La iluminación espiritual

Clonación de humanos

POR: PATROCINIO NAVARRO

Imagen; Clonación de humanos; Patrocinio Navarro

¿DÓNDE ESTÁ LA ÉTICA?

En los primeros días de enero de 2018 un grupo de científicos chinos ha mostrado al mundo dos monitos clonados. Los ha presentado como una conquista de la todopoderosa Ciencia. Clonar no es nuevo por desgracia para los animales victimas. Está en nuestra memoria la famosa oveja Dolly, que una vez clonada consiguió vivir siete años antes de morir prematuramente con el sistema nervioso destrozado, y enferma de los pulmones. Desde entonces no habíamos oído hablar de clonaciones, pero ya vemos que la saga continúa, porque estos señores no se rinden, y en ese camino no parecen encontrar obstáculos materiales, legales o éticos. Estos últimos parecen ser los que menos les preocupan: están protegidos por los poderes del mundo.

Uno no puede menos que preguntarse qué razones puede haber para que esta ciencia filibustera muestre interés por las clonaciones. Es fácil pensar que debe haber varias por medio, pero no cabe la menor duda de que hay una que no existe: la investigación altruista. Los científicos de hoy están lejos de parecerse a un Einstein, un Ramón y Cajal o un Tesla. Estos de hoy son simples empleados de multinacionales que primero subvencionan a las universidades donde muchos de ellos se forman y luego les ponen a investigar aquello que interesa a la empresa. Aquí no trabajan para el conocimiento científico por sí mismo, sino para aquella faceta del conocimiento que suponga beneficios para la empresa y prestigio bien remunerado para el científico y su equipo.

Tras todo este maridaje entre diferentes estamentos se esconde una ley que rige estos asuntos: la del beneficio empresarial. Da igual que lo que se investigue sea ético o no, saludable o no para la salud humana o directamente venenoso para el medio ambiente. La ley del beneficio está por encima de la ley del Creador del universo y de las leyes de la naturaleza, pero, ay, tiene todos los papeles en regla firmados por los gobiernos que precisamente deberían protegernos de los efectos secundarios de la Ciencia Mercenaria.

Crear carne clonada es un negocio para la industria cárnica, y esto ya se hace a la chita callando. Es más barato producir animales clonados para consumo que dejar a la naturaleza seguir su curso. Esto forma parte del lado oscuro de la clonación por su evidente transgresión de las leyes de la naturaleza, que son divinas, además de que venden gato por liebre. Así que no solo es un asunto ético, pues ¿quién garantiza su calidad? No digan que los veterinarios, que sería lo deseable. Pero tras este interés por la clonación animal hay otro inconfesable, otro que pertenece a la parte más tenebrosa de la ciencia: la que tiene que ver con el ser humano mismo: la clonación de personas. (*) .Si alguien piensa que este objetivo no existe es que es tan ingenuo como el que piensa que no se han hecho experimentos en algunos de esos laboratorios opacos. Experimentos de cuyos resultados no tenemos ni idea, pero que nos traen a la memoria a Frankestein al Doctor Mabuse, y a gentes de su calaña.

Y si clonar animales con alma ya es un asunto espiritual más que grave por su intromisión en las leyes del Creador, clonar seres humanos ya sería el colmo de los esfuerzos satánicos por dominar el mundo.

El tema es bien preocupante, porque vivimos en un tipo de sociedades permisivas y adormiladas donde del retroceso ético y moral forma parte de la vida cotidiana y el mundo de los negocios, el poder y el dinero tienen preferencia absoluta sobre valores como los morales o éticos. Este es un terreno perfecto para la proliferación de gentes de la peor especie. En este contexto resulta fácil a los científicos carniceros asesinar animales y hasta experimentar con personas en siniestros laboratorios hasta conseguir el resultado que buscan, sea una vacuna, un fármaco o un humano a la medida que actúe como se le programa. ¿En interés de quién? Lo pueden imaginar.

Tras estos disparates están, repito, fama, prestigio, poder, status social, beneficio económico y el orgullo mayúsculo de algunos que se creen dioses con derecho a enmendar lo que el mismo Dios ha creado. Es otro episodio de la rebelión contra Dios; de nuevo la reproducción de las condiciones de la Caída original del mundo espiritual. Qué acumulación de miseria contra la que solo se puede actuar desde un cambio de ética colectiva que comience en cada uno de nosotros, en usted y en mí, hasta que llegue un momento en que seamos tantos que hagamos imposible lo que hoy resulta tan fácil a quienes pretenden controlar no solo el mundo, sino el alma del mundo, que pertenece al Creador del universo.

Es urgente despertar conciencias y este es un humilde toque de atención más.
Dios y Sus leyes o el caos, y esta es la elección.

(*) Sobre este tremendo asunto volveremos a insistir en nuevos trabajos.


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