La iluminación espiritual

La esencia de tu ser es quietud y paz interior

LA ESENCIA DE LA PAZ

La esencia de la paz supera toda comprensión.

Tu aceptación de lo que es te lleva a un nivel más profundo, donde tanto tu estado interno como tu sentido del yo no dependen ya de que la mente los juzgue buenos o malos. Cuando dices a la vida tal como es, cuando aceptas este momento como es, puedes sentir dentro de ti un espacio profundamente pacífico.

Superficialmente puedes seguir sintiéndote feliz cuando hace sol y menos feliz cuando llueve; puedes sentirte feliz si ganas un millón de euros e infeliz si pierdes todas tus posesiones. Sin embargo, la felicidad y la infelicidad ya no calan tan hondo. Son olas en la superficie de tu Ser. La esencia de la paz de fondo que hay dentro de ti permanece inmutable en cualesquiera que sean las condiciones externas.

El sí a lo que es revela una dimensión de profundidad en ti que no depende ni de las condiciones externas ni de la condición interna de los pensamientos y emociones en constante fluctuación. Incluso en las situaciones aparentemente más inaceptables y dolorosas se esconde un bien mayor, y cada desastre lleva en su seno la semilla de la gracia.

A lo largo de la historia, siempre ha habido mujeres y hombres que, cuando tuvieron que hacer frente a grandes pérdidas, enfermedades, prisión o muerte inminente, aceptaron lo aparentemente inaceptable, y así hallaron La esencia de la Paz que supera toda Comprensión. La aceptación de lo inaceptable es la mayor fuente de gracia en este mundo.

LA QUIETUD ES PAZ INTERIOR

La quietud es paz interior; y esa quietud y esa paz son la esencia de tu Ser.

Un verdadero profesor espiritual no tiene nada que enseñar en el sentido convencional de la palabra; no tiene nada que darte o añadirte, ya se trate de nueva información, de creencias o de reglas de conducta. Su única función consiste en ayudar a librarte de aquello que te aleja de la verdad de lo que eres y de lo que sabes en el fondo de tu ser. El profesor espiritual está allí para descubrirte y revelarte esa dimensión de profundidad interna que también es paz.

Si te diriges a un profesor espiritual buscando ideas, teorías, creencias estimulantes o discusiones intelectuales, entonces te sentirás decepcionado. En otras palabras, si estás buscando alimento mental, no lo encontrarás y perderás la esencia de la enseñanza, la esencia, que no está en las palabras, sino dentro de ti mismo. Las palabras no son más que señales. Aquello hacia lo que apuntan no se encuentra en el reino del pensamiento, sino en una dimensión interna que es más profunda e infinitamente más vasta que el pensamiento. Una de las características de esa dimensión es una paz vibrante de vida, de modo que cada vez que sientas surgir esa paz interior, la existencia estará cumpliendo su cometido y realizando su función docente: te está recordando quién eres e indicándote el camino de vuelta a casa.

Al igual que los antiguos sutras, los textos surgidos de la conciencia plena son sagrados, y han surgido de un estado de conciencia que podemos denominar quietud. Sin embargo, a diferencia de los antiguos sutras, no pertenecen a ninguna religión ni tradición espiritual, siendo accesibles de inmediato a toda la humanidad donde está presente el sentimiento de urgencia.

La transformación de la conciencia humana ya no es un lujo, por así decirlo a disposición de unos cuantos individuos aislados sino una urgente necesidad para que la humanidad no se destruya a sí misma. Actualmente, se está acelerando tanto la disfunción de la vieja conciencia como el surgimiento de una nueva. Paradójicamente, las cosas están yendo a mejor y peor al mismo tiempo, aunque el empeoramiento es más aparente porque produce mucho ruido.

Toda verdadera enseñanza utiliza palabras que al ser leídas harán surgir pensamientos en tu mente. Pero no se trata de pensamientos corrientes: repetitivos, ruidosos, narcisistas, que reclaman atención. Al igual que los verdaderos maestros espirituales, como los antiguos sutras, los pensamientos no dicen mírame, sino mira más allá de mí. Como los pensamientos han surgido de la quietud, tienen el poder de llevarte a la misma quietud de la que surgieron. Esa quietud también es paz interior; y esa quietud y esa paz son la esencia de tu Ser. Es la quietud interior que salvará y transformará el mundo.

ENCIENDE LA VELA DE LA PAZ

No maldigas la violencia, mejor enciende la paz.

Es un dicho sabio que fácilmente se puede adaptar a múltiples situaciones que por lo general las personas mismas crean por defecto al no tener una intención definida acerca de que crear. Lo mismo podría adaptarse a decir: no maldigamos, ni critiquemos, ni condenemos la violencia... mas bien encendamos la vela de la Paz.

Encendamos la luz de la paz, que NO nos preocupe la violencia. No importa lo que el mundo haya sido en el pasado, cuando sabemos como crear la paz. Una pequeña luz puede iluminar en la oscuridad. Cuando encendemos la paz... la violencia desaparece.

Desarrollemos el pleno potencial de nuestra mente para crear la paz con tu poder interno. Nuestra principal labor es mantenernos en paz con nosotros mismos. Descubrir lo poderoso que es conectarse con nuestro poder interno y nuestros deseos de paz, armonía y felicidad se manifestaran.

Una simple sonrisa o un abrazo pueden transmitir el poder del amor incondicional a otros que están perdidos en su búsqueda. La gente sentirá la paz y el amor en tu brillo y responderán abriéndose a la paz y al Brillo Interior que ellos mismos llevan dentro.

No hay necesidad de sufrir para aprender. Puedes aprender mediante la alegría hacia estados emocionales cada vez mas amorosos, felices y llenos de paz,... estados positivos intensos. Aprende a ver la vida con felicidad y amor. Dirígete hacia la celebración de todas las cosas bellas de esta vida.

Este es un proceso que se hace cada vez mas fácil a medida que vas adquiriendo mayor destreza para realizar tus elecciones desde tu corazón... elecciones que te hagan sentir bien.

El amor, la alegría y la paz no pueden florecer hasta que te hayas liberado del dominio de la mente. Eckhart Tolle