La iluminación espiritual

La clave de todo es la observación

LA OBSERVACIÓN ES LA CLAVE

La llave maestra es la observación.

Si comienzas a observar... En cualquier momento que tengas tiempo, siéntate silenciosamente y pon atención a lo que está pasando por tu mente. No hay necesidad de juzgar, porque si juzgas, la mente inmediatamente cambia las escenas de acuerdo a ti. La mente es muy sensible, delicada. Si siente que estás juzgando, entonces comienza a mostrar las cosas que están bien. Es muy raro: si quieres ir por encima de la consciencia, debes ir por debajo de ella. Pero solo hay un método. Mi nombre para ello es la meditación. La meditación es equivalente a la observación, la presencia, el estar alerta.

Todo lo que os he estado diciendo trata del arte de observar desde diferentes dimensiones, diferentes aspectos, diferentes ángulos. Toda mi enseñanza se reduce a una sola palabra: observar. Es lo único dentro de ti que no forma parte de la mente. Es lo único que no te pertenece, aunque pertenece a la existencia misma. Por ejemplo, yo observo mi mano, pero eso no significa que yo sea la mano. El observador está separado del objeto que contempla.

Puedes contemplar tu cuerpo por fuera y también por dentro. Puedes cerrar los ojos y ver tu cuerpo por dentro. Está oscuro, no hay visibilidad ni claridad pero, aún así, puedes sentir muchas cosas. Puedes sentir el latido de tu corazón. Si estás callado, podrás sentir cómo fluye la sangre por tu interior. No eres tu cuerpo.

Observa tu mente. Los pensamientos, por muy sutiles que sean, están al alcance de tu observación. Puedes ver la expresión más leve de la mente. Y eso manifiesta una cosa: que tampoco eres la mente. Observar tus sentimientos es un poco más difícil, pero no es imposible; lo que los poetas llaman el corazón, tus emociones, tus estados de ánimo, son las expresiones más sutiles de tu personalidad. Un poco de tristeza, un poco de alegría, o quizá simplemente indiferencia... Pero incluso la indiferencia es una actitud. La observación va ahondando cada vez más.

Más allá de tus estados de ánimo no hay nada más que observar, solo el silencio. En ese silencio ocurre el milagro. La energía que usabas para observar revierte en ti... Cuando la energía que se usa para observar regresa a su fuente original... y forma un círculo, uno se conoce a sí mismo y no queda nada más que saber...

Vuestras vidas son realmente ridículas, y la única forma de que se vuelvan sanas e inteligentes es que haya un observador en tu interior. Luego no importará que estés despierto o dormido porque el observador seguirá presente como una pequeña llama que no deja de arder. Observará tu sueño y lo que sueñas; lo observará todo. Finalmente observará también tu muerte.

El hecho de que pueda observar tu muerte significa que no mueres. Solo muere lo que no eras tú. La llama se convierte en tu fuerza vital, y el centro se traslada a otra forma, a otra vida. Esta llama es inextinguible. Es la inmortalidad en sí. La experiencia de esta llama es la de la iluminación. Con esta experiencia desaparecen todos los miedos.

Sólo queda la alegría pura y un inmenso agradecimiento a la existencia. Esta gratitud es la única oración que existe..., sin palabras, pero con un profundo sentimiento de agradecimiento: He recibido tanto sin merecerlo, sin haber hecho nada, sin ser digno de ello, pero la vida tiene mucho para darnos. Está rebosante.

La energía de la vida es enorme, incontenible. Las personas que no están cerradas, las personas receptivas, se llenarán de todo tipo de flores, todo tipo de aromas, todo tipo de riquezas, todo tipo de misterios, todo tipo de secretos.

La llave maestra es la observación. Y no es difícil de aprender. Es muy simple. No te imaginas que algo tan simple puede abrirte las puertas de la existencia.

LA OBSERVACIÓN ES MEDITACIÓN

Volverse consciente de la distracción es el mecanismo con el que deshacerse de la distracción.

Una afirmación inmensamente significativa. La única manera de librarse de la distracción es tomar conciencia de ella, observarla, ser consciente de ella en silencio, ver lo que te está haciendo la mente: distrayéndote continuamente. Simplemente obsérvala. Te olvidarás muchas veces, porque la mente es astuta, muy lista, muy diplomática; conoce todas las estrategias de los políticos.

La mente es esencialmente como un político: probará todos sus hechizos mágicos contigo. Te traerá lo que hayas estado reprimiendo. La mente dice: ¡Mira! Y si has estado reprimiendo el sexo, entonces tu mente usará el sexo como cebo contigo. Si has estado reprimiendo la ambición, tu mente empezará a imaginar que has llegado a presidente o a primer ministro, y empezarás a caer en esa trampa. Si tu mente ha estado privada de comida y has estado ayunando, la mente creará platos hermosos y deliciosos para ti: el aroma, el olor de la comida, y ya estás distraído.

Por eso, una de mis insistencias con mis sannyasins es: no reprimas, de lo contrario nunca serás capaz de meditar. Si reprimes, entonces tendrás que vértelas con tu represión en la meditación. Y lo que has estado reprimiendo se vuelve poderoso, inmensamente poderoso; echa raíces en tu inconsciente.

Reprime cualquier cosa y verás. No te sientas culpable, no te enfades. En el momento en que te pilles a ti mismo in fraganti, simplemente vuelve, sin quejas. Es natural. Hemos estado reprimiendo durante millones de vidas; es solo natural que la mente te distraiga.

Dalo por sentado y vuelve, llévate de nuevo a tu centro, una y otra y otra vez. Y poco a poco el tiempo en el centro se volverá cada vez más prolongado, y habrá cada vez menos distracciones. Y un día, de pronto sucede: estás en el centro y no hay distracción. Y recuerda: observar es la única clave.

La observación es meditación; en eso consiste la meditación.