La iluminación espiritual

La personalidad es la verdadera mascara

POR: BARRY LONG

Imagen; La personalidad es la verdadera mascara; Barry Long

EL SER DETRÁS DE LA MÁSCARA

Hace mucho, mucho tiempo, cuando los seres humanos no estaban tan fijados en sus cuerpos físicos como están hoy, vivía un hombre (¿o era una mujer?) que se hizo una máscara maravillosa, una máscara que podía poner muchas caras.

El hombre se ponía la máscara y se entretenía acosando repentinamente a la gente y observando sus reacciones. A veces la máscara estaba riendo, a veces llorando, a veces haciendo muecas y frunciendo el ceño. Sus víctimas siempre quedaban impactadas al ver una cara tan extraordinaria, antinatural y desconocida, aun cuando estuviese sonriente. Pero para él no hacía ninguna diferencia que ellos se rieran o lloraran. Todo lo que quería era la excitación de sus reacciones. Sabía que era él mismo detrás de la máscara. Sabía que él era el bromista y ellos el objeto de la broma.

Al principio, salía por un rato con la máscara puesta, un par de veces al día. Luego, como se acostumbró a la excitación y quería más, empezó a dejarse la máscara todo el día. Finalmente, no viendo la necesidad de sacársela para nada, dormía con ella puesta. Durante años, el hombre anduvo errante por la tierra, disfrutando detrás de la máscara. Hasta que un día se despertó con un sentimiento que nunca había sentido antes: se sentía solo, separado, algo le faltaba.

Se levantó bruscamente, alarmado, y se paró frente a una hermosa mujer, e inmediatamente, se enamoró de ella. Pero la mujer dio un alarido y salió corriendo, impactada por el rostro aterrador y desconocido.

¡Deténte! ¡Yo no soy esto!, gritó él, retorciendo la máscara para arrancársela.

Pero era él. La máscara no salía. Estaba pegada a su carne. Se había vuelto su rostro.

Este hombre, por medio de su máscara fabulosa, fue la primera persona que entró a este mundo infeliz.

Pasó el tiempo. Por más duramente que trató de decirles a todos el desastre que se había causado a sí mismo, nadie le creía. Y, de todos modos, nadie estaba interesado en escucharlo porque todos lo habían copiado. Todos se habían puesto sus propias máscaras para lograr la nueva excitación de jugar a ser lo que no eran. Al igual que él, todos se habían vuelto la máscara.

Pero ahora, algo peor había sucedido. No solo se habían olvidado de la broma y el bromista sino que también se habían olvidado de cómo vivir alegremente, como el ser detrás de la máscara.

Cómo fue que el hombre, con el tiempo, puso un punto final a la mascarada y volvió a su ser dichoso, es el final de la historia, porque todas las fábulas deben tener un final feliz. Sin embargo, solamente cuando tú, el lector, estés alegre y libre de infelicidad ahora (que es en cualquier momento) la historia terminará verdaderamente. Porque tú eres el hombre o la mujer con la máscara.

La máscara que estás usando es tu personalidad. Mira en el espejo del baño: es ésa. Observa las caras que pones. A veces aprobando, a menudo desaprobando. La verdad es que no puedes creer que eres tú. Entonces miras en todos los espejos por los que pasas, hasta en las vidrieras de los negocios, para asegurarte y confirmarte que eres tú.

A veces hasta tienes el sentimiento extraño e irracional de querer sacarte la máscara, ¿no es así? Esto no es inusual. Solo que a la gente no le gusta hablar de ello, suena tonto. Pero cuando empiezas a ser honesto, no es tan tonto, ¿no?

La carga más grande que estás llevando en tu vida es tu personalidad: la tensión de la simulación. Mantener la simulación te aplasta y te chupa la vida.

Culpas a muchas cosas por la sensación de pesadez y falta de vida. Culpas a tu trabajo, a tus relaciones, a tu dieta, a tus problemas. Y sin embargo es tu personalidad la que te ha separado de tu alegría y vitalidad naturales.

