La iluminación espiritual

Las artes marciales y el espíritu del Zen

TAISEN DESHIMARU

Imagen; Las artes marciales y el espíritu del Zen; Taisen Deshimaru

LOS GUERREROS DEL ESPÍRITU

Las artes marciales son caminos hacia la paz espiritual.

El más grande de los guerreros no tiene nada que ver con la guerra. No tiene nada que ver con luchar con otros. Tiene algo que ver con el espíritu. Y a pesar de que trae la victoria, no es una lucha, no es una guerra, no es un conflicto. Pero hay que ser guerreros porque uno tiene que estar muy alerta, como un guerrero.

En Japón, surgió de la meditación todo el mundo del samurái, del guerrero, y así es como todos los tipos de artes marciales se convirtieron en caminos hacia la paz del espíritu, se convirtieron en una de las prácticas más meditativas de Japón. Uno tiene que estar muy alerta porque..., un solo momento de inconsciencia y acaban contigo.

El verdadero practicante de artes marciales se vuelve tan alerta que antes de que otra persona le vaya a atacar, él lo sabe. Antes de que el pensamiento de ataque ni siquiera se haya cruzado por la mente del otro, él se ha preparado. Está listo. Su observación se vuelve tan profunda que comienza a leer el pensamiento del otro. Se dice que si dos verdaderos samuráis luchan no puede ganar nadie. La lucha puede continuar pero nadie puede vencer porque ambos estarán leyendo la mente del otro. Y antes de que puedas atacar, el otro está listo para defenderse.

Las artes marciales se convirtieron en uno de los grandes focos de iluminación.

Parece raro, pero Japón ha hecho muchas cosas realmente extrañas. Desde beber té hasta las practicas marciales, todo ha sido convertido en meditación. De hecho la vida entera puede ser transformada en meditación, porque la meditación simplemente significa estar más consciente.

Por eso ve hacia dentro y sé más consciente. Un día la victoria será tuya, puedes tener la absoluta seguridad. Solo tienes que cumplir con este requisito: tienes que ser totalmente consciente.

Veamos un escrito de Taisen Deshimaru sobre este tema...

LAS ARTES MARCIALES Y EL ZEN

Las artes marciales y el Zen tienen en común la creación y la concentración de la energía.

Vosotros y yo somos diferentes. ¡Si no se pueden encontrar soluciones a la propia vida se llega a un callejón sin salida! Aquí y ahora, ¿cómo crear nuestra vida? Se proyecta una película y si se detiene, la imagen se vuelve fija, inmóvil. Las artes marciales y el Zen tienen en común la creación y la concentración de la energía. Concentrándose aquí y ahora y exteriorizando la verdadera energía de nuestro cuerpo, se puede observar y recargar. Cuando se abre la mano, se puede obtener todo. Si se cierra la mano, no se puede recibir nada. En las artes marciales, hay que penetrar los elementos, los fenómenos, y no pasar al lado de ellos. Las artes marciales son pues esencialmente viriles, ya que el hombre penetra a la mujer. Pero en nuestra época todo el mundo quiere economizar su energía y se vive a medias. Siempre se esta incompleto. Las gentes viven a medias, tibias como el agua del baño. Hay que aprender a penetrar la vida.

DIRIGIR EL ESPÍRITU

El secreto de las artes marciales es aprender a dirigir el espíritu.

Esto forma la base de las técnicas corporales. El espíritu debe volverse la sustancia. El espíritu es la sustancia, sin forma pero algunas veces tiene una forma. Cuando la actividad del espíritu llena todo el cosmos entero, este espíritu aprovecha las ocasiones, tiene una posibilidad de evitar los accidentes y puede atacar las diez mil cosas en una sola. Esto significa que, durante un combate nuestro espíritu no debe ser influenciado por ningún movimiento del adversario, por ninguna de las acciones de su cuerpo y de su espíritu. Nuestro espíritu debe dirigirse libremente, no tener la esperanza de atacar al adversario, ni dejar de prestarle atención.

Estar atento de instante en instante, en ambas direcciones.

