La iluminación espiritual

Capataces gendarmes voceros y traficantes

POR: PATROCINIO NAVARRO

Imagen; Capataces gendarmes voceros y traficantes; Patrocinio Navarro

ORDEN INTERNACIONAL

Estamos viendo a diario que la crisis provocada por los banqueros anglo norteamericanos y sus hombres de paja en los puestos de responsabilidad financiera de los bancos centrales y agencias de calificación de riesgos arrastran a países enteros a la ruina. Grecia, máximo exponente de las consecuencias de este juego diabólico esta siendo arrastrada a la desesperación con la complicidad de su propio gobierno tildado de democrático y presidido al igual que en Italia- casualidad de las casualidades- por sendos responsables del FMI, uno de los brazos ejecutores de los ricos S.A. a los que ningún ciudadano ha elegido.

A primera vista puede parecer increíble la debilidad de todos los gobiernos europeos cuando vemos que se plieguen tan fácilmente a los deseos de los banqueros, hasta el punto de agredir a sus poblaciones con leyes draconianas que acaban con derechos centenarios de los trabajadores. Sin duda es increíble este proceder que indica un grado de desvergüenza y deshonra propia de malvados y lo más alejada de gentes que se suponen de bien hasta el punto de representar a sus países. Tal proceder no se puede explicar tan solo por el hecho de que los partidos gobernantes reciben dinero de los bancos para sus campañas electorales y están en deuda con ellos. Un préstamo no puede tener tantos intereses, a no ser que haya algo más, algo más profundo que hace que los ricos promotores en la sombra tengan en los parlamentos compinches a todo riesgo. Y ese algo son las energías negativas que les permiten a todos ellos el existir: codicia, ambición de poder, deseos de reconocimiento, envidia. Querer tener, ser más que otros, poseer sin medida, son sin embargo energías satánicas y estas son las que les empujan a formar parte de un juego criminal que consiste fundamentalmente en arruinar economías y provocar guerras de expolio de materias primas para reafirmar su poder, cumplir sus sueños de riqueza y someter a su voluntad al mundo entero para beneficio de las fuerzas oscuras a las que todos ellos sirven en definitiva.

Bajo la orientación y presión de esas fuerzas oscuras que nunca tienen rostro, los gobiernos, por altaneros que aparezcan en escena, cada vez se mueven con menos libertad. Siempre empujados por las mencionadas energías contrarias a toda idea de bondad, pueden ser fáciles rehenes de los banqueros y los nuevos imperios transnacionales y tragan todas sus empresas y despropósitos con un barniz de dignidad de mayordomo. Y no digamos los sindicatos, los partidos, y demás asociaciones parceladas de la también fragmentada convivencia nacional o internacional, que viven a su vez de los presupuestos oficiales a cambio de mirar para otro lado, si es necesario, y de actuar convenientemente como se le indique. Y todas estas asociaciones de mayordomos de las fuerzas del Más allá y del más acá a las que se llama orden internacional, o sindicatos, parlamentos, Iglesias, etc tienen su jerarquía estructurada de forma piramidal. Y en lo más alto están los máximos delegados del mundo oscuro, sus cómplices, y bajo todos ellos, los siervos y los imitadores: todos aquellos que tienen una conexión con los cómplices de alto rango según la ley de semejanza, pues de nuevo lo igual atrae a lo igual, y por ello se someten: quieren ser como sus modelos: ricos, poderosos y famosos. Y en la media que este tipo de energía negativa a escala mundial pueda ser neutralizada desde el amor, la bondad y el altruismo, será posible ir instaurando una nueva humanidad, ¿quién puede dudar a estas alturas que el camino que hemos seguido hasta ahora no era el correcto?

La división tanto interna como externa de los pueblos del mundo y la lógica falta de criterios conjuntos y de metas colectivas en el sentido del respeto al semejante, el altruismo y la cooperación -que aglutinan conciencias,- facilitan la labor de los agresores mundiales convertidos en financieros, empresarios, guerreros y jerarquías religiosas. Así, ¿dónde puede quedar finalmente la libertad, ese bien inmenso y primordial que tanto se proclama, por la que tantas personas han muerto y siguen muriendo en todas las naciones?

La libertad se ha convertido, pues, en un bien del que se han apropiado ante todo los accionistas de las grandes empresas: libertad de movimientos de sus propias personas, de los capitales industriales y financieros, de asentamiento de sus negocios y fábricas y de cuentas bancarias no controladas en sus paraísos fiscales. Ellos no necesitan los papeles; ni permiso de residencia, ni de agrupación familiar. Otros papeles que cotizan en Bolsa son los determinantes en todos los casos.

Las cámaras de vigilancia cada vez más extendidas, los incesantes aumentos de policías, los bochornosos controles en puertos y aeropuertos, y los dispositivos policiales en general son cada vez más sofisticados y numerosos y la libertad de expresión más restringida, pues los medios de comunicación están siempre en manos de multinacionales que tienen intereses comunes con los gobiernos o con aquellos que subvencionan sus campañas electorales, y dicen u ocultan lo que deben decir u ocultar de un modo tan unánime que resulta llamativo. En algunos casos, los dueños de medios informativos son fabricantes de armas, y su banco, si es importante, casi seguro es uno de sus inversores en el lucrativo negocio de la muerte. Puede comprobarlo si quiere.

¿Cuál debería ser la respuesta de un cristiano en estos temas tan aparentemente complejos como realmente simples? En el Sermón de la Montaña y en los Diez Mandamientos están las claves. Libertad, igualdad, fraternidad, justicia y unidad como hijos de Dios y hermanos entre nosotros nos transforman internamente y nos dan fuerzas para distinguir a los lobos con piel de oveja y no participar en sus juegos de poder y maldad.


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