro propio desenfreno llevará a nuestra propia auto consumación, en la que nos tragaremos a nosotros mismos, por decirlo de alguna manera. El vegetarianismo, como cualquier persona elevada dirá, es un GRAN paso hacia la evolución última no solo del ser individual, sino de la sociedad toda como conjunto de seres que comparten una misma esencia y deseo innato: el amor por sobre todas las cosas. ¿Te parece que la ilustración arriba exhibida tiene algo que ver con el amor?

Vamos de la mano: Infierno Simpático

Pará la mano, my dear. ¿Adónde me querés llevar con esa sonrisita made in solo quiero billete? Me parece que detrás de esos dientes que aparentemente sonríen y me invitan a jugar, se encuentra un organizado y macabro plan de aniquilar a todo y todos sin medir las consecuencias, con el único propósito de satisfacer el egoísmo de unos pocos. Esa es la invitación general de este mundo. No confíes en ella. La TV, la publicidad, los medios, y sobre todo tu propia mente influenciada por todos éstos, muy probablemente te inviten al infierno simpático. Stop, stop, stop. Pero toca saber como apretar el botón de stop.

Para eso, hay que tener otro control remoto, que nos dé la chance de apretar el botón de play, y que la obra que aparezca no sea otro desastre. Por lo tanto, elijamos claramente nuestra programación interna, y afiliémonos a aquella sucursal que realmente nos ofrezca algo tangible, en base al amor y la confianza, un mensaje universal que abrace a todos y nos dé el calor y la temperatura necesarios.


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