La personalidad te vuelve preocupado y emocional. Es la causa de tus humores y dudas de ti mismo, tus depresiones y tus momentos de miseria. Confunde tu mente. Es temerosa del futuro y está llena de culpa o remordimiento por el pasado. Se pone apática, aburrida e inquieta con el presente. Es la sombra insospechada que se desliza entre tú y tu pareja. Es la astucia y la suspicacia en los ojos. Vive de toda clase de estímulo: bueno y malo, depresión y excitación.

Y tiene un profundo temor de ser desenmascarada, descubierta como la falsa y aguafiestas que es.

LA PERSONALIDAD ES EL ROSTRO DE LA DESHONESTIDAD

¿Reconoces algunos de estos síntomas en ti?

Entonces estás listo para empezar a desmantelar la personalidad. Digo desmantelar porque la personalidad es un manto, una capa. Y has arrojado el manto de la personalidad alrededor tuyo, para escudarte de lo desagradable del mundo y lo dañino de la gente.

Has hecho de la personalidad tu protector. Has cedido gran parte de tu autoridad. Entonces la personalidad salta en tu defensa inmediatamente cuando te sientes herido, amenazado o criticado. Golpea duramente por ti, con palabras agudas o hirientes. A veces te sobresaltas ante su violencia e insensibilidad. Pero, por otro lado es tu campeón, tu defensor. Entonces disculpas y sigues mansamente su conducta, a menudo pasmosa. El taimado protector, al darle poder absoluto, se vuelve el dictador absoluto y te desesperas porque sientes que nunca serás libre.

La verdad es que no tienes necesidad de esta protección. La personalidad es como un matón en la escuela, a cuya pandilla te uniste alguna vez para mayor seguridad. Después, cuando ya has crecido, viene y te convence de que todavía lo necesitas. Puede hacer esto porque, sin saberlo, albergas todo el dolor de ayer: los viejos miedos y las heridas de tu infancia, de tu juventud y de tu vida adulta. El matón, conociendo tu miedo, no te dejará solo. Y te aterroriza perder su protección.

Sin embargo, la personalidad tiene su lugar y su rol. Es un amo muy malo, pero es un buen sirviente. No se le debe permitir al sirviente que rija tu vida. Ya la ha confundido lo suficiente.

Todo lo que percibes que está equivocado en el mundo es el resultado de la personalidad de alguien. De hecho, el mundo mismo fue construido por la ignorancia de la personalidad. Es por eso que el mundo es un lugar tan cruel, explotador y deshonesto comparado con la belleza y la integridad de la Tierra y la naturaleza. Tal como la personalidad vive de ti y consume tus recursos, así está el mundo agotando los recursos de la Tierra.

EL MUNDO ES LA PERSONALIDAD DE LA TIERRA

Voy a mostrarte tu verdadera naturaleza, la naturaleza con la que naciste, y tu naturaleza falsa, el fundamento de tu personalidad, la fuente de tu infelicidad. Verás con una nueva luz cómo funciona el genio de la naturaleza, cómo llegaste a estar separado de ese genio natural y cómo puedes volver a vivir en armonía con él. Explicaré cómo se desarrolla la personalidad y de dónde viene realmente, para que entiendas lo que es.

De lo que te irás dando cuenta gradualmente acerca de la personalidad es que no soy yo. Describiré que es , el real , el ser detrás de la máscara y la manta de la personalidad. Estarás descendiendo a tu propio subconsciente donde reside la verdad del asunto. Descubrirás en ti mismo una mayor presencia de autoridad. Te harás más responsable por tu vida, enderezando para siempre tus relaciones confusas y corrigiendo las situaciones con las que tu personalidad te ha dejado.

NACEMOS SIN PERSONALIDAD

No naciste con tu personalidad. Naciste sin nada.

Y puedes verlo mirando a un bebé recién nacido. Un bebé es un cuerpo de amor. Recién ha salido del misterio, del lugar casi sin tiempo que es el útero. He allí el hermoso cuerpito, sus movimientos adorables y su apariencia dulce y fresca. La gente adora oler a los bebés. Los levantan y entierran en ellos sus narices, y la fragancia no es por cierto solo la del talco. El bebé tiene un olor que no es de los cinco sentidos. Es el olor psíquico de la inocencia. Y esa inocencia todavía está en ti.

