La iluminación espiritual

Interesante cuento del camino recto de la vida

EL CUENTO DEL CAMINO RECTO

Motivación de James Baldwin para que tomemos el camino recto.

A veces nos preguntamos qué hace que una persona se vaya por el mal camino y se traicione a sí misma, traicionando además la confianza que le habían brindado sus familiares, amigos y compañeros. Y la respuesta, en pocas y crudas palabras, es que esa persona olvidó su propósito, arrastrada por la ambición personal y por deseos que no supo refrenar y que se fueron acumulando hasta vencerlo.

Quien ha cimentado sólidos valores a lo largo de su existencia construye en cambio una vida sobre sólidos cimientos y atrae hacia sí las personas y circunstancias que le ayudarán a conocer y cumplir su propósito. El siguiente texto, una adaptación realizada por James Baldwin sobre un episodio de la vida de Hércules, nos muestra cómo desde su juventud este héroe tuvo que esforzarse por encontrar la senda correcta.

EL CUENTO DE HÉRCULES Y LA MONTAÑA

Adaptación realizada por el activista americano James Baldwin.

Cuando Hércules era un joven de delicado rostro que tenía la vida por delante, salió una mañana para cumplir con un encargo de su padrastro. Pero su corazón estaba lleno de amargos pensamientos, y renegaba porque otros, que no eran mejores que él, llevaban una vida cómoda y placentera, mientras que su vida estaba cargada de trabajo y dolor.

Mientras pensaba en esto, llegó a un lugar donde cruzaban dos caminos, y se detuvo sin saber cuál tomar. El camino de la derecha era accidentado y tosco. No tenía belleza, pero Hércules vio que conducía directamente hacia las azules montañas de la lejanía. El camino de la izquierda era ancho y despejado; a ambos lados tenía árboles donde cantaba un coro de aves, y serpeaba entre verdes vegas donde florecían las más bellas flores. Pero terminaba en la niebla y la bruma, sin llegar a las maravillosas y azules montañas.

Mientras el joven meditaba su decisión, vio que dos bellas mujeres se le acercaban, cada cual por un camino. La que venía por el camino florido llegó primero, y Hércules vio que era hermosa como un día de verano. Tenía mejillas sonrosadas y ojos resplandecientes, y hablaba con palabras cálidas y persuasivas.

Oh noble joven –dijo-, no te sometas más al trabajo y los esfuerzos. Sígueme y te conduciré por sendas amenas donde no hay tormentas que te perturben ni problemas que te fastidien. Vivirás cómodamente, en una ronda incesante de música y alegría, y no te faltará nada que alegre la vida: no te faltará chispeante vino, no te faltará mullidos divanes, no te faltará ricas túnicas, no te faltará los adoradores ojos de bellas doncellas. Ven conmigo, y la vida será como una ensoñación.

Para entonces la otra mujer se había acercado, y también le habló.

No tengo nada para prometerte -dijo-, salvo aquello que ganarás con tu propia fuerza. El camino por el cual te conduciré es irregular y escabroso, y trepa por muchas colinas y desciende en muchos valles y hondonadas. Los paisajes que verás desde las cimas a veces serán majestuosos e imponentes, pero los profundos valles son oscuros, y el ascenso desde ellos es trabajoso.

No obstante, ese camino conduce hasta las azules montañas de inmortal plenitud, las cuales divisas a lo lejos. No puedes llegar a ellas sin esfuerzo; más aún, no hay nada que valga la pena tener que no se deba ganar mediante el trabajo. Si deseas flores y frutos, debes plantarlos y cuidarlos; si deseas el amor de tu prójimo, debes amarlo y sufrir por él; si deseas gozar del favor del cielo, debes hacerte digno de él; si ansías la plenitud eterna, no debes desdeñar el duro camino que a ella conduce.

Hércules vio que esta dama, aunque era tan bella como la otra, tenía un semblante puro y gentil, como el cielo en una cálida mañana de mayo.

  • ¿Cómo te llamas? –preguntó.
  • Algunos me llaman Trabajo
  • ¿Quien eres? –preguntó.
  • Algunos dicen que soy la Virtud.

Hércules se volvió hacia la primera dama...

  • ¿Cómo te llamas? –preguntó.
  • Algunos me llaman Placer.
  • ¿Quien eres? –preguntó.
  • Algunos dicen que soy la Dicha.

Virtud –dijo Hércules-, te escojo como guía.

Mío será el camino del trabajo y del esfuerzo, y mi corazón ya no albergará amargura ni descontento. Y apoyó su mano en la mano de Virtud, y entró con ella en el recto y temible camino hacia las bellas montañas azules del lejano horizonte.

Por encima del talento están los valores comunes: disciplina, amor, buena suerte, pero, sobre todo, tenacidad. James Baldwin