LAS PLUMAS ESPARCIDAS (CUENTO)

CUENTO ZEN (367)

Un cuento tradicional narra la historia de un hombre que calumnió gravemente a un amigo suyo y, acto seguido, se dio cuenta de que le había movido la envidia que sentía al ver el éxito que el otro había alcanzado. Tras comprobar la ruina que había traído con sus calumnias a ese amigo, se arrepintió profundamente y fue a visitar a un hombre muy sabio, a quien le explicó el caso y le pidió:

Quiero arreglar todo lo que hice. ¿Cómo puedo hacerlo?

A lo que el sabio respondió: Toma un saco lleno de plumas ligeras y pequeñas, y ve soltando su carga dondequiera que vayas.

El calumniador, muy contento por aquel remedio tan fácil, consiguió un saco lleno de plumas y en el transcurso de un día las había soltado todas. Entonces regresó donde estaba el sabio y le anunció: Ya he terminado.

Esa era la parte fácil, respondió el sabio. Ahora debes volver a llenar el saco con esas mismas plumas que soltaste. Sal a la calle y búscalas.

El hombre se sintió muy triste, pues sabía de lo imposible de su misión, y no pudo juntar casi ninguna.

Al verle regresar abatido, el sabio le dijo: Así como no pudiste juntar de nuevo las plumas que volaron con el viento, de igual manera el mal que hiciste voló de boca en boca y el daño ya está hecho. Lo único que puedes hacer es arrepentirte verdaderamente y pedir perdón a tu amigo y actuar bien a partir de ahora, pues no hay forma de deshacer lo que hiciste.

MORALEJA

La palabra, arrepentimiento, es muy, muy significativa. No hay otra palabra que sea más importante en la terminología de Jesús, porque el arrepentimiento abrirá la puerta de lo divino. Por lo tanto, todo lo que has creído que el arrepentimiento es, es absolutamente falso. Trata de entender. Cuando te arrepientes, no te arrepientes verdaderamente. Cuando te arrepientes estás, en realidad, tratando de reparar la imagen. No es arrepentimiento; es una reparación de la imagen que tenías de ti mismo, que se ha roto.

Te has comportado mal con alguien. Te arrepientes y pides perdón. ¿Este es el arrepentimiento a que se refiere Jesús? Si es así, no es gran cosa, porque te has arrepentido muchas veces y no has cambiado. ¿Cuántas veces te has arrepentido? ¿Cuántas veces te has sentido furioso, codicioso, violento, agresivo, y te has arrepentido de ello? Pero tu arrepentimiento no te ha transformado, no te ha acercado al reino de Dios. No ha abierto nuevas puertas, nuevas dimensiones, sigues siendo el mismo. Tu arrepentimiento y el de Jesús no son iguales. En realidad, son casi diametralmente opuestos.

No es cuestión de pedirle perdón a alguien, no, en absoluto. Es solo un retorno. La palabra arrepentirse significó, originalmente, retornar. En Arameo, el idioma que utilizaban Jesús, arrepentirse significa retorna, retorna a tu fuente; regresa a tu ser original.

Lo que dicen los Maestros zen: busca tu rostro original, significa arrepiéntete. Abandona todas tus máscaras. Esto no es un asunto entre tú y los demás, es un asunto entre tú y tu Dios. Arrepiéntete significa, abandona todas las máscaras y párate frente a Dios con tu rostro original tal como Él te creó. Permite que ese sea tu único rostro: la forma en que Él quería que fueses. Deja que ese sea tu único ser. Retorna a la fuente original, regresa al centro más profundo de tu ser. El arrepentimiento es un retorno; es uno de los más grandes giros espirituales.


DEFINICIONES DEL ZEN


El zen es una tradición ancestral que nació en la India y se expandió por China y Japón. Su propósito es lograr la iluminación, el estado de completa sintonía con la realidad tal cual es.

El zen no se basa en escrituras sagradas, rituales o ceremonias, sino en la meditación, el silencio y la conciencia plena.

El zen no busca dar soluciones, sino generar preguntas, cuestionar las creencias y los prejuicios, liberar la mente de las ataduras del ego y las ilusiones.

El zen utiliza las historias como un recurso para transmitir su esencia, pero no son historias ordinarias, sino historias que violan las reglas, que desafían la lógica, que asombran y desconciertan. Son historias que apuntan a lo esencial, lo que no se puede expresar ni pensar.

Las historias zen no son para entenderlas, sino para vivirlas, para dejarse impresionar por ellas, para despertar con ellas. Las historias zen son como dedos que indican la luna, pero no son la luna.

El maestro zen cuenta las historias con elegancia y humor, sin querer imponer nada, sino solo compartir su visión. El discípulo zen escucha las historias con interés y apertura, sin intentar analizarlas o juzgarlas, sino solo dejarse llevar por ellas.

Las historias zen son como semillas que se plantan en el corazón del oyente, y que pueden germinar en cualquier momento, dando frutos de sabiduría y compasión.

Las historias zen son un obsequio, una invitación a la aventura, una puerta abierta a lo desconocido.

En este blog te presentamos algunas de las historias zen más famosas y fascinantes, acompañadas de comentarios y reflexiones que te ayudarán a profundizar en su significado. Te invitamos a leerlas con calma y curiosidad, sin prisas ni expectativas, solo con la disposición a sorprenderte y aprender.

Esperamos que estas historias te inspiren y te acompañen en tu camino hacia la iluminación.