La iluminación espiritual

Frases Frithjof Schuon

Citas Frithjof Schuon


Conocer a Dios es amarlo, y no amarlo es no conocerlo.

Si queremos que la verdad viva en nosotros, debemos vivir en ella.

La substancia de las cualidades morales es la devoción: la actitud integral del hombre frente a Dios, hecha de temor reverencial y de amor confiado.

No hay grandeza real fuera de la verdad.

La Verdad, la Paz y la Belleza son inherentes a la propia existencia; los sucesos pasan, la substancia permanece.

No se salva mas que aquel que tiene confianza en Dios, y no puede tener confianza en Dios mas que aquel que es benévolo y generoso.

La belleza es un reflejo de la beatitud divina; y como Dios es verdad, el reflejo de su beatitud será esta mezcla de felicidad y verdad que encontramos en toda belleza.

La verdad es la razón de ser del hombre; ella constituye nuestra grandeza, y nos muestra nuestra pequeñez.

La vida es un sueño, y pensar en Dios es despertarse.

Dios quiere nuestros corazones; no se contenta con solo nuestras acciones.

Creer en Dios es volver a ser lo que somos; volver a serlo en la medida misma en que creemos y en que el creer se convierte en ser.

Aceptar una prueba es dar gracias a Dios por ella, comprendiendo que nos permite una victoria, un desapego con respecto al mundo y con respecto al ego.

La fe sin verdad es herejía; el saber sin fe es hipocresía. La obra sin virtud es orgullo y la virtud sin obra es vanidad.

Extinguirse en la Voluntad de Dios es al mismo tiempo estar disponible para la divina Presencia.

No se puede amar a Dios sin temerlo, como tampoco se puede amar al prójimo sin respetarlo; no temer a Dios es impedirle ser misericordioso.

Es necesaria la verdad para la perfección de la virtud, como es necesaria la virtud para la perfección de la verdad.

El mundo nos dispersa y el ego nos comprime; Dios nos recoge y nos dilata, nos apacigua y nos libera.

La Verdad, la Paz y la Belleza son existenciales, están al alcance; basta mirar hacia ellas y sumergirse en ellas.

El arte sagrado ayuda al hombre a encontrar su propio centro, ese núcleo que ama a Dios por naturaleza.

Verdad y santidad: todos los valores están en estos dos términos; todo lo que debemos amar y todo lo que debemos ser.

Cuando el hombre se hace ausente del mundo por Dios, Dios se hace presente en el mundo por el hombre.

La belleza de lo sagrado es un símbolo o una anticipación, y a veces un medio, del gozo que solo Dios procura.

Toda injusticia que sufrimos de parte de los hombres es al mismo tiempo una prueba que nos llega de parte de Dios.

Sin temor de Dios en la base, nada es posible espiritualmente, pues la ausencia de temor es una falta de conocimiento de si.

La belleza, sea cual sea el uso que pueda hacer de ella el hombre, pertenece fundamentalmente a su Creador, que por ella proyecta en la apariencia algo de su ser.

El Paraíso esta donde esta Dios. Permanece, pues, junto a Dios y el Paraíso estará allí donde tu estés.

No se puede amar al hombre, como debe ser amado, mas que en función de la verdad y en Dios.

Sin duda, podemos sentir gracias, pero no podemos fundarnos en ellas. Dios no nos preguntara lo que hemos experimentado, sino que nos preguntara lo que hemos hecho.

La virtud es dejar paso libre, en el alma, a la Belleza de Dios.

Es bello, no lo que amamos y porque lo amamos, sino lo que por su valor objetivo nos obliga a amarlo.

La voluntad del Bien y el amor de lo Bello son las concomitancias necesarias, de repercusiones incalculables, del conocimiento de lo Verdadero.

Toda virtud es una participación en la belleza del Uno y una respuesta a su amor.

Espiritualmente hablando, conocerse a si mismo es tener consciencia de los propios limites y atribuir toda cualidad a Dios.

Cada religión tiene, además de su significado literal, una dimensión esotérica, que es esencial, primordial y universal.

El amor de Dios es en primer lugar la adhesión de la inteligencia a la Verdad, después la adhesión de la voluntad al Bien, y por ultimo la adhesión del alma a la Paz que dan la Verdad y el Bien.

Cuando Dios esta ausente, el orgullo llena el vacío.

La fe es decir si a Dios. Cuando el hombre dice si a Dios, Dios dice si al hombre.

No somos nosotros quienes conocemos a Dios, es Dios quien se conoce en nosotros.