La iluminación espiritual

El paraíso de repuesto o planeta B

POR: PATROCINIO NAVARRO

Imagen; El paraíso de repuesto o planeta B; Patrocinio Navarro

LA HORA DEL CLIMA ES APOCALÍPTICA

El cambio climático es algo tan acelerado como irremediable.

¿Estamos de acuerdo?, claro. Y querríamos evitarlo. Tú y yo. Muchos jóvenes, pero no todos; muchos científicos, pero no todos, muchos políticos, pero no todos....etc. etc. y esta falta de unidad es fatal.

La lista interminable de pequeñas y grandes causas que provocan el desastre climático nos llevaría a concluir, a la postre, que carecemos de algo tan elemental como de conciencia de unidad espiritual, de conciencia de especie, y, desde luego, de especie amenazada de extinción. Unos creen que tener la piel blanca, negra o de otro color, o que profesar una religión diferente a la de otro, o unas ideas políticas opuestas a otras constituye señas de identidad supremacista que nada tiene que ver con el resto de humanos. Majaderos. ¿Acaso no tenemos que respirar el mismo aire? ¿En qué nos diferenciamos más allá del ego que cada uno se ha fabricado como mecanismo de defensa, de ataque o de seguridad frente a terceros? Hijo del miedo, o del deseo de ser superior, el ego separa lo que la vida tiende a unir. Rompe puentes y aísla. Y el aislamiento tiene doble cara: una es rentable para los espabilados; la otra -que es simultánea- nos amenaza a todos, incapaces de unirnos para cambiar las cosas.

Y esto tiene consecuencias.

Cada una de esas Cumbres fallidas con que los gobiernos fingen querer atajar lo inevitable, no solo deja las cosas peor de lo que estaban porque no saben ni quieren ponerles remedio, sino que arrojan al rostro de las gentes despiertas del mundo dosis añadidas de frustración y de falta de esperanza en las soluciones de los políticos.

Efectivamente no podemos esperar nada de los políticos cuando se trata del control de los focos de contaminación ni de muchas otras cosas necesarias para el bien común. Ellos trabajan siempre para dos clases de bienes: el propio y el de las grandes corporaciones, responsables primeras del cambio climático. Pero no son las únicas, como vemos, porque cuando hay marejada es que hay mar de fondo. Y el mar de fondo en este caso es la ausencia de valores de conciencia ecológica, ética y personal de tanta gente atrapada en el bucle yo-trabajo-consumo-yo. Han caído en la trampa que les tendieron los cambia-climas.

¿A quién le interesa que suceda esto?

El capitalismo, las religiones institucionales, la falta de presencia insistente en los medios, la deficiente educación medioambiental... todo eso forma parte del mismo pack y hace poco viable un viraje positivo contra el bucle. El capitalismo, con su individualismo- paradójicamente destructor de lo individual- ha convertido a la gente en masa pasiva, estúpida, convencional, dominada, explotada… y pobre. Las instituciones Iglesias, con su hipocresía y su falseamiento de lo espiritual han puesto su energía negativa contraria a los principios de Cristo. Y cada uno de sus seguidores y los inconscientes en general vierten al final su falta de compromiso con su entorno natural. Y luego votan a los políticos que representan su propia falta de ética y de compromiso con la naturaleza y los animales. Hasta olvidan, a la hora de votar, que esos políticos que eligen viven de espaldas a sus votantes. Eso hace tan difícil que existan cumbres climáticas con resultados positivos, mientras el CO2 y la temperatura del Planeta no cesan de aumentar, con todas sus consecuencias negativas.

El embrollo es gigantesco, y a cada uno nos tocará recoger lo que sembremos en esta película. Lo peor es que ya no basta con reciclar aunque haya que hacerlo, ni siquiera con andar en bicis aunque es bueno, o tener un coche eléctrico, que, por cierto, solo se pueden comprar los ricos. Estos, que son los mayores responsables de contaminar el planeta nos aparecen como modelos de ecologismo con sus viviendas sostenibles, su comida biológica, su agua pura de manantial sin pesticidas... Cosas todas ellas lejos de los bolsillos del 98 por ciento de los pobladores del mundo. Qué gran sarcasmo. Gracias a las riquezas conseguidas por contaminar, solo ellos, los ricos, aparecerán como ejemplo de ciudadanos responsables con el medio ambiente mientras siguen haciendo caja con el daño que producen al Planeta y a todas sus especies vivas, usted y yo incluidos.

Los mataderos, la ganadería extensiva, la tala continua de la Amazonía, la muerte de la vida marina, el efecto invernadero, y tantas cosas más que han convertido a la Tierra en un estercolero irrespirable, ¿No es gracias a los ricos en especial y a sus gobiernos?... ¿ No es gracias a sus nucleares, su petróleo, su pesca industrial masiva sus industrias contaminantes, su comida basura, sus guerras y su egoísmo que se forma el gran frente de combate contra el Planeta y todas sus especies, incluida la humana? Son tan estúpidos ellos, los grandes contaminadores, que no se sienten incluidos entre los humanos. ¿Pensarán en su ceguera espiritual y mental que están a salvo de las inmundicias que generan?...Y ya andan haciendo las maletas por si aparece un Planeta B donde repetir hazaña. De hecho hacen trabajar sin descanso a la NASA y al mundo científico en busca de un paraíso de repuesto.

Las otras trompetas.

¿Se acuerdan de las películas de indios cuando los soldados azules decían aquello de Estamos rodeados, capitán?… Y en el momento decisivo sonaban las trompetas salvadoras. Pero las trompetas que se escuchan hoy no son las del Séptimo de Caballería, de infausta memoria, sino las del Apocalipsis.

Pues era esto, ¿no? Todo este desbarajuste y desmontaje del tinglado mundial a todos los niveles, este desatarse el mecanismo defensivo de la Tierra contra quienes pretenden acabar con ella olvidados de que es un ser vivo, esto era también el Apocalipsis. Esto y la repercusión de esto sobre las conciencias ante lo que cada uno haya aportado al desastre. ¿Acaso no hace dos mil años que nos habían enseñado la palabra Apocalipsis?

El fin del Progreso era esto, ¿no?

Todo este desbarajuste a todos los niveles: crisis económica sin final, pobreza, conflictos sociales, religiosos, raciales, políticas anti-democráticas, incertidumbre de razones para vivir... Hemos construido un edificio absurdo y resulta que tenía fecha de caducidad. Ahora solo nos queda sacar el paraguas mientras cambiamos los programas que hayamos asumido cada uno.

Tiempos de cambios acelerados, como el propio cambio climático evidencia, son los que se avecinan. Cristo nos enseñó algo fundamental al respecto: Lo que quieres que te hagan a ti hazlo tú primero a otros, y No hagas a nadie lo que no quieras que te hagan a ti. Hacer caso a esta sencilla propuesta, puede cambiar nuestras vidas y el destino colectivo.

Vivamos libres de parásitos internos que nos chupen la energía; pensemos, pero evitemos ser pensados para servir al pensamiento de otro; seamos, pero evitemos ser lo que el mundo pretende de nosotros. Somos divinos, somos libres, somos creación única de Dios: no somos cualquier cosa. Seamos, pues, quienes somos en verdad, o dejémonos caer a los pies de los caballos del Apocalipsis. No hay otra.


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