La iluminación espiritual

La trofología y la dieta saludable

POR: AKASHICOS

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EL DECÁLOGO DE LA DIETA SALUDABLE

Trofología y orden natural.

Quería acercarles los principios básicos de la trofología, que como herramienta preventiva y terapéutica la Medicina Tradicional China tiene desde tiempos milenarios y cuyos principios se fueron elaborando desde los versos que el TAO trajo a su cultura. La dieta constituye un elemento muy importante dentro de la Medicina Tradicional China. Los chinos consideran que la mayoría de los alimentos son medicinales, y que si se sigue una dieta adecuada, se realiza un poco de ejercicio y se hacen ejercicios respiratorios, se pueden remediar las dolencias leves. Esta dieta clasifica los alimentos en diferentes categorías. La fundamental es la del yin y el yang, pero a ella se asocian las cuatro energías, los cinco elementos, los cinco sabores y el movimiento del chi. Dichas categorías se vinculan entre sí de una forma bastante compleja, y se tienen todas muy en cuenta a la hora de recomendar una dieta adecuada.

El yin y el yang

La teoría del yin y del yang surge a partir de la simple observación de la naturaleza y describe el hecho de que todos los fenómenos naturales tienen su propio fenómeno opuesto que lo complementa. Así pues, el yin se asocia con la oscuridad, el frío, la noche y lo femenino, mientras que el yang se vincula con la luz, el calor, el día y lo masculino. Todos los fenómenos poseen aspectos del yin y del yang. El yin y el yang se complementan de forma natural: dependen uno del otro y se compensan el uno al otro. También pueden influenciarse mutuamente: un exceso de yin puede transformarse en yang y viceversa.

Se cree que cualquier desequilibrio entre el yin y el yang dentro del cuerpo provoca enfermedades y problemas emocionales, siendo una dieta pobre uno de los factores que puede provocar este desequilibrio. Todos los alimentos contienen aspectos del yin y del yang, pero algunos pertenecen de modo predominante a una u otra categoría.

Una de las grandes ventajas de aprender el Tao consiste en que sus principios básicos son aplicables a todo, desde lo macro cósmico hasta lo microscópico. En el caso de la nutrición, el principio fundamental taoísta de mantener el equilibrio entre el Yin y el Yang se aplica armonizando las Cuatro Energías y los Cinco Sabores de los alimentos. Veamos entonces este asunto.

Las Cuatro Energías de los alimentos son:

  1. Calor.
  2. Tibieza.
  3. Frescor.
  4. Frío.

Estas categorías definen la naturaleza y la intensidad de la energía que se libera en el organismo humano al ser digerida la comida.

Los alimentos calientes y tibios corresponden a Yang; los frescos y los fríos corresponden a Yin. Los primeros son estimulantes y generan calor, mientras que los segundos son calmantes y refrescan los órganos.

Los Cinco Sabores constituyen una distinción más sutil, basada en las Cinco Actividades Elementales:

  1. Dulce (tierra), páncreas/estomago.
  2. Amargo (fuego), corazón/intestino delgado.
  3. Agrio (madera), hígado/vesícula biliar.
  4. Picante (metal) pulmones/intestino grueso.
  5. Salado (agua) riñones/vejiga.

Cada uno de los Cinco Sabores posee una afinidad natural (gui jing) por uno de los cinco órganos sólidos Yin y su correspondiente órgano huecos Yang: el sabor dulce influye en páncreas/estómago; el amargo se mueve hacia el corazón/intestino delgado; el agrio tiene afinidad con hígado/vesícula biliar; el picante afecta a pulmones/intestino grueso, y el salado se asocia con riñones/vejiga.

Los efectos terapéuticos de las Cuatro Energías y los Cinco Sabores son los siguientes:

Los alimentos que son básicamente yin se consideran fríos, húmedos, suaves y de color oscuro. Los alimentos Yin frescos y fríos calman los órganos vitales y están recomendados para los menús estivales, así como para combatir las enfermedades Yang calientes tales como la fiebre y la hipertensión. Son yin los alimentos acuáticos, como el pescado y las algas, los que crecen en la oscuridad o bajo tierra, como los champiñones y las raíces, así como la avena, la cebada, el pato, el conejo, el cerdo, los nabos, la berenjena, la remolacha, la calabaza, el pepino, el berro, las espinacas, el ruibarbo, el tomate, la lechuga, el trigo, el tofú, la soja germinada, los brotes de bambú, la col, el plátano, el limón, el pomelo, las peras, la sandía y la cidra.

Los alimentos básicamente yang son cálidos, secos, duros y por regla general presentan una tonalidad clara. Los alimentos Yang tibios y calientes estimulan los órganos vitales, generan calor corporal y están recomendados para consumo invernal así como para mitigar las enfermedades Yin frías como la anemia, los escalofríos y la fatiga. Suelen crecer en el campo, sobre el suelo y en lugares luminosos. Son yang el buey, el cordero, el pollo, algunos mariscos como los mejillones, el ajo, los espárragos, el apio, el hinojo, el perejil, el puerro, la albahaca, la canela, el clavo, el cilantro, el comino, la soja, el pimiento, las gambas, los albaricoques, las cerezas, las castañas, la piel de naranja, los melocotones, los mangos, los chiles y el alcohol.

