La iluminación espiritual

El crecimiento espiritual

Religiones y Filosofías

Enseñanzas de Osho Entre sus relatos y explicaciones, Osho nos transmite sentimientos, vivencias, NO filosofías. La manera de llegar a la verdad, su manera de llegar a ella, no consiste en metodologías ni doctrinas con leyes estrictas. Las imposiciones no existen, ya que las religiones y filosofías han demostrado que nunca sirven como guía verdadera hacia lo sano. Una obligación, con implicancias represivas, nunca podría conducir a una persona a experimentar un sano amor, ni tampoco una sincera contemplación del verdadero ser, del auténtico sí mismo.

La verdadera guía no es como un caballo tirando de un carro,
sino como las nubes dejándose llevar por el viento.

Es de vital importancia, para quien esté buscando saciar inquietudes, conocer sin juzgar. Y muy relevante es que no uso la palabra prejuzgar, sino solo juzgar. La diferencia es que puede que uno no prejuzgue, es decir que no opine antes de la lectura. Puede también que juzgue luego de la lectura, cosa que socialmente suele ser vista como correcta, pero aún así sigue siendo negativo. No debe haber juicio en absoluto. Si no te sirve, bien. Abandónalo y busca otra cosa. No hay receta universal. No es cierto que esta sea la única vía o la única verdad.

Es bueno tener la capacidad de comprender que no podemos juzgar algo que leímos por un simple motivo: leer no es conocer. Generalmente se dice que quien lee mucho tiene mucho conocimiento. Es cierto, aunque incompleto. Quien solo lee tiene mucho conocimiento, pero la verdad es que no conoce. Solo conoce el que experimenta, el que habla de sus vivencias personales, y no de algo que leyó por allí en alguna revista o libro.

Por eso invito a quien llegue a este rincón a experimentar plenamente. No importa qué, cualquier acción que realice, ya sea regar las plantas, componer una poesía o pintar un cuadro. Si logras ser la experiencia misma, entonces comprenderás y conocerás realmente.

LA FIGURA DEL PADRE RESPECTO A LOS HIJOS

Reflexión En una charla con sus seguidores, Osho se refirió a la maternidad y a la paternidad, Al fenómeno conocido como familia. Hizo hincapié en no forzar al niño a seguir la huella de sus padres, sino a que los padres le transmitan su conciencia. Siempre aguardando con paciencia, sin apuros.

Pero por supuesto que sabe que no es tarea fácil. Él definió la tarea de ser madre o padre como la más difícil del mundo. Aunque algunos lo crean sencillo.

Osho relató entonces una breve historia sobre una madre. Resulta que una mujer fue al mercado a hacer las compras. Tomó un taxi para regresar, pero no fue un tranquilo paseo... el taxista estaba loco, manejaba en zigzag a toda velocidad esquivando personas y autos con riesgo de golpearlos. Un accidente era algo inminente.

La mujer no aguantaba sus nervios y le gritó al taxista: Oiga loco, cálmese. Tengo doce hijos esperando por mí en casa. Si algo me ocurre, ¿quién los cuidará?.

Y el taxista respondió: ¿Y usted me dice a mí que tenga cuidado?

Es difícil de entender, pero claro a su vez. El mensaje del conductor es que ella tuvo doce hijos (o sea que no tuvo tanto cuidado) y pretende que él sea cuidadoso al manejar.

Osho explicó luego que dar a luz tantos hijos sí es fácil. Es un acto casi propio del reino animal, ellos lo hacen siempre así. Pero luego ser madre es lo realmente muy difícil. Y en cierta manera, ser padre es aún más difícil. Esto se explica porque la maternidad es más natural que la paternidad. Ser padre es un fenómeno más socio-cultural, porque el instinto de paternidad no es natural como el materno.

EL ZEN Y LA PINTURA

Experimentar para conocer requiere mucho más que vincularse con algo. Implica ser ese algo. Ejemplo: es ridículo preguntar cuál es la relación entre el hombre y la naturaleza, porque el hombre es la naturaleza. ¿O cómo existe el ser humano? En ocasiones, la falsa personalidad y la conducta social nos llevan a olvidar ciertas cuestiones, como nuestra pertenencia a la naturaleza. A continuación uno de los relatos de Osho nos ayudará a comprender.

La filosofía zen tiene una peculiar y antigua tradición relacionada a la pintura. Resulta que un maestro zen estaba encargado de instruir a un discípulo que aprendía pintura, como vía también para la meditación. Este discípulo tenía una obsesión con los bambúes. Estaban presentes en todas sus pinturas. El maestro explicó al discípulo que, a menos que se transformara en un bambú, nada lograría.

Pasaron más de diez años y el alumno era un experto absoluto en el dibujo de bambúes. Se dice que los pintaba perfectamente incluso con sus ojos vendados o sin luz. Pero aun así, el maestro no aprobaba su trabajo. Lo consideraba incompleto.

El maestro insistía, ¿cómo podrás dibujar realmente un bambú si no te transformas en él? Si observas al bambú, si lo conoces bien pero desde afuera, eres tan solo un espectador. Los ves, nada más. Hasta que no seas un bambú y sientas como él, no habrás visto su alma, solo su cáscara está ante tus ojos.

Diez años de esfuerzo no eran nada para el maestro, pues sabía que joven pintor no había alcanzado el verdadero objetivo. Luego de tanto esfuerzo pero sin la aprobación del maestro, el muchacho se alejó y se perdió en un gran bosque de bambúes. No se presentó por casi 3 años. Todo ese tiempo viviendo en el bosque. Luego el maestro se enteró que el joven se había transformado finalmente en bambú. Ya no pintaba, solo era uno más entre los bambúes. Se mojaba igual que ellos con la lluvia y el viento lo mecía igual que a los bambúes.

El maestro quiso saber más y lo fue a buscar. Comprobó que el rumor era cierto. Su discípulo er ahora un bambú. Entonces el maestro le dijo Bien, ahora olvida todo esto sobre el bambú y tu persona

El discípulo desorientado preguntó con sorpresa: ¿Pero no es esto lo que querías?. Lo logré, ¡me transformé en un bambú!

Pero el maestro insistió. Olvídalo. Olvida incluso lo que yo dije. Porque si no lo haces, seguirá siendo una barrera, seguirás teniendo distancia con el bambú. Estarás separado del bambú y pensarás que te has transformado en él. Un perfecto y verdadero bambú no recuerda.

Pasados otros diez años sin conversaciones o dibujos sobre bambúes, el maestro habló con su discípulo sobre el tema. Le dijo que ahora sí podía pintar bambúes, porque se había transformado en uno y luego lo olvidó por completo. Esto significa que su pintura no solo será arte, sino auténtico crecimiento.