La iluminación espiritual

¿Quien es nuestro verdadero Maestro?

Cargas de energía negativa

Cargas de energía negativa de gran intensidad se expanden por toda la atmósfera.

Aunque no pensemos en ello a menudo o nunca, en nuestro mundo se libra una guerra permanente, y no me refiero ahora a las que conocemos a diario, sino a otra menos visibles, y que se manifiesta en ellas y en nuestras relaciones personales: es la guerra entre quienes están a favor o en contra de Dios. Y en las guerras que conocemos en la historia pasada o en la reciente, todos los bandos están en contra. Todos sin excepción, pues ni existen guerras justas ni nadie las organiza por motivos religiosos o por patriotismo. La religión es una excusa, lo mismo que el patriotismo. Son ardides de los enemigos de la vida para incitar al odio y la separación llevando a los jóvenes a la muerte y a los pueblos a la ruina física y moral. Solo por odios ancestrales, negocios, fanatismo, ignorancia y falta de amor y respeto al semejante, en suma, se organizan las guerras a fin de cuentas. Enormes cargas de energía negativa de gran intensidad se expanden por toda la atmósfera y eso tiene consecuencias globales sobre la energía electromagnética del Planeta y, en consecuencia, sobre el clima y cada forma de vida. Por supuesto, la energía negativa actúa sobre nosotros solo en la medida que estemos atrapados en la onda del odio, la violencia, la envidia, el rencor, la indiferencia o el desprecio a la vida, que son valores del ego, las sombras de nuestra alma.

En las batallas espirituales, las que se libran a diario en el interior de las conciencias, los que están a favor de Dios preguntan: ¿A quién debemos respetar? Y los justos responden: A todos. ¿Por qué a todos? Vuelven a preguntar los partidarios de Dios. Porque formamos parte de ellos como ellos forman parte de nosotros, pues vivimos de la misma energía-vida en el universo, como hijos de Dios.

En el campo contrario, los enemigos de Dios preguntan a sus partidarios: ¿A quién debemos respetar? Y estos contestan: Sólo a los fuertes de entre nosotros ¿Por qué? Preguntan de nuevo. Y escuchan esto: Porque creemos que son los más poderosos de entre nosotros, los más ricos y famosos, y nos han enseñado desde niños a admirarles, obedecerles y vivir de acuerdo con las normas que dicten. También nos enseñan a imitarles…Es a ellos a quienes serviremos si son agredidos, porque son nuestros modelos.

Y en esas dos posturas, los que están a favor de Dios llaman al otro hermano, piense como piense, y siente por él respeto (no por sus defectos sino por su verdadero ser) y los que están en contra de Dios llaman al semejante enemigo. No por su verdadero ser, sino por su apariencia, por lo que le han contado de él, o por encontrar en aquel reflejados defectos propios que no quieren reconocer. Y llegados al extremo no respetan nada de su supuesto enemigo: ni sus propiedades, ni su familia, ni su cultura, ni sus recursos naturales, ni su vida siquiera. Por eso puede vestir un uniforme o empuñar un amar.

Este es un punto crucial: al hermano lo respetamos cuando menos, y al que vemos como enemigo le perdonamos cuando uno mismo está a favor de Dios. Pero si se está en contra de Dios, ni a uno se le respeta ni a otro se le perdona. Incluso se le extermina.

Respetar la vida lleva además a no emitir contra nadie ni siquiera mentalmente impulsos negativos de odio o parecidos, pues toda esa energía negativa es en esencia la misma que mantiene las guerras a nivel sutil, y también la que acabaremos por recibir antes o después por la ley de siembra y cosecha. Cada uno escribe instante a instante su propio destino y el resultado final es la humanidad, el mundo que nos toca vivir y que depende enteramente de nosotros y desde luego, no del azar ni de ningún castigo de Dios.