La iluminación espiritual

Liberación espiritual para sociedades libres

PATROCINIO NAVARRO

Imagen; Liberación espiritual para sociedades libres; Patrocinio Navarro

La cadena de interacción social

Si nos sinceramos entre nosotros, las gentes que compartimos el interés por la especie humana y el resto de seres vivos, fácilmente admitimos que no es posible formar una sociedad mejor si las gentes no son mejores, empezando por nosotros mismos, pues ¿quién está libre de defectos que no solo le perjudican en su evolución, sino que además introduce en la cadena de interacción social? Y si seguimos sincerándonos admitimos que para eliminar esos defectos, que pertenecen al lado espiritual de nuestra existencia y por tanto son carencias espirituales, necesitaríamos conocer precisamente un camino espiritual, y llevarlo a la práctica en nuestra vida cotidiana.

La humanidad en su conjunto estamos muy lejos de tal opción,
y esto ha tenido y tiene consecuencias muy graves para cada uno de nosotros,
para la madre Tierra y para el resto de seres vivos.

Sin duda la humanidad ha ido degenerando moralmente a medida que pasan los siglos. Esto no solo es visible en los grandes asuntos: guerras que aumentan, cada vez más crueles y de mayor alcance sobre las gentes, los animales y el medio ambiente; terremotos económicos cuyo epicentro es siempre el ombligo de los ricos. Pero también es visible en los asuntos relacionados con la moral personal. Una simple reunión de vecinos ya da una idea bastante aproximada de lo que hablamos: priman desconfianza, desafecto, y mucho yo, yo, yo. Es fácil rastrear eso mismo en cualquier grupo, y hasta en un partido de fútbol las extraordinarias dosis de violencia preexistente al grito contra el árbitro, o las prolijas discusiones que surgen en los trabajos cuando el pequeño yo cree no estar bien considerado, la proliferación de enfermedades del sistema nervioso, o los conflictos que por esa o parecidas razones surgen en la vida de pareja y la propia familia son buenas muestras de cómo estamos. Claro es que ese fenómeno multiplicado por todos los vecinos de una ciudad le imprimen carácter, que multiplicado por todos los ciudadanos de todas las ciudades reflejan el alma de un país. Y si seguimos multiplicando se nos muestra el panorama del mundo en toda su desnudez: está construido a nuestra imagen y semejanza; es nuestra obra.

El alma de las gentes de los países actuales se halla tan lejos en su mayoría de los grandes sentimientos que nacen del amor que engendra altruismo, bondad, justicia y unidad, que se puede decir que estamos hablando de una humanidad enferma en su conjunto formada por gentes espiritualmente enfermas en su conjunto. Gentes recelosas del otro, indiferentes al dolor ajeno, cada cual viviendo encerrado en su pequeño ego y celoso de que nadie pase de la muralla que interpone con el resto de la humanidad, empezando por los más próximos. Este es un retrato robot del mundo actual. Estas son las actitudes que manifiestan un espíritu mezquino, conservador, propenso a la envidia y a la imitación de los que se les hace ver por todos los medios que son los prototipos sociales: ricos, famosos y agasajados. Esta es el burdo reclamo de los poderes dominantes. Y las mayorías de las gentes quieren eso. Y es es una importante razón por la que tienen tan poco éxito las proclamas socialistas- menos cuanto más radicales- reclamando justicia, libertad, unidad, igualdad. Antes que un problema de conciencia social que se pretende crear existe este problema de conciencia espiritual que se pretende obviar. Y es este problema medular sin resolver, esta falta de amor generalizada, este estancamiento evolutivo, lo que explica el inmovilismo general ante tantas guerras, tantos abusos de poder, tantas injusticias y tanta explotación como jamás se ha visto en la historia. Nunca como hoy fueron tan ricos los más ricos ni tan poderosos los más poderosos. Les concedemos ese privilegio porque hemos renunciado antes a la soberanía personal y a la riqueza espiritual personal.

Y esto no es el final, sino la pendiente que lleva al precipicio. ¿En qué medida somos conscientes de este problema? ¿En qué medida son conscientes los que predican la necesidad de cambios sociales queriendo dejar a un lado la revolución espiritual, el verdadero motor de cambio del mundo?


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