En nuestra vida cotidiana es lo mismo. Algunas personas solo piensan en el dinero, ya que este permite satisfacer todo. Ahora bien, por él, pierden su honor. Otros solamente desean honores y pierden su dinero. Algunos se concentran solamente sobre el amor, pierden su dinero y su energía. Pero nuestra dicha no existe de un solo lado. Debemos crear nuestra vida, volvernos libres, desapegados, solamente atentos al aquí y ahora: todo se encuentra aquí.

El reflejo de la luna en el rió esta siempre en movimiento. Sin embargo, la luna existe y no se va de ahí.

Se queda pero se mueve. En un poema muy corto sobre el secreto del Zen y de las artes marciales, y un gran koan. La corriente del agua no vuelve nunca hacia atrás. El agua pasa, pasa... pero la luna no se mueve. Durante un combate, el espíritu tiene que ser como la luna, pero el cuerpo y el tiempo pasan, pasan como la corriente. El instante presente no vuelve jamás. Durante zazen, cada una de nuestras inspiraciones y expiraciones es la de ahora, y no vuelve nunca. Es posible rechazar la respiración, pero la de ahora no es la de antes. La respiración de después no es nunca como la de antes. Ayer era ayer. Hoy es hoy. Es diferente. Yo digo siempre que debemos concentrarnos aquí y ahora, crear aquí y ahora. De esta manera, uno puede volverse fresco, nuevo. El zazen de hoy no es el mismo que el de ayer. El zazen debe ser siempre fresco, aquí y ahora. No debéis relajaros durante zazen, ni durante el entrenamiento a las artes marciales. Hacerlo a medias no es bueno. Hay que hacerlo hasta el fondo darse totalmente. No debemos retener restos de energías. Concentrarse significa la salida completa, la descarga total de la energía. Esto debe encontrarse en cada uno de los actos de nuestra vida.

EL FLUIR DE LA ENERGÍA

La energía fresca fluye como el agua.

En el mundo moderno, vemos todo lo contrario; los jóvenes viven a medias y están muertos a medias. Tienen una sexualidad incompleta. Y durante su trabajo o durante zazen piensan en el sexo, e inversamente: así sucede en todos los actos de la vida. Pero si se descarga totalmente la energía, se puede absorber energía fresca que fluye como la corriente del agua.

Si durante un combate, si se economiza un resto de energía, no se puede ganar. Este es un secreto de las artes marciales.

No debemos depender de la técnica.

Hay que crear. Si un hombre rico da dinero a su hijo, éste no aprende a ganarlo. E, inversamente, el hijo de un hombre pobre sabrá crear el método para procurárselo. Las artes marciales no son un teatro ni un espectáculo. Esto no es el verdadero camino del guerrero. El secreto de las artes marciales, decía siempre Kodo Sawaki, es que no hay victoria ni derrota. ¡No se puede vencer ni ser vencido!

El deporte y las artes marciales son diferentes.

En el deporte, hay tiempo. En las artes marciales no hay más que el instante. Por ejemplo, en el baseball, el bateador espera la pelota, existe el tiempo: la acción no se produce en el instante. Lo mismo sucede en el tenis, en el rugby en el fútbol, en todos los demás deportes. ¡El tiempo pasa y permite pensar en algo durante un pequeño momento mientras que se espera! En las artes marciales no está el tiempo de espera. La victoria y la no-victoria, la vida o la no-vida, se deciden en un instante. Hay que vivir en el instante: aquí es donde la vida y la muerte se deciden totalmente.

LA FUERZA DEL ESPÍRITU

Para un guerrero experto la técnica y espíritu predominan.

