La iluminación espiritual

El Principito nos educa para amar

POR: ANTOINE DE SAINT EXUPERY

Imagen; El Principito nos educa para amar; Antoine De Saint Exupery

ENTRE EL AMAR Y EL QUERER

Querer es tomar posesión de algo, de alguien. Es buscar en los demás eso que llena las expectativas personales de afecto, de compañía…Querer es hacer nuestro lo que no nos pertenece, es adueñarnos o desear algo para completarnos, porque en algún punto nos reconocemos carentes.

Querer es esperar, es apegarse a las cosas y a las personas desde nuestras necesidades. Entonces, cuando no tenemos reciprocidad hay sufrimiento. Cuando el bien querido no nos corresponde, nos sentimos frustrados y decepcionados.

Si quiero a alguien, tengo expectativas, espero algo. Si la otra persona no me da lo que espero, sufro. El problema es que hay una mayor probabilidad de que la otra persona tenga otras motivaciones, pues todos somos muy diferentes. Cada ser humano es un universo. Amar es desear lo mejor para el otro, aún cuando tenga motivaciones muy distintas. Amar es permitir que seas feliz, aún cuando tu camino sea diferente al mío. Es un sentimiento desinteresado que nace en un donarse, es darse por completo desde el corazón. Por esto, el amor nunca será causa de sufrimiento.

AMAR Y QUERER

Cuando una persona dice que ha sufrido por amor, en realidad ha sufrido por querer, no por amar. Se sufre por apegos. Si realmente se ama, no puede sufrir, pues nada ha esperado del otro.

Cuando amamos nos entregamos sin pedir nada a cambio, por el simple y puro placer de dar. Pero es cierto también que esta entrega, este darse, desinteresado, solo se da en el conocimiento. Solo podemos amar lo que conocemos, porque amar implica tirarse al vacío, confiar la vida y el alma. Y el alma no se indemniza. Y conocerse es justamente saber de vos, de tus alegrías, de tu paz, pero también de tus enojos, de tus luchas, de tu error. Porque el amor trasciende el enojo, la lucha, el error y no es solo para momentos de alegría.

Amar es la confianza plena de que pase lo que pase vas a estar, no porque me debas nada, no con posesión egoísta, sino estar, en silenciosa compañía. Amar es saber que no te cambia el tiempo, ni las tempestades, ni mis inviernos.

Amar es darte un lugar en mi corazón para que te quedes como padre, madre, hermano, hijo, amigo y saber que en el tuyo hay un lugar para mí. Dar amor no agota el amor, por el contrario, lo aumenta. La manera de devolver tanto amor, es abrir el corazón y dejarse amar.

LA ESPIRITUALIDAD DEL PRINCIPITO

Los profundos dones espirituales ocultos dentro de El Principito.

El Principito es un libro profundamente espiritual.

El Principito es sin duda un libro infantil, pero trata algunos temas de adultos bastante serios. No hay nada edulcorado: un accidente aéreo, los peligros de la inanición en el desierto y una serpiente venenosa que, al final, causa la muerte del Principito. El mismo Principito destaca durante la historia que añora su hogar y que es tan misterioso el país de las lágrimas de este mundo.

En El Principito hay una profunda reflexión espiritual para estar en paz.

No importa en qué desierto metafórico nos encontremos en el transcurso de nuestra vida, siempre hay un pozo oculto que la riega y la hace florecer.

En la historia, el narrador hace un aterrizaje forzoso en el desierto con su aeroplano y al poco se encuentra con el Principito. Los dos hablan y tratan de arreglar el avión, pero el Principito parece poco preocupado sobre morir en el desierto. No es que sea un suicida; es que tiene un secreto: hasta en el desierto hay agua. Lo que más embellece al desierto, dice el Principito, es el pozo que oculta en algún sitio….

No importa en qué desierto metafórico nos encontremos en el transcurso de nuestra vida, siempre hay un pozo oculto que la riega y la hace florecer. Para encontrarlo, debemos aprender a ver más allá de las cuestiones materiales y de nuestra situación inmediata e ir directamente al corazón de la vida.

El Principito no ignora la realidad de que la vida puede ser menos que perfecta algunas veces. Los desiertos áridos son bien reales y hay ocasiones en las que tenemos que atravesarlos, a menudo de forma inesperada. Pero el autor recuerda a sus lectores que lo que vemos con nuestros ojos físicos no revela la imagen completa.

El Principito dice: Solo con el corazón se puede ver bien; lo esencial es invisible para los ojos. En otras palabras, siempre podemos extraer más de la vida si tan solo nos tomamos el tiempo de mirar con nuestros corazones. Lo que se revela así es a menudo mucho más importante que las distracciones del mundo visible.

Si te gusta una flor que habita en una estrella, es muy dulce mirar al cielo por la noche. Todas las estrellas han florecido.

Para el Principito, lo que ve con su corazón es su querida rosa (y para Saint-Exupéry, la flor representaba a su esposa en la vida real). No puede ver su rosa físicamente porque está muy lejos, creciendo en su planeta natal, perdido en la vastedad del cielo nocturno. Pero como sabe que su rosa está ahí fuera en algún lugar y debido a su inquebrantable amor por su rosa, todas las estrellas del cielo parecen sonreírle alegremente. Según él mismo explica: Si te gusta una flor que habita en una estrella, es muy dulce mirar al cielo por la noche. Todas las estrellas han florecido.

El amor es el regalo más preciado que recibimos de Dios. Con amor, no hay adversidad, contratiempo ni dificultad que pueda arrebatarnos la belleza y la alegría de vivir, aunque en algunos momentos experimentemos la tristeza y sintamos que nos hemos estrellado en un desierto. Por encima de cualquier circunstancia, la vida es hermosa porque en el universo hay un amor tan poderoso que vencerá a todo mal.


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