La iluminación espiritual

Frases Sócrates

Citas Sócrates


Sabía usted que Sócrates originalmente era escultor y un día dijo que era tonto querer dar a la piedra forma humana cuando los humanos hacían todo lo posible para parecerse a las piedras. Era evidente que tenia que ser filosofo.

En primer lugar acabemos con Sócrates, porque ya estoy harto de ese invento de que no saber nada es un signo de sabiduría.

Sócrates en la cárcel esperando a ser ejecutado. Un día oyó como otro prisionero cantaba una difícil y poco conocida canción del poeta Stesichoros.

Junto con Platón y Aristóteles forman los tres pilares de la filosofía grecorromana, que se inicia en el siglo VI antes de Cristo hasta la caída de Roma (476 d. C). Este filósofo supone el descubrimiento de la razón para los griegos, Sócrates llegó al convencimiento de que muchos de sus conciudadanos, incluso aquellos que eran tenidos por sabios, no basaban sus conocimientos en fundamentos lógicos sino en memorizar lo que habían aprendido de otros, lo cual no significa un conocimiento verdadero. Por tanto era necesario partir de nuevo, de cero y olvidar todo lo aprendido: "Solo sé que no sé nada", a partir de este axioma es posible reconstruir el camino hacia la verdad, mediante un esfuerzo puramente racional hasta descubrir la respuesta. Despojadas de todo prejuicio, las ideas que se han ido gestando en la mente, brotan como en un alumbramiento repentino y feliz (EUREKA). Por primera vez se planteaba la salvación del alma, para ello es necesario conocerse a sí mismo.

En la tradición occidental, nos hemos centrado en la enseñanza como una habilidad y hemos olvidado lo que Sócrates sabia: enseñar es un regalo, aprender es una habilidad.

Sabía usted que Sócrates originalmente era escultor y un día dijo que era tonto querer dar a la piedra forma humana cuando los humanos hacían todo lo posible para parecerse a las piedras. Era evidente que tenía que ser filósofo.

Sócrates es irónico cuando el logos se presta al juego de la ironía. De esta manera, se presenta cuando carecemos de sistemas de referencia objetivos.

Este discípulo de Sócrates formulaba sus ideas mediante metáforas que ayudan a entender su filosofía, las más conocidas son el "carro alado" y la "caverna". El carro alado representa la mente en el paraíso original de las ideas tirado por dos caballos, uno blanco y otro negro: El auriga que lleva las riendas representa la razón, el caballo blanco es la parte noble del alma humana y el negro la pasión. Cuando las bajas pasiones desvían al caballo negro, éste hace caer al carro a la tierra y abandona ese estado idílico de perfección. Así pues la mente se encuentra en un mundo terrenal que le es ajeno y esta mente venida a menos no es ya capaz de representar los conceptos de un modo perfecto, por lo que toda búsqueda de la verdad es un recuerdo de algo que perdimos en el pasado. La metáfora de la caverna también representa la condición humana: Unos hombres están encadenados de cara a la pared de una cueva de manera que solo pueden ver las sombras que proyecta el fuego cuando los objetos pasan delante de él. A través de la apariencia de las cosas (las sombras) el hombre debe descubrir qué es lo que acontece dentro de la caverna, qué representa la verdadera realidad.

Después del paréntesis de la Edad Media el conflicto entre la fe y la razón empieza a decantarse poco a poco a favor de ésta última, pero los descubrimientos científicos de Copérnico y Galileo ponen de manifiesto la forma como nos engañan las apariencias: ni la Tierra es plana ni está inmóvil y no es el sol el que se mueve alrededor sino al contrario. La veracidad de los juicios humanos despierta cierta incertidumbre puesto que las cualidades que atribuimos a los objetos son percepciones nuestras que pueden deformar la realidad, la fe en el hombre renacentista parece tambalearse. Siguiendo el ejemplo de Sócrates, Descartes empieza a replantearse todo el saber de su tiempo hasta dudar de todo conocimiento. ¿Cómo estar seguro de algo? Lo único que puedo afirmar es que dudo y si dudo pienso, luego entonces existo. Esta duda metódica nos lleva a un nuevo axioma: "Pienso, luego existo", partiendo de esta verdad incuestionable se puede establecer un criterio de certeza mediante el cual no es posible dudar de la realidad; por tanto toda idea que se presenta a la mente de una forma clara y distinta supone una evidencia necesariamente verdadera. Siguiendo este discurso de entre todas las ideas hay una que destaca como una marca innata e imborrable: La idea de perfección que Descartes identifica con Dios, cuya bondad garantiza la existencia de las entidades externas al Sujeto.

Puede ser que el Buda, Jesús, Mahoma, Lao Tse, Sócrates, Pitágoras, Confucio, San Francisco de Asís y tanto otros maestros de la humanidad, no hayan coincidido en su visión sobre cual es la verdadera naturaleza del Universo, pero en cambio si fueron muy similares sus preceptos éticos y sus propuestas de acción mundana. Todos ellos coincidieron en que la persecución de bienes materiales por si misma era un objetivo errado promoviendo todos ellos, en cambio, formas de vida más austeras que apunten prioritariamente a la búsqueda de la auto-realización espiritual y el vínculo virtuoso con el mundo circundante. De diferentes maneras y lenguajes, todos ellos expresaron que mientras nuestros afanes persiguieran logros materiales exclusivamente, ello nos llevaría al desastre. Y es casualmente hacia allí adonde estamos dirigiéndonos.

Gandhi, Mozart, Sócrates y Einstein nacieron con la tremenda capacidad que les caracterizo, porque la habían acumulado. No fueron herederos de sus padres, como no lo fue ningún genio, sino herederos de si mismos.