En las artes marciales como en el juego de Go, conocer bien la técnica es muy práctico. Sucede a veces que en un ser joven el cuerpo sirve de elemento fundamental, mientras que en un hombre de más edad, técnica y espíritu predominan. De hecho, lo más importante es el espíritu. Después viene la técnica y el cuerpo. En los demás deportes, sobre todo en Occidente, la fuerza del cuerpo debe ser la más desarrollada. No es este el caso en las artes marciales; en judo, el cuerpo debe ser formado, pero es secundario en relación a la técnica y al espíritu-intuición necesario para aplicarlo bien. Si técnica fuerte y cuerpo fuerte luchan juntos, es la técnica la que vencerá. Si un espíritu fuerte combate una técnica fuerte, es el espíritu el que vencerá ya que sabrá encontrar el punto débil. Se conoce la historia del Samurai que, después de una riña, combatía con un obrero. Aquel le hizo un hábil estrangulamiento mortal y el obrero se ahogaba cuando, en la punta de sus dedos, palpo los testículos de su adversario, los cuales agarro y apretó con todas sus fuerzas. Al cabo de algunos instantes, el Samurai estuvo obligado a soltar presa, vencido...

Fuerza de cuerpo, técnica y fuerza de espíritu están, de hecho, más o menos en igualdad, pero es siempre el espíritu, el que decide el resultado del combate.

LA IMPORTANCIA DEL ESPÍRITU

El espíritu es lo más importante, porque, a última hora, es él quien decide.

En las artes marciales japonesas, desde los tiempos antiguos, un solo gesto justo provocaba la muerte. De aquí viene la lentitud, la concentración de los movimientos antes del ataque, Un golpe, y se acabó: un muerto, algunas veces dos, si se daban los golpes justos. Todo se juega en un instante. En este instante, el espíritu decide todo, técnica y cuerpo lo siguen. En todos los deportes de hoy día existe un tiempo de espera. En las artes marciales no hay tiempo de espera: si se le espera aunque solo sea un poco, el espíritu debe estar sin cesar concentrado sobre la situación, dispuesto a atacar o reaccionar. De aquí su importancia primordial.

LA IMPORTANCIA DE LA RESPIRACIÓN

La mejor manera de aprender a respirar convenientemente.

Tomando la postura de zazen. Antiguamente, en el tiempo de los samuráis, se sentía respeto por la meditación: antes de la acción, se concentraban en zazen. Concentración, después acción. Hoy día se puede encontrar esto en la ceremonia demasiado breve que se hace antes del combate en los torneos. En zazen se puede acumular energías, dejar pasar los pensamientos como nubes en el cielo, relajar las tensiones nerviosas y musculares, concentrarse sobre la energía, espaldas derechas, nuca recta, manos juntas cuyos pulgares no hacen ni montaña ni valle y practicar la verdadera respiración, basada en la expiración profunda en el centro del yo, esa zona que se encuentra dos dedos por debajo del ombligo.

Vivir el verdadero espíritu: la respiración y el movimiento, deben fundirse con el espíritu. Contra más fuerte sea el espíritu más fuerte será la respiración.

El espíritu del Zen y en el camino del guerrero tiende a esto: se trata de verdaderas ciencias del comportamiento. Nada tiene que ver con la imaginación que transforma el mundo, como en muchas religiones. Se debe vivir el mundo con el cuerpo, aquí y ahora. Y concentrarse completamente sobre cada gesto.

¡Dirán que eso es imposible!

¿Vosotros creéis que Buda era perfecto? El debía cometer errores como todo el mundo. Era un ser humano. Pero tendía a este comportamiento justo que es el mas alto ideal del hombre. La civilización moderna no comprende nada de esto, desde la escuela se os corta la vida para elaborar teorías...

Todo lo que acabo de decir debe ser bien entendido: no se trata solamente del comportamiento y de la apariencia exterior, sino también y sobre todo de nuestra actitud espiritual.

¿Cuál es la verdadera conducta a seguir?

¡Gran problema! El Zen nos aclara esto.

Todas las escuelas filosóficas se interesan en este problema: existencialismo, behaviorismo, estructuralismo... Sin embargo ninguna da la clave de la conducta de nuestra vida. Siempre terminan por encerrarse en categorías, pero el origen profundo, la larga corriente de la vida, no se puede encerrar. Frió, caliente, es usted quien lo experimenta. Esto es verdad para todos. Aquí y ahora es diferente para cada uno.


No trate de evaluar el Zen con su espíritu ni expresarlo con palabras.

Taisen Deshimaru


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