Sin embargo, hay algo que falta en un bebé. Aun con toda su belleza y su maravilla, no puede tratar con el mundo. Alguien tiene que pensar por él y protegerlo. Al bebé le falta la experiencia de vivir. El adquirir experiencia lo llamamos crecer o envejecer. Eso es lo que has hecho. El cuerpo de amor original del bebé todavía es tu cuerpo, pero algo le ha pasado. Ha experimentado el vivir.

Habiendo ganado la experiencia de todos tus años, ¿puedes decir que todavía estás sin carga como un bebé recién nacido? ¿Eres inocente? ¿Puedes decir que eres esa inocencia ahora, como eras originalmente? Si no es así, ¿por qué no?

Estoy haciéndote esta pregunta a ti, el lector, el ser que una vez fue un bebé y ahora es un adulto. Esto es acerca de ti. Estoy hablando acerca de tu experiencia y lo que es verdadero en tu experiencia es la verdad. Entonces, ¿qué es verdad en tu experiencia?

Hay dos modos de responder, desde adentro o desde afuera. Desde afuera, mirando tus tensiones, preocupaciones y problemas, podrías decir: No. Estoy cargado por muchas cosas que conozco y recuerdo, mi culpa, mis dudas, mis miedos. A veces soy libre pero, tan pronto como me lo recuerdan, sé que no soy inocente y empiezo a estar ansioso y a preocuparme. Pero en tus momentos más hondos y serenos podrías decir: Sí, soy inocente. Y esa es la verdad. Porque interiormente eres siempre el niño dulce e inocente que eras, no importa tu edad en años. La dulzura y la inocencia son tu naturaleza.

Pero igual que un bebé, la dulzura y la inocencia no tienen lugar en este mundo si no tienen protección. Serán pisoteadas, manipuladas, explotadas, abusadas y maltratadas. ¿Cómo puedo ser dulce e inocente como un bebé en un mundo como éste? Por supuesto que no puedes. Acá afuera no puedes ser lo que eres adentro. Así es como parece ser. Pero la naturaleza, la Madre Naturaleza, provee la solución, naturalmente. La solución es la experiencia.

Vivir significa juntar experiencia. No puedes vivir sin aprender del modo más difícil que si hay vidrios en el camino mejor que no los pises con los pies descalzos. Del mismo modo, nuestra hermosa naturaleza interna es protegida por el buen sentido de nuestra experiencia. Pero parece que hemos olvidado esto. En lo que concierne a nuestra vida emocional, ignoramos nuestra experiencia duramente ganada. Alcanzamos y abrazamos repetidamente aquello que nos lastima y nos lacera. Soportamos y nos quedamos con gente manipuladora, emocional y enojada: gente dañina. Sucumbimos ante las demandas egoístas de sus personalidades y la nuestra. Permitimos que las personalidades de otras personas vivan de nosotros, así como nosotros vivimos de ellas. En un intercambio loco y perverso nos ponemos de acuerdo en explotarnos los unos a los otros, y sufrimos, cada uno a su turno.

¿Quieres realmente vivir con una pareja enojada, emocionalmente demandante o indiferente? Por supuesto que no. Tu inocencia no puede relacionarse con un amor tan destructivo (si puedes llamar amor a eso). Pero ya no vives más a partir de tu inocencia y tu experiencia pura, el amor con el que naciste y el buen sentido que desarrollaste. Tu personalidad se ha metido en el medio. Y ahora, en tu vida emocional, tu vida amorosa, no sabes cuál es cuál: cuál es el buen sentido y cuál es el aguafiestas.

¿QUIERES SUFRIR?

¡Qué pregunta tonta!

Pero, ¿de qué otro modo explicas la manera en que soportas el innecesario dolor que te causa tu familia y tus amigos? ¿Cómo explicas la manera en que esperas que tus seres queridos y tus amigos soporten tus malos humores?

Disculpas este extraño modo de convivir diciendo: Nadie es perfecto. Tenemos que soportarnos mutuamente los humores y las infelicidades. Pero yo te pregunto: ¿Es así? ¿Tienes que soportar las depresiones, el enojo y la infelicidad de los otros? ¿De dónde sacaste esa idea loca?

