La iluminación espiritual

Confucio y Lao Tse, la historia de respeto

POR: CONFUCIO

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CONFUCIO Y LAO TSE

La historia de Confucio al ver a Lao Tse

Confucio era la imagen de la cortesía convencional. Era el mayor hombre con buenos modales del mundo, el mundo no ha conocido nunca a un hombre tan centrado en los modales. El era simplemente modales, formalidad, cultura y etiqueta. Cierto día fue a ver a Lao Tse, su extremo opuesto.

Confucio era muy viejo, Lao Tse no lo era tanto. Lo correcto era que cuando Confucio entrara, Lao Tse debiera de levantarse para recibirlo. Pero permaneció sentado. Era imposible para Confucio suponer que un Maestro tan importante, conocido por todo el país por su humildad, fuera tan incorrecto. Tenía que decírselo.

Inmediatamente le dijo, No es lo correcto. Soy mayor que tú. Lao Tse se rió en voz alta y dijo, Nadie es más viejo que yo. Existía antes de que todo existiera. Confucio, somos de la misma edad, todo es de la misma edad. Desde la eternidad hemos venido a la existencia, por tanto no arrastres esa carga del ser viejo, siéntate y cuéntame a que has venido.

Vengo a plantear algunas preguntas. Le dijo, ¿Cómo debería de comportarse un hombre espiritual?

Lao Tse le dijo, Cuando -el cómo- aparece, no hay espiritualidad. Cómo no es una pregunta para un hombre espiritual. El cómo, muestra que no eres espiritual, pero que deseas comportarte como un hombre espiritual, por eso pides el por qué.

¿Acaso pide un amante cómo debería amar? ¡El ama! En realidad, es después cuando uno se da cuenta de que se ha enamorado. Puede que solo cuando el amor se haya ido sea consciente de que estaba enamorado. El simplemente ama. Sucede. Es un suceder, no un hacer.

Preguntara lo que preguntara Confucio, Lao Tse siempre respondía de forma que Confucio se sentía muy perturbado: ¡Este hombre es peligroso!

Cuando volvió, sus discípulos le preguntaron, ¿Qué ha pasado, qué clase de hombre es ese Lao Tse?

Confucio dijo, No os acerquéis a él. Puede que hayáis visto serpientes peligrosas, pero nada comparado con ese hombre. Podéis haber oído de feroces leones, pero no son nada al lado de ese hombre. Ese hombre es como un dragón que camina por la tierra, que puede nadar por el mar, y puede volar a los mismos confines del cielo; muy peligroso. No es para nosotros hombrecillos; somos demasiado poco. El es peligroso, vasto como un abismo. No os acerquéis a él, pues os podéis marear y caer. Incluso yo me sentí mareado. Y no puedo comprender lo que dijo, él está más allá de toda comprensión.

La moraleja de la historia es que Lao Tse está más allá de toda comprensión si intentas comprenderlo a través de lo formal, de otro modo él es simple. Pero para Confucio es complicado, es así imposible de entender, porque él entiende mediante sistemas, y Lao Tse no tiene ni métodos y carece de formalismos. Sin nombre, sin formalismo, vive en lo infinito.

Lao Tse estaba en lo correcto. El le estaba diciendo: Somos de la misma edad. En realidad somos lo mismo. La misma vida que fluye en ti, fluye en mí. Ni eres superior a mí, ni yo soy superior a ti. No es cuestión de superioridad ni de inferioridad, y no es cuestión de senectud o juventud. No hay cuestión, somos uno.

Confucio con el tiempo aprendió a mirar con los ojos de Lao Tse. Comprendió que esos ojos eran divinos. Reconoció que el era un hombre llenos de leyes, reglas, normas, formalismos, reconoció estar casi ciego, que no podía ver.

A Confucio le cambio la historia para dejar bellas enseñanzas...

ENSEÑANZAS DE CONFUCIO

La esencia de sus enseñanzas son la buena conducta en la vida

EL BUEN GOBERNANTE

Cualidades de un buen gobernante: Caridad, justicia, y respeto a la jerarquía, el cuidado de la tradición, el estudio y la meditación.

LAS MÁXIMAS VIRTUDES

La tolerancia, la bondad, la benevolencia, el amor al prójimo y el respeto a los mayores y antepasados. Si el príncipe es virtuoso, los súbditos imitarán su ejemplo.

LAS RELACIONES

Gobernante/súbdito; Esposos/esposas; Padres/hijos.

Una sociedad próspera solo se conseguirá si se mantienen estas relaciones en plena armonía. La base de la doctrina confuciana es recuperar a los antiguos sabios de la cultura china e influir en las costumbres del pueblo.

EL BUEN GOBIERNO DEL ESTADO

El maestro Confucio fue el primero que reunió a un grupo de discípulos provenientes de distintos principados para formarlos adecuadamente en el buen gobierno. Junto con las medidas a tomar que ya había propuesto en su época de joven funcionario, propuso llevar a la práctica sus propuestas basándose en el respeto.

Confucio confiaba en que un príncipe siguiera sus indicaciones. De este modo, al final de un ciclo de doce meses, se habría logrado algún resultado; en tres años, su proyecto social se habría consumado a la perfección. Podemos resumir la doctrina confuciana en una serie de mandatos que deberían ser los principales deberes de todo hombre de gobierno:

  1. Amar al pueblo, renovarlo moralmente.
  2. Procurarle los medios necesarios para la vida cotidiana.
  3. Debe servirse con soberano respeto al Primer Dominador.
  4. Cultivar la virtud personal y tender sin cesar a la perfección.
  5. Observar siempre el sendero superior del Justo Medio.
  6. Vigilante con la inclinación que proceden de la carne y son peligrosas.
  7. Vigilante con la razón que es muy sutil y fácil de perder.
  8. Tener por objeto final la paz universal y la armonía general.
  9. Practicar los deberes de las cinco relaciones sociales.

LAS CINCO RELACIONES SOCIALES

En el poco legado escrito que dejó, las Analectas, una colección de conversaciones con sus discípulos, basaba toda su filosofía moral en una enseñanza central: que es la virtud de la humanidad y a su vez está basada en la benevolencia, la lealtad, el respeto y la reciprocidad. Estos valores son imprescindibles en las relaciones sociales, que Confucio describió:

  1. Entre gobernador y ministro.
  2. Entre padre e hijo.
  3. Entre marido y mujer.
  4. Entre hermano mayor y hermano menor.
  5. Entre amigos.

Estas relaciones tienen, además, una característica principal:

El superior tiene la obligación de protección y el inferior, de lealtad y respeto. En último término, todas las personas están sujetas a la voluntad del Cielo, que es la realidad primera, la fuente máxima de moralidad y de orden.

No obstante, todo lo que Confucio quiso llevar a cabo no era nuevo, sino que correspondía, como él mismo confesaba, a lo ya dicho por una larga tradición de sabios.

Sus ideas estaban basadas en una herencia espiritual que la escuela de los letrados, y más concretamente el mismo Confucio, habían compilado y sistematizado de forma sublime.

MÁXIMAS

EL HOGAR

LAS VIRTUDES

El sabio sabe que ignora.

Confucio


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