La iluminación espiritual

Mareas negras y orden negro

POR: PATROCINIO NAVARRO

Imagen; Mareas negras y orden negro; Patrocinio Navarro

YA BASTA

Caravanas de gentes desesperadas se han puesto en marcha en África y América latina.

Todos ellos forman parte del gran movimiento mundial de los desesperados que huyen de las guerras, del clima, del hambre, del crimen organizado de las maras, de las mafias o de la persecución política. Forman cada uno por su lado una marea negra que avanza en todas partes: dentro de un mismo continente o saltando al más próximo. Este es, además, el preludio de un fenómeno mundial tan imparable como lo es el grito del ya basta de las mujeres reivindicando su derecho a ser igual al varón en todas partes. Caravanas de desesperados se han puesto, pues, a caminar como un grito unánime de ya basta. Es el grito del basta de injusticia y de pobreza; es el grito de miles de personas cansadas de mal vivir y mal morir decididas a hacer valer su derecho a estar en el mundo como lo están todos los demás.

¿QUÉ VA A SUCEDER?

Algo ya está sucediendo: crecen las sub-ciudades de refugiados y crece el rechazo de los gobiernos de los países ricos a dejarles pasar. Y esta actitud es la más cruel. Ni Europa ni los EEUU – que vendían al mundo su amor a las libertades, a la democracia y a los famosos derechos humanos hasta el punto de arrancarlos a cañonazos donde les parece-, tampoco están dispuestos y por el mismo desprecio a todo eso que dicen defender, a convertirse en acogedores samaritanos. Y esto les desenmascara ante la conciencia de la humanidad como ante el mismo Dios al que también fingen reverenciar en los templos y al que pretenden engañar tanto como a los ciudadanos.

Y si creen que con argumentos falsos, con propaganda xenófoba o con violencia van a evitar el efecto de sus políticas invasoras y expoliadoras, se equivocan. Por cada ahogado en el Mediterráneo europeo, por cada euro o cada dólar invertido en vallas de cuchillas, en alambradas y muros o en gastos militares para blindar fronteras con soldados, hay miles de hambrientos más a los que no les importa morir de todos modos, ya que de todas formas mueren como perros en sus lugares de origen. Tal vez por eso, la vida les importa tanto que no paran en minucias como el hambre, la inseguridad, los asaltos, la represión policial, el miedo y otros compañeros de viaje con tal de poder vivir con dignidad tras los muros de los ricos.

Estas marchas desesperadas no solo ponen a prueba la ética y la justicia de los gobiernos de los países por donde discurren, sino a los países elegidos como destino final porque poseen las grandes despensas repletas de bienes que por obra y gracia del imperialismo capitalista hasta pertenecen a los migrantes en todas partes. Qué irónica y cruel paradoja.

¿Y QUÉ HAY DE LOS GOBIERNOS DE LA MAREA NEGRA?

Es preciso añadir la indignidad, la ignominia, la crueldad sin paliativos de los gobiernos de los países de origen de los migrantes, ubicados en África o Latinoamérica. De tener un mínimo de sensibilidad, no ya de sentido de la justicia, no ya del sentido del deber para con los suyos -y a cuyas expensas viven siempre como dioses fatuos o rameras de los ricos occidentales- sino que si fuesen capaces de sentir una mínima empatía hacia ellos, hace tiempo que habrían puesto algún remedio para evitar tal desastre humanitario o habrían dimitido de sus cargos, avergonzados ante el mundo entero de su incapacidad, de su inmoralidad egoísta y de su maldad. Pero para ser empáticos es precisa cierta salud mental, no ser un psicópata como los responsables políticos de esos gobiernos. ¿Qué niveles de crueldad tendremos que ver en uno y otro lado del muro que separa en Europa y los EEUU a las victimas de sus verdugos? ¿Qué niveles de indiferencia del resto de los humanos ante estas tragedias?

EL SIGLO DEL HIERRO

Tiempos convulsos, inciertos y duros son los que nos está tocando vivir desde que comenzó este siglo desafortunado para tantos. Economía en manos de usureros que corrompen a jueces y políticos; tecnología de inteligencia artificial que produce desempleo y colabora al control mental de las gentes, valores éticos olvidados, guerras sin piedad ni control internacional, un cambio climático en progresión imparable, forman parte de ese poliedro que es el mundo que todo hemos contribuido a formar y que se presenta tan amenazador como amenazado.

Nos hallamos sometidos en todas partes, incluyendo lo países ricos, a un grado de estrés colectivo en todos los campos y de tal intensidad -promovido o consentido por los ocupantes de los altos sillones del poder- que la cordura individual y la empatía interpersonal se hallan en serio retroceso y esa es la razón de que la gente vote a psicópatas. Y es que se pierde el norte cuando se vive contra las leyes de la naturaleza que llevan a la salud del cuerpo y las de la vida espiritual que llevan a la salud mental y del alma.

Se nos quiere hacer creer que nos hallamos ante un mundo ordenado, donde eso de que nos vaya mal a miles o a millones de humanos solo son anomalías ocasionales, como las tormentas o los rayos sobre los árboles, pero resulta que no es así; que lo que se quiere que tengamos como orden es un desorden organizado, una estructura que hace posible las desgracias de las gentes basada en el funcionamiento de tres clases de grandes poderes:

Esto poderes son realmente una y la misma cosa: tienen la misma alma y se rigen por los mismos principios para obtener lo mismo de las gentes: energía y sumisión, aunque fingen andar cada uno por su lado.

Al primer grupo pertenecen por derecho propio a las religiones y toda clase de ideologías políticas y educativas encaminadas a justificar con toda clase de argucias teóricas, mentiras programadas y dogmas de diversa índole, la estructura jerárquica del conocimiento y el poder para obtener energía sumisión y privilegios.

La especialidad del segundo grupo la encabezan los llamados medios de comunicación y muchos de esos medios y fundaciones de la cultura oficial . Su cometido es conformar y manipular mentes, adormecerlas para servir a los intereses de los dueños de esos medios y de quienes les patrocinan, evitando que tomemos conciencia propia crítica sobre las cosas y los acontecimientos a base de entretenimientos absurdos o frivolidades sociales o deportivas, inventado falsas noticias, falsos problemas y absurdas preocupaciones mientras fingen ignorar las verdades y aspectos de la realidad que nos atañen.

Finalmente está el grupo de los que ostentan directamente el poder de un modo evidente, aunque ese poder esté realmente también al servicio de sus propios intereses egoístas o al de oscuros personajes y clanes industriales o financieros: son los jefes de Estado, los jefes militares, los jerarcas de las religiones y otros altos representantes de las naciones. Todos ellos forman el Estado Mayor del enemigo de Dios; todos ellos son los máximos responsables de que exista el mundo tal como es y de que haya tanta injusticia social, tanta miseria económica, tanto control violento legalizado sobre las vidas de la ciudadanía y de tanta ignorancia colectiva para hacer posible que sigan existiendo esas fuerzas contrarias a la evolución de la humanidad hacia una era de paz y de justicia que de todas formas llegará aunque eso lleve años de dramas y desgracias como las que estamos viendo en este siglo de color negro.


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