Te lo diré. Viene de tu personalidad, y de las personalidades de los otros. Y es una completa mentira. Has sido engañado y no lo sabes. No te das cuenta que la miseria, la depresión y los conflictos son para la personalidad tan satisfactorios y plenos como la excitación, la aventura y la nueva experiencia. La personalidad halla estímulo en ambas cosas: altos y bajos. Pero tú no. Disfrutas naturalmente el estímulo de nuevas y variadas experiencias, pero tu verdadera naturaleza no quiere herir a nadie como resultado de ello. La personalidad no se preocupa en absoluto por quién es herido o quién sufre, seas tú o cualquier otro. Ella solo quiere la experiencia, buena o mala. Tú verdaderamente quieres el bien para ti y para todos. Esto se debe a que en tu parte más profunda, en tu inocencia, eres bueno, eres amor, amor viviente.

El amor es tu verdadera naturaleza. La personalidad es tu naturaleza falsa.

EL AMOR ES TU FUNDAMENTO

De este fundamento interior surge tu inteligencia, que mira hacia afuera y ve el mundo externo. Eres como una flor adorable: tus raíces firmemente plantadas en el amor, y tu percepción de la vida brillando con belleza y con la intención del bien, para que todos los que puedan verlo, lo vean. Esa es la verdad. Eso es lo que eres... O eso es lo que eras antes de que tu personalidad se hiciera cargo. Ahora oscilas entre los dos. Un día estás amoroso, contento y dulce; al día siguiente estás aburrido, deprimido, ansioso o malhumorado, y los que te rodean sufren.

Entonces, ¿de dónde viene la personalidad? Viene del dolor, del dolor emocional. Mientras estabas ganando experiencia, involuntariamente juntaste dolor. Lo acumulaste poco a poco, como infante, niño, adolescente y adulto. Cada vez que te sentiste herido por otros o fallaste en obtener lo que querías, una emoción dolorida surgió y se pegó a la emoción anterior. Imperceptiblemente, una bola de dolor pasado creció dentro tuyo. Y de ese dolor surgió la personalidad: la persona que no eres. Tú eres amor. El nombre de esa persona dolorida es Miedo: una percepción del mundo ansiosa y atemorizada, una negatividad de percepción, el terror a ser herido nuevamente, dolorido en el presente, tal como en el pasado.

EL DOLOR ES EL FUNDAMENTO DE LA PERSONALIDAD

No te das cuenta de que el dolor está allí, o de que el dolor es tan inteligente como tú. No te das cuenta de que está hablando y actuando a través tuyo gran parte del tiempo, buscando seguridad, que gusten de él, ser amado, aceptado. Ve el presente a través del pasado. Proyecta su dolor en circunstancias presentes, volviéndolas dolorosas cuando no lo son. Arruina lo bueno automáticamente.

He aquí un ejemplo. Cuando estás haciendo el amor, la personalidad temerosa, buscando comodidad para mitigar su dolor, surgirá a menudo para unirse al placer. Instantáneamente, una sombra en forma de reserva, endurecimiento o la palabra equivocada, aparece en medio de lo bueno. Y la sensación de bien se desvanece, o es arruinada. ¿Has experimentado esto? Lo mismo sucede cuando estás disfrutando simplemente la compañía de alguien. ¿Has estado alguna vez teniendo una conversación placentera y, repentinamente, una palabra equivocada la arruina o pone fin a la armonía de la situación? Esa es la personalidad, metiéndose.

¿Te has sentido herido repentinamente por lo que alguien dice? ¿No arruinó esto lo contento que estabas en el presente, haciendo que te relacionases inmediatamente con el dolor de alguna crítica o algún abuso en el pasado? ¿Ves cómo pones el pasado en el presente?

EL AMOR DE LA MADRE NATURALEZA

La naturaleza tiene su propio modo perfecto de eliminar el dolor que da nacimiento a la personalidad. Y esto explica porqué en la naturaleza no hay personalidad, y no hay problemas.