Los taoístas equilibran sus dietas con ciertas indicaciones buscando:

En combinaciones inadecuadas los alimentos más frescos y puros pueden resultar inútiles desde el punto de vista de la nutrición y perjudican la digestión, causan putrefacción y fermentación, dificultan la asimilación y provocan conflictos en la energía interna.

Para evitar la putrefacción, facilitar la digestión y favorecer una rápida eliminación de los desechos, por ejemplo todas las comidas cuyo principal componente sean las carnes cocidas deberían complementarse con una dosis de enzimas proteolíticas activas, que hoy en día se encuentran fácilmente en los establecimientos de comida naturista y de régimen.

Para favorecer los principios digestivos naturales, en vez de entorpecerlos, basta con observar las siguientes indicaciones dietéticas básicas:

Coma con moderación y disfrutará de una vida larga y saludable. La medida taoísta básica consiste en comer hasta sentirse lleno en un 70% u 80%. La Madre Naturaleza castiga invariablemente a los glotones con toda suerte de desgracias. El cuerpo humano es sencillamente incapaz de aprovechar las enormes cantidades y complejas combinaciones de comida con que el hombre civilizado y sedentario tiende a atiborrarse cada día.

Mastique bien la comida antes de ingerirla. Esto se aplica sobre todo a los hidratos de carbono, que necesitan ser previamente digeridos por la ptialina, una enzima alcalina que se encuentra en la saliva. El consejo de Gandhi a este respecto tiene ecos de sabiduría taoísta: Bebe tu comida y mastica tus bebidas, lo cual quiere decir que los alimentos sólidos deben masticarse hasta que adquieran una consistencia líquida antes de ser tragados, mientras que los líquidos deben ser ingeridos tan lentamente como los alimentos sólidos.

Evite los alimentos y bebidas cuya temperatura sea extremadamente fría o caliente. Una sopa excesivamente caliente, por ejemplo, irrita la delicada mucosa del paladar y del esófago, lo cual perjudica la salivación y la peristalsis.

Uno de los peores crímenes digestivos es el de beber durante las comidas agua con hielo u otros líquidos helados. Tales bebidas frías, al llegar a un estómago lleno de comida, provocan el cierre por contracción de los minúsculos conductos que secretan los jugos gástricos, con lo que interrumpen la digestión y desencadenan la putrefacción y la fermentación del bolo alimenticio. Cuando la temperatura del estómago se normaliza de nuevo, ya es demasiado tarde para iniciar una digestión correcta.

De hecho, cualquier bebida que se ingiera en grandes cantidades junto con la comida diluye los jugos gástricos y dificulta la digestión. El vino y la cerveza, empero, constituyen excepciones a esta regla, porque son bebidas fermentadas (es decir, predigeridas) que, al ser tomadas en cantidad moderada, contribuyen a facilitar la digestión. Incluso la Biblia aconseja tomar un poco de vino por el bien del estómago.

A causa de la degeneración dietética provocada por la civilización la dieta humana actual -sobre todo en el mundo occidental- se compone principalmente de alimentos refinados, desnaturalizados y excesivamente cocidos, indiscriminadamente combinados entre sí. Algunas de las consecuencias que ha de padecer la gente por haber eliminado los alimentos fibrosos de su dieta y dedicarse en cambio a las proteínas animales concentradas y a las féculas refinadas las describe a continuación el Dr. Robert Jackson:

La eliminación en la dieta de esta sustancia de desecho (la fibra) elimina también de nuestros alimentos el estímulo natural para la actividad muscular de la pared intestinal... Esto conlleva una disminución en la velocidad del flujo intestinal. La menor velocidad del flujo intestinal conlleva a su vez la descomposición de las proteínas y una fermentación muy superior a la que correspondería normalmente para los hidratos de carbono; la primera tiene como consecuencia la producción de toxinas muy activas, y la segunda, de sustancias irritantes para la pared intestinal... Así se crea un círculo vicioso, que conduce a un estado de intoxicación crónica del cuerpo desde el aparato digestivo, pues la menor velocidad con que circulan los alimentos en el organismo no solo provoca fermentación y descomposición, sino que también deja más tiempo para que la sangre absorba las toxinas así producidas.

V. E. Irons, especialista del colon y muy experimentado en ayunos, describe el moderno desastre dietético en los siguientes términos:

En muchos casos, los alimentos permanecen en el interior del cuerpo durante meses e incluso años. Estos alimentos se pudren y descomponen, y se incrustan en los pliegues y rendijas del colon... En la mayoría de la gente, el colon, en lugar de ser un sistema de alcantarillado rápido y eficaz, se ha convertido en un pozo negro estancado.


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