La iluminación espiritual

El largo viaje de la materia

ALGO QUE DA QUE PENSAR

¿Es eterna la materia?
Conocer la respuesta es de vital importancia.2

Seamos de la tendencia espiritual que seamos, o creamos o no en ello, somos almas encarnadas en cuerpos materiales que duran lo que duran. Almas que una y otra vez regresamos a los mundos materiales, buscando seguir con nuestros deseos mundanos o buscando avanzar espiritualmente. Así, vivimos creyendo que todo es materia, o vivimos sabiéndonos ocupando cuerpos materiales tan solo como una oportunidad para purificar nuestra alma encarnada.

Los materialistas, aferrados a lo que pueden percibir con sus sentidos y a las opiniones de algunos científicos, revisten a la materia de eternidad, minimizando o despreocupándose de preguntas como: ¿Por qué existe?.. ¿De dónde procede y cuál es su papel en el Cosmos? Curiosamente esta es la misma actitud que adoptan respecto a sí mismos, acerca de por qué existen, de dónde proceden y cuál es el sentido de su vida en el conjunto de la Vida universal. Se ven como piezas separadas destinadas a perecer cuando llegue la hora.

El cristianismo originario enseña que la existencia de la materia es consecuencia de la involución espiritual de quienes se rebelaron contra Dios en los reinos celestiales, y que se conoce como Caída. Naturalmente esto no sucedió de la noche a la mañana, sino a lo largo de eones incalculables de tiempo, que comenzó a contar con la materia, de la cual es inseparable.

El Creador -que nunca castiga- cedió a Sus hijos rebeldes partes de Planetas y soles espirituales como refugio habitacional tras la Caída, y con ello se inició un proceso de disminución de la frecuencia energética de los mundos de la Caída para adecuarla a la menor frecuencia vibratoria de los espíritus rebeldes, aún no humanos.

Este progresivo descenso de fuerza vibratoria de la energía concluyó finalmente en materia, que no es otra cosa que energía degrada, energía de baja frecuencia y que constituye el cosmos material, tanto el visible ordinario como el invisible del mundo astral, que es semimaterial, y que en el cristianismo se conoce como planos de purificación de las almas o planetas de purificación, con diversos niveles de sutilidad.

Desde la Caída, y por ese proceso de ralentización de la frecuencia vibratoria de la energía cósmica, aquellos seres antaño puros llegaron a tener cuerpos físicos e iniciaron un lento proceso de humanización hasta llegar a tener la forma humana que nos representa y habitar así en un Planeta como este. Cuerpos materiales en un Cosmos material.

Como el movimiento es continuo en el Universo, llegará el día -y ya ha comenzado la cuenta atrás con el cambio climático- en que este Planeta llegue a ser lo que era antes de la Caída: una joya divina en el Reino de los Cielos puros. A medida que avance este proceso, solo será refugio para aquellos cuya alma se haya purificado en la medida en que la Tierra lo haga. Aquellos que la maltratan y convierten en estercoleros, ya no podrán encarnar en ella por la diferencia de nivel vibratorio entre ellos y la Tierra más purificada, que con el llamado cambio climático ha iniciado ese viaje de vuelta a su origen puro. Y no solo la Tierra, sino todo el universo material, con sus galaxias, sus soles y planetas, tanto los visibles como los no visibles o del mundo astral. El proceso de regreso ha comenzado seriamente, porque se acaba la energía de la Caída que nos fue concedida por nuestro Creador al abandonar los Cielos puros. Y como seres espirituales encarnados que somos, esto nos afecta directamente y constituye un desafío para nuestra alma. ¿Trabajaremos a favor o en contra de ese movimiento de vuelta a Casa? Esto es como decir: ¿Estaremos a favor o en contra del plan de Dios?

El enemigo de Dios y quienes le siguen, se oponen, porque su plan es la destrucción de lo Creado, y si pudieran, del mismo Dios. Sin embargo, ese plan ya ha fracasado en los mundos espirituales, y Dios toma poco a poco el control de la Tierra para que esta pueda ser purificada, mientras Cristo va haciendo llegar su energía a la atmósfera espiritual del Planeta para que pueda ser purificada. Así que estamos inmersos en una seria batalla: o con Dios y Cristo o con Sus contrarios. Lo primero nos impulsa al Cielo de donde procedemos. Lo segundo, nos ata a la Tierra.

Se avecinan días amargos, como amargas son todas las batallas, pero Cristo anunció que tras estos tiempos vendrá. Su Reino de Paz, donde los enemigos de Dios serán atados. Y una nueva Tierra dará cobijo a almas más evolucionadas, mientras les será imposible encarnar a aquellos que eligieron atarse a la materia con todas sus consecuencias, ignorando o despreciando a Dios.

El origen y el sentido finalista del viaje de la materia les resulta difícil de aceptar a los materialistas, incluso el de su propio viaje personal, destinado a volver antes o después a los cielos puros, pues ellos viven en la creencia de que carecen de alma y que son únicamente materia viva que muere y se descompone con el tiempo: simples entidades biológicas donde el BIOS está supeditado a la duración del cuerpo material. Creen que este da la vida.

De nuevo se encuentran aquí los materialistas con otro gran enigma: la vida. ¿De dónde procede y por qué existe el Universo? Ellos son de la opinión de que todo eso procede de una gigantesca casualidad, de una casualidad cósmica de infinitos matices, donde Dios no tiene nada que ver: prefieren atribuir al azar -su dios caprichoso- todo ese portentoso monumento llamado Cosmos con todas sus formas vivas y su increíble organización.

Sin embargo, este análisis anda bastante errado si tenemos en cuenta también la evolución de la Ciencia desde el primer tercio del siglo pasado hasta hoy, que se acerca a la visión de los místicos y profetas de todos los tiempos. La Ciencia se acerca a Dios. Pero suele suceder, y es otra característica del modo de pensar materialista, que no les interese la mística ni la parte de la ciencia -es el caso de la Física cuántica- que cuestiona las líneas generales del materialismo, anclado como está en una visión del mundo de hace dos siglos, con raíces en los filósofos materialistas griegos. A estos sí les interesaría hoy la Física cuántica y el viaje de la materia a través del universo. Eran mentes más abiertas y desprejuiciadas.