11 - Vivimos en sociedades de masas que producen todo en serie: latas en serie, carros en serie, películas en serie, presidentes en serie y (lamentable) seres humanos en serie que nunca descubren el don único, el talento singular, el propósito divino que los reconecta con el Dios que es infinito Amor.
12 - En tal entorno, es de lo más normal creer que ser "normal" es la norma. ¡Dios no te creó para que fueras "normal"! Dios te creó a Su extraordinaria similitud y analogía... ¡y como mínimo, Él desea para ti una Vida extraordinaria!
13 - Tú no eres la obra de una fábrica que produce objetos en serie; tú eres un sujeto sin par en el Universo, la obra maestra e irrepetible de un Diseñador Exclusivo: la Deidad de la que eres parte inseparable...
14 - Eres un ser Único... por ello el Dios que es Uno te hizo a Su imagen y semejanza.
15 - El don del hombre le abre caminos y le lleva en presencia de los grandes, con un propósito que puede cambiar al mundo. Encomienda tus obras al Señor y tus propósitos se afianzarán y cuando el mundo se ilumina eres tú quien lo ilumina.
16 - Tú no eres menos que ninguno de esos campeones. Si cada uno de nosotros develara su don a ese nivel... ¡imagina el planeta que tendríamos!
17 - No obstante, para abrir caminos, estar en presencia de los grandes y afianzar tus propósitos, tu don debe ser puesto al servicio del Amor absoluto -sin dudas, miedos, recelos, o incertidumbres.
18 - Tu don -hecho Uno con la amorosa naturaleza y propósito de la Divinidad- se torna en inextinguible llama de entusiasmo, en pasión que le da sentido a cada segundo de tu existencia, en lumbre que ilumina a tus prójimos.
19 - Porque cuando avivas el fuego de tu don, avivas el fuego de Dios que hay en ti. Y para era eso fue que Él te hizo: para transformar al mundo transformándote a ti mismo...