La iluminación espiritual

Campanadas de media noche

POR: PATROCINIO NAVARRO

Imagen; Campanadas de media noche; Patrocinio Navarro

EL MUNDO MATERIALISTA SE HUNDE

El mundo se halla en una especie de media noche en muchos sentidos.

Y cada uno de ellos tiene sus propios sonidos.

En estos días que giran alrededor de la Navidad consumista se escuchan sonidos de muchas campanas: desde las alegres y sonoras de iglesias y catedrales a las pequeñas y estridentes campanillas de los enjambres de "papa noeles" y vendedores ambulantes. Y para culminar la fiesta, doce campanadas anuncian el fin de año con sus consabidos ritos de uvas, besos, felicitaciones y buenos deseos. Qué contraste ofrecen todos esos alegres toques de campana con las pesadas y tristes campanadas que indican el fin de la existencia de alguien.

Si tuviéramos que elegir un sonido que representara el mundo actual, sería fácil inclinarse no por un sonido de campanas de fiesta, sino que desgraciadamente apuntaríamos al de las lentas, solemnes y tristes campanadas que doblan indicando pérdidas. Pero ¿qué queremos decir con esto? ¿Qué clase de pérdidas? La lista sería larga, y necesariamente tenemos que ceñirnos a las más significativas, intentando establecer un orden partiendo de las más inmediatas, las que afectan a nuestra vida cotidiana. Aquí nos encontramos con el mundo del trabajo, la educación, la salud, el bienestar material, la seguridad. Y en un nivel superior con nuestro trabajo interior, nuestras vivencias y salud de alma, nuestra confianza y seguridad como seres espirituales.

En el primer nivel, el exterior a nuestra alma, al que llamamos el mundo, no podemos dejar de observar el progresivo deterioro que viene sufriendo en todos los órdenes, especialmente desde los años ochenta del siglo pasado, sin que el nuevo siglo esté suponiendo sino más de lo mismo y empeorando por momentos, como hacen ver economistas, sociólogos, y escritores contemporáneos, como Tony Judt (autor de Algo va mal) filósofos atemporales como Krishnamurti o científicos premios Nobel como David Bohm. Todos ellos coinciden en que como humanidad, nos hemos equivocado de camino y elegido el tener sobre el ser, el materialismo sobre la espiritualidad.

Cristo ya nos avisó hace muchos años en una de Sus manifestaciones proféticas: El mundo materialista se hunde. ¿Qué significa esto? Significa que cada vez hay menos trabajo, cada vez peor educación y servicios públicos, cada vez peor calidad de vida, cada vez peores servicios sociales, peores salarios, peores condiciones de trabajo y menos derechos laborales, sociales y políticos. Por esto doblan campanas sobre el mundo.

Este panorama se está haciendo posible porque las masas y los gobiernos se han dejado arrastrar por uno de los espejismos fabricados por los hipnotizadores del sistema capitalista: el espejismo del progreso basado en el bienestar material. Imaginemos que tenemos una tarta a la que llamaremos Planeta Tierra, que somos un millón de comensales y que se nos dice por los oráculos del sistema: coma cuanto quiera, nosotros nos ocuparemos de que pueda comer cada vez más y usted debe trabajar para conseguir que su trozo pueda ser cada vez más grande. Naturalmente se nos miente desde el principio, porque la tarta Tierra es limitada mientras que no cesa de crecer el número de aspirantes a un buen trozo, y lo que agrava aún más las cosas es que unos pocos de esos comensales ya se han apropiado desde hace mucho de la mayor parte y levantado muros con fronteras y guardias para impedir que accedan sus vecinos. Aún se agravan más las cosas cuando vemos que en el afán descontrolado de estos grandes poseedores de tarta por hacer crecer su ración, han terminado por contaminar el aire, el agua y todos los demás ingredientes de su composición. Cegados por su ambición y su falta de sentido de la realidad y de previsión han envenenado toda la tarta y ni ellos mismos se han librado de su propio veneno. Han cosechado lo que sembraron, pues ahora toca cosechar.

Por desgracia no solo ellos sufren ellos las consecuencias, porque el veneno afecta a todo el mundo y a la organización del mundo que se basa en el falso principio de que todos podemos aspirar a un progreso material ilimitado basado en poder consumir cada vez más tarta. También a quienes creyeron esto y vivieron en el engaño les tocará cosechar su propia siembra.

Como de todos los sueños se despierta, el despertar del presente está siendo muy duro de aceptar para los que fueron seducidos, pues tienen que soportar ver cómo les es arrebatado hasta lo que habían conseguido con grandes sacrificios y renuncias, soportar que no pueden aspirar a mejorar en estas circunstancias, y soportar por último la idea temible de que a sus hijos no les aguarda mejor porvenir si no cambia este mundo.

Llegados a este punto es cuando unos se desesperan y se revuelven violentamente contra los grandes poseedores de tarta, otros se resignan a una triste vida de crecientes privaciones y decrecientes derechos evadiéndose de la realidad como pueden y muchos otros hasta llegan al suicidio. Por todos ellos doblan las campanas.

Las mencionadas reacciones son la consecuencia de haberse creído tantos el cuento del materialismo y de su progreso ilimitado. Pero no todas las personas se han creído ese cuento. Algunas han puesto su mirada en el trabajo sobre su alma para superar precisamente los engaños del mundo material que otros han creído. A la ambición la han neutralizado con la pobreza a que llama Cristo en el Sermón de la Montaña, que es el control sobre los deseos de ser rico o imitar a los ricos, aspirando a la riqueza verdadera, que es la que posee el alma libre. Al trabajo exterior no le han ofrecido su propia vida como sacrificio, sino que han sabido conjugar el rezar con el corazón y el trabajar con las manos. Tampoco han sacrificado a sus semejantes explotándolos en sus relaciones laborales o personales, ni matan o consumen animales debido a su respeto a la vida toda, que es Dios. Por estos seres más libres no doblan las campanas, sino que reciben agradecidos el sonido del viento, el repiqueteo de la lluvia y el canto de los pájaros al amanecer, porque ellos mismos se hallan en el amanecer de un nuevo mundo que solo será posible con ellos y con gentes como ellos.


RELACIONADOS

«Campanadas de media noche»