La iluminación espiritual

Oveja perdida

POR: JESUS EL CRISTO

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PARÁBOLAS DE JESÚS

Después de este vivir en Dios en el Reino de Paz de Jesucristo, se producirá paulatinamente la transformación y la disolución de todas las formas aún densas. Entonces todos los seres que estén en Dios verán al Padre eterno cara a cara, dado que estarán viviendo en la Ley eterna, Dios.

Se Le acercaron entonces los publicanos y pecadores para oírle. Los fariseos y escribas murmuraban, diciendo: este hombre acoge a los pecadores y come con ellos.

Y les dijo esta parábola:

Y añadió esta parábola:

Yo, Cristo, explico, rectifico y profundizo la palabra:

Estas parábolas son a la vez mandamientos. Quien los guarda, perdonando y acogiendo a su prójimo en su corazón, está cumpliendo con ello los mandamientos que le señalan el camino a la vida eterna.

Quien guarda los mandamientos, no se fija solo en lo pecaminoso, sino mira el corazón que muestra arrepentimiento auténtico -así como el Padre celestial no mira los defectos y pecados de Sus hijos, sino únicamente lo que El ha creado: lo puro, noble y bueno-. Si Su hijo, mediante Su amor eternamente irradiante, se ha desprendido de sus defectos y ha saldado todos los pecados, Dios lo acogerá en Su gloria. Y Dios, el Eterno, no preguntará por lo que pasó, que ya está consumado. En el Eterno es el ahora, la eternidad, y Su hijo es el hijo de la eternidad; así lo ha creado El, el gran Espíritu, y así lo ve eternamente. ¿Por qué habría de preguntar Dios por el pasado, si contempla a Su hijo siempre en el presente, puro, noble y bueno?

Dado que Dios, el Padre eterno, conserva a cada uno de Sus hijos en Su corazón, ellos regresarán como hijos de Dios, como hijos e hijas del Eterno, y Yo, el Pastor de todas las almas y hombres, los conduciré a El.


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