La iluminación espiritual

La hermandad es superior a la amistad

POR: PATROCINIO NAVARRO

Imagen; La hermandad es superior a la amistad; Patrocinio Navarro

FRATERNIDAD

Hermano es una palabra hermosa. Y considerar que todos somos hermanos es una especie de lugar común entre personas, especialmente con conciencia espiritual. Hermano es más que compañero, más que camarada, más que amigo, pero incluye a todos a la vez. (1) ¿ Quién no lo admite de buena gana? Pero, ay, admitirlo es una cosa, y otra diferente vivir entre nuestros semejantes con la conciencia de que son nuestros hermanos. Y es que la atmósfera espiritual generalizada de este mundo en el que vivimos carece de la conciencia de fraternidad, que sería la señal de identidad de un mundo evolucionado. Y este no lo es. No lo es por diversas causas, entre las que destaca que el ego-el mío, , para mi- ha tomado tanto poder sobre la vida personal de tantos de nosotros, que casi ha terminado por controlar el modo de vivir de la humanidad toda.

Brillos peligrosos

Si miramos el modo de producción del sistema imperante, basado hoy en el capitalismo salvaje, donde todo género de traficantes, usureros y explotadores tienen las riendas del mundo, enseguida percibimos que todo ese tinglado se basa en la competición, en el individualismo competitivo en el que somos iniciados tempranamente. En las escuelas comienza este proceso de competir, de sobresalir, de ser mejor que el compañero, aunque solo sea por recibir el golpecito en la espalda del profesor, que luego pasará a ser el golpecito en la espalda del empresario o de cualquier otro que hayamos aprendido poco a poco a considerar superior o estemos obligados a depender de él emocional o físicamente. Aprendemos a querer brillar, a ser mejor considerados, a conseguir pequeños premios y privilegios por destacar. Muchos no superamos eso en nuestra vida adulta, y deseamos brillar, tener nuestros minutos de gloria, destacar por encima del resto, ser admirados. Algunos escribimos, otros nos dedicamos a la política, a las artes o a los negocios. Y siempre con esa meta: ser, porque ese ser con minúsculas también significa tener.

Un mal reparto

En este Planeta, tenemos recursos materiales suficientes, pero son limitados, y muchos tenemos más de los que necesitamos. Sería justo que los bienes de la vida estuvieran al alcance de cada uno en su justa proporción, pero cientos de millones de nuestros semejantes viven en la escasez y la pobreza. Faltan para todos ellos desde el agua, a los alimentos, la vivienda, la educación o el trabajo. Y hasta viven en medio de guerras. El ego de los poderosos, el de su- mío, mí para mí- ha sido capaz de acaparar tanto como para impedir la distribución justa de los recursos de la Tierra. Esto obliga a emigrar a millones de personas , jugándose la vida en el intento.

La migración incontrolada de los pobres es noticia diaria. Entre tanto, los dueños de los medios de producción, del poder y de las grandes riquezas encierran sus ganancias en doradas cajas de caudales alejadas del fisco mientras operan sobre el Planeta degradando todas sus formas de vida y el medio ambiente general, y promocionan formas de trabajo encaminadas a aumentar sus riquezas, a reforzar su poder y al mismo tiempo a favorecer la división y la competencia entre las gentes, cada vez más explotadas, dominadas y empobrecidas. En esto los gobiernos del mundo aparecen como los colaboradores necesarios.

Fuerzas contrarias de las que conviene defenderse

Para evitar que exista una repulsa colectiva proporcional al daño que producen, el sistema de producción imperante conducido por los mas ricos y desalmados de los humanos conocidos hasta hoy, se esfuerza en trabajar en una triple dirección: favorece el individualismo competitivo para desunir; el individualismo gregario para consumir, y el conformismo de lo llamado políticamente correcto para conformar en el doble sentido de dar forma a la mente colectiva y a la vez adaptarla al Sistema de producción imperante. Aquí juegan un gran papel los medios de comunicación, convertidos en la voz persuasora de los poderosos y su gobiernos.

