La iluminación espiritual

Envenenar el corazón

OSHO

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SÉ LA NADA

El almacenamiento envenena el corazón.

Toda acumulación es venenosa. Si compartes, tu sistema estará libre de venenos. Y cuando des, no te preocupes por si serás correspondido o no, no esperes ni tan siquiera las gracias. Siéntete agradecido a la persona que te permitió compartir algo con ella. No esperes en el fondo de tu corazón que él tenga que sentirse agradecido porque compartiste algo con él. No, siéntete agradecido porque él estuvo dispuesto a escucharte, a compartir un poco de energía contigo, porque estuvo dispuesto a escuchar tu canción, dispuesto a ver tu danza, porque cuando fuiste hacia él a darle no te rechazó... pudo haberlo hecho.

El compartir es una de las virtudes más espirituales, una de las más grandes. Y la cuarta: no seas alguien. Una vez que comienzas a pensar que eres alguien, te estancas. Entonces el amor no fluye. El amor solo fluye de alguien que no es nadie. El amor mora solo en la nada. Cuando estás vacío, hay amor. Cuando estás lleno de ego, el amor desaparece. El amor y el ego no pueden converger. El amor puede existir con Dios y no con el ego, porque el amor y Dios son sinónimos. Es imposible que el amor y el ego estén juntos. Así que, sé la nada. El no ser es la fuente de todo, el no ser no ser es la fuente del infinito... no ser es Dios. Ser la nada significa nirvana. Sé la nada y al serlo, habrás alcanzado el Todo. Siendo algo te perderás; al ser la nada, llegarás a casa.

EL AQUÍ Y EL AHORA

Nuestra incapacidad de conectarnos con el presente.

Incluso si deseas a Dios, es una atadura; incluso si deseas la liberación, es una atadura. Y la liberación no puede suceder a menos que este desear desaparezca totalmente. Así que, recuerda, no puedes desear la liberación; eso es imposible, eso es contradictorio. Puedes dejar de tener deseos, y entonces sucede la liberación. Pero eso no es el resultado de tu deseo. Más bien es una consecuencia del no-deseo.

Deseo significa que ahora mismo no estás bien, no estás a gusto. En este mismo momento no estás a gusto contigo mismo, y algo en el futuro, si se cumple, te traerá la paz. La satisfacción está siempre en el futuro; nunca está aquí y ahora. Esta tensión de la mente por el futuro es el deseo.

Deseo significa que no estás en el momento presente, y lo único que existe es el momento presente. Estás en alguna parte del futuro, y el futuro no existe. Nunca ha existido, nunca existirá. Lo único que existe es siempre el presente: este, momento.

Esta proyección de tu plenitud a algún momento futuro es el deseo. De modo que es irrelevante cuál sea la plenitud futura. Puede que sea el reino de Dios, el cielo, el nirvana, puede ser cualquier cosa, pero si está en el futuro, es deseo. Y no puedes desear en el presente; recuerda: eso no es posible. En el presente solo puedes ser, no puedes desear. ¿Cómo vas a desear en el presente?

El deseo te lleva al futuro, a la fantasía, a los sueños. Por eso Buda insiste tanto en no tener deseos, porque solo sin deseos entras en la realidad. Con deseos, entras en sueños. El futuro es un sueño, y cuando planeas el futuro eliges la frustración. Estás destruyendo la realidad de ahora mismo por algún sueño futuro, y este hábito de la mente permanecerá contigo. Se está fortaleciendo cada día. De modo que cuando llegue tu futuro, llegará en forma de presente, y tu mente volverá a irse a algún otro futuro. Incluso si pudieras llegar a Dios, no estarías satisfecho. Tal como eres, es imposible. Incluso en presencia de lo divino, te habrás ido al futuro.

Tu mente está siempre yéndose al futuro. Este movimiento de la mente al futuro es el deseo. El deseo no tiene que ver con ningún objeto, con si deseas sexo o deseas meditación: eso da igual. Lo que cuenta es desear, que deseas. Eso significa que no estás aquí. Significa que no estás en el momento real, y el momento presente es la única puerta a la existencia.


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