El primer dolor en la existencia es el dolor de haber nacido. Allí estabas, como todos los otros mamíferos bebés, abrigado en el útero de tu madre, inmerso en un calor de amor, fluido y constante, que proveía todo sin esfuerzo; sin necesidad de respirar, de comer, de mantener el calor, de llorar por lo que querías. Entonces, repentinamente, fuiste arrojado a un mundo de separación, un lugar nuevo y extraño donde había dolor y contracción de frío, distancia, interrupción, hambre y la inexorable necesidad de respirar y de comunicarse a través del sonido. Un shock enorme y traumático.

Pero frente a este aparente desastre, la Madre Naturaleza, como siempre, se hizo cargo de la situación. Tal como te había cuidado dentro del útero, te abasteció ahora desde adentro de tu propia psiquis. Dentro del impactante vacío creado por el haber nacido, la naturaleza soltó una dosis de plasma psíquico incondicionado. A esta sustancia energética ahora la llamas emoción, pero en aquel estadio era la sustancia del amor incondicionado, el amor sin tiempo. Su función era mullir temporariamente al organismo contra la impactante interrupción de su flujo de tiempo acostumbrado, dado que en los primeros momentos de shock, como sabes por tu experiencia como adulto, el tiempo cesa literalmente. En el nacimiento eso significaría la muerte si no fuese por esta afluencia de amor que llena el vacío. El amor llena el vacío al proveer en la emergencia una sensación de comodidad, calor o continuidad. Esto te permite continuar, a pesar de que después del agudo shock de pérdida, el primer impulso es sentir que no puedes continuar.

La respuesta psíquica de la Naturaleza al dolor del nacimiento, tal como fue descripta recién, sucede en todos los cuerpos animales, no solo en el cuerpo humano. Dentro del cuerpo de cada criatura, en algún lugar del abdomen, arde una llama psico-espiritual. La llama es constante y cósmicamente fría, como los rayos del sol que son fríos hasta que atraviesan la materia. La función de la llama es consumir el plasma psíquico de emergencia.

Este almohadón salvavidas de amor o conciencia es tiempo futuro; el futuro hacia el que se está moviendo el organismo al vivir y evolucionar. Así que el organismo literalmente le ha pedido prestado tiempo y seguridad a su propio futuro.

La llama tiene que consumir el plasma lo más pronto posible. La velocidad es vital porque es claro que el tiempo futuro no tiene lugar en el presente. En el presente o presencia del cuerpo, se degrada inmediatamente en emoción, en negatividad. Se vuelve tiempo pasado o el pasado. Toda emoción es el pasado reafirmándose a sí mismo; y a menos que la emoción sea consumida rápidamente, el organismo empezará a vivir en el pasado y a ser una anormalidad de la naturaleza.

La respuesta psíquica de la naturaleza al shock continúa a lo largo de la vida del cuerpo. Por ejemplo, después del shock de una pelea o una herida, los animales tienden a buscar un lugar tranquilo para recostarse y lamer sus heridas. Esto es para permitir que la llama esencial en sus vientres consuma, digiera y convierta la emoción, el pasado, nuevamente en el presente o presencia de amor o conciencia.

La conciencia reconvertida sirve entonces a otro propósito vital que reconocerás en tu propia vida. Lleva consigo la impresión de la experiencia que el animal acaba de atravesar. El animal ha ganado o crecido en experiencia y desde ahora recurrirá instintivamente a esa experiencia para proteger más eficientemente su supervivencia en el futuro, tal como haces tú después de escaparte por un pelo de cualquier situación. Y es así como surge el viejo dicho: Para un camino difícil se necesita un perro viejo. que quiere decir: Un perro viejo con experiencia está mejor equipado para vérselas con el futuro. Es así que el tiempo futuro que se ha pedido prestado sirve para un propósito en el presente.

Tal es el milagro de la divina inteligencia que está diseñando esta existencia. Pero el animal humano la estropea, rompe la armonía divina. Solamente el animal humano se aferra al dolor del suceso. El animal humano piensa acerca del dolor, vuelve al pasado. La conciencia del presente está ausente. Esto impide que el tiempo que se ha pedido prestado sea convertido nuevamente en amor en el presente, porque la conciencia es la llave de la armonía y la libertad.

El resultado es que, mientras gana en experiencia, el animal humano acumula y regenera dolor emocional, cosa que el animal no hace. Ambos ganan en experiencia que salva la vida, pero solo el humano sufre emocionalmente por ello.


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