La pedagogía popular del poder va siempre encaminada, no importa el país ni el gobierno, ni las ideas políticas, a adoctrinar, adormecer mentes, influir sobre los deseos, desviar la atención hacia donde convenga, defender la jerarquización social como algo natural y lógico, y ocultar lo que sea menester para evitar en todo momento la formación de algo que podría ser el doble filo de su particular espada de Damocles: el desarrollo del espíritu critico y del espíritu de fraternidad que llevarían al de comunidad. Tales vivencias empujarían hacia la unidad y la convergencia cooperativa diametralmente opuestas a la divergencia competitiva del individualismo egocéntrico en cualquiera de sus versiones.

El microcosmos personal en el macrocosmos social

Esta somera aproximación sociológica no nos puede hacer olvidar el hecho fundamental de que todo todo cuanto acontece en el mundo es una proyección a gran escala del pensar individual. Por ese motivo, el sistema de poder dominante quiere tener el control mental de las gentes y de su voluntad. Necesita que seamos dóciles, pasivos y acríticos para ser buenos productores y consumidores.

Estamos, pues, ante una doble presión: una exterior, como se ha relatado, y otra interna, íntima, que proviene de nuestros propios deseos, emociones pensamientos y actos. Y cada una de ellas empuja a nuestra alma a olvidarse del nosotros a favor del mío, mí y para mí, que es lo que será reforzado y manipulado por los intereses de otros. Sin embargo, no podemos olvidar que somos libres para elegir lo que queramos ser y desear; y que si alguna vez fue necesario el NOSOTROS en la historia del mundo, ahora se ha convertido en imprescindible. No es una opción: si un vecino tiene un infarto no es una opción ser pasivo. Y es que la Tierra está sufriendo un verdadero asalto contra todas sus formas de vida y esto solo puede ser neutralizado por el desarrollo del espíritu fraternal del amor hacia las formas de vida del Planeta y entre nosotros. La cooperación desde la conciencia de LA HERMANDAD es la misma opción que ante el vecino con infarto.

Es natural que surja la pregunta del origen del ego, de este personaje enmascarado que conforma nuestra personalidad, que la define, la representa, y actúa en nuestro nombre.¿ Por qué estas máscaras superpuestas a nuestra conciencia que ocultan y actúan contra nuestro verdadero ser? ¿ Cómo y por qué comenzaron a surgir?

El nacimiento del ego y el camino de la liberación

En un primer momento de nuestra personal historia nos rebelamos contra las leyes de nuestro Creador, y esa es la razón de que seamos seres humanos y no espíritus puros celestiales como éramos al ser creados, como lo siguen siendo los que existen en nuestro mundo perdido, y como lo seremos de nuevo según la promesa de Cristo: Ningún alma se perderá. Entre tanto, es bueno recordar que en ese proceso de alejamiento de nuestro origen y verdadero ser hemos ido adquiriendo diversas cargas en la mochila de nuestras diversas existencias con las que caminamos pesadamente unos o más ligeramente otros en función del predominio de sus contenidos positivos o negativos. Y lo que predomina define nuestro ego, sus cualidades y su peso específico en nuestras vidas.

El resultado social de las múltiples cargas personales lo hemos descrito: es la suma algebraica de dos clases de energía: la positiva, la que nos conduce al sentimiento del nosotros, y la negativa que nos aleja de él y nos conduce al individualismo insolidario que paradójicamente puede resultar gregario. Y mientras el triunfo del primero significaría un cambio radical hacia un mundo justo y respetuoso con personas, animales y plantas y con este Planeta, el segundo nos empuja hacia los conflictos, las guerras, las matanzas de animales y la destrucción de nuestras condiciones de vida. Ante este panorama no deberíamos dudar, como cuando su vecino tiene el infarto y usted es testigo. Ahora usted, ay, no es testigo: también es responsable. En qué medida, cada uno lo sabe.

Quien trabaje por la igualdad encontrará la fraternidad. Y si trabaja desde la conciencia de la fraternidad, encontrará la unidad. Porque son inseparables.

Y si trabaja por la libertad, también encontrará la fraternidad, porque libertad y fraternidad son inseparables.

Pero si elige trabajar por la justicia encontrará la igualdad y a todas las otras. Porque estas son las cinco grandes fuerzas divinas que cambian el mundo y a quienes lo habitamos. Porque finalmente todo está en todo y cada uno está en el gran Todo al que pertenece como fuerza y vida en la vida universal sin fin.

(1) Oda a la alegría, de Schiller, es un canto a la hermandad universal que viene muy bien releer, especialmente si se acompaña del coro de la Novena de Beethoven.


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